Tierra demasiado sedienta, torrentes de lodo y exceso de consumo que agota los embalses: por qué la DANA no merma la sequía

Toledo aprueba de emergencia un gasto de 500.000 euros para los daños que ha ocasionado la DANA
Toledo, una de las provincias más afectadas por la DANA. 
20M EP
Toledo aprueba de emergencia un gasto de 500.000 euros para los daños que ha ocasionado la DANA

Las lluvias torrenciales que han caído en buena parte del centro de peninsular al paso de la DANA de finales de agosto se han cobrado la vida de seis personas y numerosos daños materiales y, cuando la situación se han ido normalizado, ha caído otro jarro de agua, en el más puro sentido metafórico, porque las tormentas no han servido tampoco para mitigar uno de los grandes problemas que arrastra España desde hace años. La sequía persiste con más del tercio del territorio de país en emergencia o en alerta y con los embalses muy por debajo de su capacidad, al 37%, que descienden por debajo del 20% en cuencas andaluzas o catalanas.

La vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, reconocía esta martes en Moncloa que no se da la serie lógica de que cuanta más agua cae del cielo más llena los embalses. Por el contrario, advirtió de que la sequía española es "estructural" y que para acabar con ella no es suficiente con que llueva mucho en muy poco tiempo. "Si llueve lo mismo en dos o tres semanas, es muy difícil retener este agua y hay problemas de erosión del pueblo", dijo.

Los motivos de que suceda esto son varios y tienen que ver con el estado del suelo tras años de carestía de agua, las características que tienen las lluvias torrenciales y también un consumo excesivo, que hace que "más que almacenes de agua", los embalses parezcan "estaciones de transferencia de agua", donde "según llega, se gasta", particularmente en cultivos de regadío.

Así lo indica Santiago Martín Barajas, ingeniero agrónomo y responsable de Ríos de Ecologistas en Acción, que apunta a otros dos factores que influyen en los reducidos efectos de la DANA para acabar con la sequía. "El suelo está bastante seco" y "desde que llueve hasta que el agua se incorpora a los embalses tarda unos cuantos días", enumera, sin descartar que la cifra que ofrecía este martes Ribera de los 20.734 hectómetros cúbicos de agua que hay en los embalses, un 37% de los que podrían albergar, pudiera crecer cuando ese agua de las lluvias llegue a ellos. Sin embargo, advierte de que, al final, la lluvia afectó solo a algunas partes de la península -particularmente a la Comunidad de Madrid y Castilla-La Mancha- y que poco podrá hacerse si el agua de los embalses sale inmediatamente después hacia los regadíos.

Lluvia torrencial, no fina

En contacto directo con la tierra, los agricultores tienen claro cómo les gusta que sean las precipitaciones: "lluvia fina" y continua, todo lo contrario a lo que ocurrió en el primer fin de semana de septiembre, aunque de todos modos el problema era otro y tenía más que ver con la sequía "heredada" de los últimos años.

"Êl agua] no ha ido a los embalses porque lo ha absorbido el terreno, la sequía era tan fuerte que ni 100 libro por metro cuadrado ha hecho que corra por los arroyo y sea agua embalsada", explica Lorenzo Ribera, responsable de COAG en Castilla y León.

En esta comunidad la DANA no golpeó con tanta fuerza como en otras zonas y allí las decenas de litros de agua por metro cuadrado cayeron durante ocho o nueve horas, adecuado para empapar el suelo y poder filtrarse. Sin embargo, el agua se quedó allí porque también la tierra lo necesitaba. 

Añade que esta DANA más benigna en regiones como Castilla y León, además de las lluvias otoñales que Ribera espera como agua de mayo tampoco serán en vano . "Va venir bien, si [la lluvia] cae bien caída y es fina. La tierra ya está húmeda y no filtrará tanta agua, que correrá hacia los ríos y los pantanos", afirma. Sobre el exceso de consumo, añade que al menos por este año las cosechas de regadío han terminado salvo alguna excepción y no habrá que acudir a los embalses.

El Ministerio de Transición Ecológica indicaba este martes que las DANA ha supuesto un "alivio en algunas embalses" y "mejora la calidad de suelo", "pero no soluciona el problema existente".

Ríos de lodo

Sin embargo, las aguas torrenciales como las que se vieron hace días no ayudan, también por otro motivo que se une a su limitado efecto contra la sequía. Según explica Lorenzo Ribera, el agua desbocada por calles como las que se han visto por ejemplo en la provincia de Toledo arrastra un caudal de lodo y barro que, en el caso de que llega al río lo que hace es secarse 

"La lluvia bien caída se aprovecha bastante pero si es torrencial, como cada vez más vemos, hace daño y no se aprovecha ni para el riego ni para embalses", dice el representante de Coag.

La paradoja de que más agua no termine con la sequía se sustancia todavía más en algunas partes de Castilla-La Mancha, donde la DANA azotó con más fuerza, donde se llegaron a recoger 150 litros por metro cúbico y que, de acuerdo a los mapas del Ministerio de Transición Ecológica, se ubican buena parte de las áreas que están en emergencia por sequía o en alerta. La capacidad conjunta de sus embalses está al 29,4%.

"Una cosa es la situación del suelo y otra, del agua embalsada", advierte el responsable de COAG en esta comunidad, Joaquín Vizcaíno que, de nuevo achaca la ausencia de grandes efectos a la "sequía prolongada", con un año pasado en el que ha llovido muy poco y un invierno que fue muy seco.

Y apunta al papel del cambio climático en "periodos de sequía que son más repetidos y también las lluvias torrenciales", que no compensan para acabar la primera porque también son más frecuentes "los episodios de calor".

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