Antonio Muñoz Molina: "Las personas que escribimos somos quienes tenemos que defender la libertad de expresión"

fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista Antonio Muñoz Molina, tema de Rosa Ballarín
El escritor en el parque del Retiro, donde suele correr para mantenerse en forma.
JOSÉ GONZÁLEZ.
fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista Antonio Muñoz Molina, tema de Rosa Ballarín

"No me abrazarás nunca/como esa noche/ nunca/No volveré a tocarte/No te veré morir". Estos versos le dedicó la poeta uruguaya Idea Vilariño a su amante, Juan Carlos Onetti, cuando lo suyo terminó. Una declaración de amor dentro del desamor. Una explosión vital dentro de la muerte existencial. El último de esos versos, vibrante y triste a la vez, es el que da título a la última novela de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956), No te veré morir (Seix Barral): un lúcido reencuentro entre un hombre y una mujer que se amaron en tiempos imposibles del franquismo para ajustar cuentas con su corazón cuando la vejez y la enfermedad habitan ya en ellos. Convertida en una de las novedades editoriales del otoño, esta novela transita entre dos países, dos vidas y cinco décadas, y viaja de una juventud incierta a un ocaso feroz. Él, Gabriel, vive para aparentar, ella, Adriana, para no olvidar. Hasta que en el crepúsculo de sus días resolverán el pasado y el presente. Quien ganara el Princesa de Asturias de las Letras (2013) hace uso de su oficio en este relato con primor y belleza. Con el olfato de quien necesita la ficción para vivir por encima de la realidad.

El comienzo de su novela es prodigioso: una oración a lo largo de 73 páginas, sin un punto. ¿Cómo surge un arranque así?Esas cosas no se deciden. Uno vuelve a la ficción, no porque se te ha ocurrido una buena idea, una idea que parece prometedora. Es cierto que con la pandemia, mi inclinación a la ficción se quedó en suspenso. Quizás porque lo que ocurría era tan inaudito que lo que sentía, sobre todo, era la necesidad de apuntar y de hacer la crónica privada o pública de lo que estábamos viviendo. Porque, además, estaba convencido de una cosa que se me ha confirmado y es que aquello que era tan alucinante se olvidaría de inmediato. Entonces, sentía la necesidad de dar testimonio de aquello. De hecho, hice un libro entero sobre eso (se refiere a Volver a dónde). Como escritor, la no ficción me apasiona, pero también la pura ficción. Y siempre, cuando has pasado un tiempo dedicado a la no ficción parece que el cuerpo te la pidiera. Yo no proyectaba voluntariamente escribir una novela. 

Tal como lo cuenta parece fácil...Estaba en una disposición y, de pronto, un día se me cruzó esta historia que yo llevaba en la cabeza bastante tiempo, como un chispazo. Ese comienzo surgió porque me vi arrastrado. Lo escribía en un cuaderno y sinceramente no sabía a dónde iba ni tenía el proyecto de escribir una frase tan larga. No me dije, voy a ver si soy capaz, como quien dice a ver si sé hacer la Alhambra en palillos de dientes. Simplemente, el impulso que se me despertó cuando empecé a escribir me pedía seguir, y seguir y seguir. De una manera muy espontánea pero muy controlada de manera inconsciente. Tú ves que esa oración está perfectamente estructurada, tiene una sintaxis muy clara. Y luego hay una interrupción al final de cada capitulillo, que responde a cuando yo paraba de escribir. Tiene una cosa como orgánica. Cada capítulo del libro es una jornada de trabajo, una sesión.

Comentaba un becario de 20minutos al ver su libro que su nombre estaba en una lista de los escritores imprescindibles que le dio su profesor de instituto. ¿Se siente responsabilidad sabiendo que uno nutre los manuales de la literatura que aprenden otros?No, es una cosa mucho más primitiva. La parte de ti con la que escribes es la parte de ti más privada, más secreta y como más irreductible. La única responsabilidad que sientes es que lo que haces sea lo mejor que puedes hacer. Ni siquiera sientes, al menos yo, esto va a gustar o no, quién va a leer esto... Allí hay una fatalidad y vas a muerte, y lo que pase ya no depende de ti. Lo que ocurra con eso, que los libros sean más o menos leídos o estén en un manual... la parte de ti que escribe es completamente salvaje. No tiene más controles que los de su propia disciplina. Por eso es tan atractivo.

De niño yo era obediente, súperformal, un alumno modelo. En la adolescencia me hice muy rebelde

¿Qué tiene su personaje principal, el cabal Gabriel Aristu, de usted: obediencia, docilidad, formalidad, sensatez, disciplina...? El material más rico que tienes es tu propia alma, tu propia vida. Hay partes de mí en este personaje y también en el otro (Adriana Zuber). ¿Qué hay? Los seres humanos somos muy ambivalentes. Cuando yo era niño era muy obediente, súperformal, era como el alumno modelo. También era tímido. Luego en la adolescencia me hice muy rebelde. Otra cosa que a mí me pasaba es que mis padres eran personas que no habían tenido educación y no podían ayudarme: yo tenía que hacerme la matrícula en el instituto, rellenar los impresos de las becas. Desde muy joven tuve la gravedad, dijéramos, de tener que buscarme la vida. Y en la universidad había gente mucho más activista que yo, porque yo si perdía la beca no podía seguir estudiando. Tenía esa presión. Mi espíritu de rebeldía, que es muy profundo, se compensaba con un sentido a veces excesivo de la responsabilidad. Hay algo de ese personaje que está en mí. Como esa capacidad o preocupación de estar a la altura de las expectativas de otros. Yo no soy así, he hecho una vida menos dependiente de lo que otros esperaban de mí. Porque si hubiera hecho lo que mis pobres padres esperaban de mí, ahora sería agricultor.

Entonces, ¿quizás la rebeldía del autor sea la de la protagonista femenina, Adriana Zuber?Puede ser. Ese tipo de personaje femenino me seduce mucho, en el sentido literal de la palabra.

fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista Antonio Muñoz Molina, tema de Rosa Ballarín
Muñoz Molina, nacido en Úbeda (Jaén) tiene 67 años.
JOSÉ GONZÁLEZ

Su estancia en EEUU también se ve reflejada en este libro. ¿Tenemos sobrevalorada la cultura americana?Eso es así, la influencia de EE UU. Incluso, antes de ir yo allí, hay una parte de la cultura americana que se refleja, que es la cultura popular de siglo XX, la música, la literatura, el arte... En EE UU eso tiene una fuerza tremenda. Y eso me ha influido mucho y me sigue influyendo y me produce mucha admiración. El jazz, la música pop, la música clásica americana, la poesía... todo eso. Luego hay una parte que es mucho más cruel, menos interesante. Igual que la comida basura viene de EE UU, una parte de la cultura basura también viene de allí. Para mí, una parte de mi educación en el sentido más amplio de la palabra, la he adquirido allí, como el conocimiento del idioma. Y eso me ha abierto mundos a los que no habría llegado de otra manera. He aprendido muchas cosas allí. Y también he aprendido otras que no me gustan, desde la falta de protección a los débiles, hacia el que cae, el que fracasa, al sistema de la justicia, que tiene una crueldad tremenda y de las prisiones, que son una vergüenza de la humanidad. 

Luego está la política americana, tan desconcertante.Sí, luego también ha habido la política. Yo llegué a vivir allí cuando tomaba posesión Bill Clinton. He vivido desde eso hasta la victoria electoral de Trump y antes, George Bush hijo, la guerra de Irak, el 11-S, tengo un arco de experiencias directas muy rico. La deriva de la política y de la sociedad americana hacia la división extrema... esto es relativamente nuevo. Y peligrosísimo, imagínate que gane Trump. La campaña electoral de 2016 la vivimos allí con mi mujer (la escritora Elvira Lindo), y esa noche vinieron unos amigos, una pareja, él es americano. Estaba pálido. Lo más triste es que había gente, supuestamente progresista, que detestaba tanto a Hillary Clinton que no le importaba que ganara el rival. Eso te enseña mucho sobre la visceralidad. Gente como tú y como yo que Hillary por detestarla estás dispuesto a que gane el otro.

Este nuevo título es una historia de amor, con versos muy bellos. ¿Hay algún rasgo personal también en esto?Es como un sueño que tiene uno, encontrarse con la persona amada. El verso al que te refieres es un fragmento de La ciudad y las sierras de José María Eça de Queirós. Corresponde a cuando empezábamos a estar juntos. Elvira me mandó un telegrama con esas palabras y me gustó ponerlo dentro de la novela, además de que es un pasaje extraordinario. La frase es tremenda: Con todos los amores que hay en el amor... son todas las formas posibles del amor.

La Escritora Elvira Lindo
La escritora Elvira Lindo, mujer de Muñoz Molina.
EUROPA PRESS

¿Rezuma su argumento más tristeza o más nostalgia? Lo que quiere es hacer un retrato verdadero de la vida. Para hacerlo, es muy importante reflejar en lo posible el fluir y el cambio de los tiempos. Es una manera muy sintética de hacerlo porque tienes muy poco espacio: cómo son las cosas, cómo eran, cómo lo que era importante de pronto deja de serlo. Más que tristeza, es tener conciencia de lo que es el paso del tiempo, de lo que han vivido otros antes que nosotros.

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor o peor?Eso es una mala lectura que se ha hecho del poema de Jorge Manrique: "Como a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado es peor".

Esta novela se sitúa en tiempos donde no se podía hacer lo que uno quería siempre. ¿Teme el retorno de la censura en estos momentos?No podemos comparar una cosa con la otra. En los años 60, o menos, te podían prohibir un libro y te podían meter en la cárcel y arruinar la vida. Ahora hay conatos de censura, claro que sí, y tenemos que protestar contra ellos. Pero no creo que sea el gran peligro que tenemos. Y las personas que escribimos somos las que tenemos que defender la libertad de expresión, es decir, no dejarnos llevar por las coacciones ni por el miedo a ser antipático o a llevar la contraria. Tenemos la responsabilidad de decir aquello que creemos justo y verdadero, aunque vayamos a enfadar a algunos, no ya que están contra nosotros, sino a algunos que parece que son de nuestro pelaje. En el mundo tú ves países como Irán, Nicaragua, Rusia... Realmente, quejarnos nosotros de censura es un poco injusto para ellos. Ellos sí que están sufriendo la censura. Nosotros estamos sufriendo a veces coacciones muy marcadas por los empeños colectivos de las redes sociales, pero tenemos la potestad, incluso, la responsabilidad de decir en voz alta lo que pensamos sin más límites que la buena educación y el respeto. Hay que estar alerta y no aceptar más limitaciones que las del código civil.

Esta es una sociedad que da pocas oportunidades a la juventud, pero finge adorar la juventud

En su relato la vejez tiene un lugar destacado, hermoso y necesario. Hay una cosa que a mí me irrita mucho y que es paradójica. Esta es una sociedad en la que a la gente joven se le da muy pocas oportunidades, pero que finge adorar la juventud. Por todas partes hay una celebración de lo juvenil: en la publicidad, en los modelos de belleza... Y de lo que he ido dándome cuenta con el tiempo es que el tiempo puede aumentar la belleza. No que la belleza se mantiene a pesar del tiempo. Yo lo veo en las personas, sobre todo mujeres, que conozco. Son personas inteligentes, bondadosas, que tienen una vida equilibrada y llena de curiosidad e interés. Los veo y veo belleza. Emilio Lledó (catedrático de Lengua) tiene 95 años, es vecino mío. Te lo puedes encontrar en una tienda. Es un señor dotado de una curiosidad intelectual y de una capacidad de enfurecerse ante una injusticia, que habla con entusiasmo de los griegos y de pronto, lo ves en la calle, y va a las tiendas, con su traje de tweed, de sport, siempre impecable, con una cabeza cultural hermosa... Es un hombre bello. Igual que ves mujeres bellas que no necesitan cirugía, porque la belleza es una cosa mucho menos canónica de lo que parece y que es una mezcla de cosas físicas y espirituales.

Portada de la última novela de Muñoz Molina.
Portada de la última novela de Muñoz Molina.
CEDIDA

Pau Casals está muy presente en el argumento. Hace unos días, Puigdemont apelaba a la figura de este gran músico y al derecho de poder usar el catalán libremente. ¿Qué significa para un académico el uso de las lenguas y que venga un huido de la justicia a reclamarla?A mí lo que me sugiere es una cosa. España tiene la enorme ventaja de ser un país con varios idiomas perfectamente saludables y con unas culturas literarias ya muy asentadas. Eso es un hecho que tenemos que celebrar y que potenciar. Porque además, lo único que a mí me parece mal que se usen las lenguas como armas arrojadizas, o que se afirmen unas lenguas negando otras. ¿Cuál es la realidad? Es que España es un país en el que hay varias lenguas oficiales, protegidas por la Constitución y por los estatutos de autonomía. Lenguas que tienen que ser difundidas y protegidas en la educación y en la vida pública. Tienen que tener una presencia hasta simbólica, tiene que saberse que son lenguas españolas, de todos, no solo de ese territorio en el que se habla. También hay que aceptar el bilingüismo. No hay porque defender unas lenguas contra otras. Cuando yo estuve en el Cervantes de Nueva York, el 23 de abril leíamos Don Quijote, algunos lectores catalanes podían leer Tirant Lo Blanc en catalán y regalábamos una rosa a todo el que iba.

En sus casi cuarenta años de profesión atesora una larga de premios, muchos prestigiosos. No tiene el Cervantes aún. ¿Cree que lo merece?Es una cosa totalmente secundaria. ¿Eso cómo se mide? Ningún premio es tan importante para una obra literaria como se puede pensar. Hay premios que está bien recibir y que te ayudan en un momento dado. Y hay otros que te los pueden dar o no. Y no pasa nada, te lo digo con el corazón en la mano. Yo soy académico. Podía no serlo. Y eso como escritor ni me quita ni me añade nada. No soy mejor escritor por ser académico. Tampoco soy peor. Yo me siento muy honrado de estar en la Academia y he conocido a gente que he admirado y querido, pero podía no estar. No es un agravio objetivo que se le haga a alguien.

Premio para mí es que tus libros estén en una biblioteca y la gente los siga pidiendo

¿Cuál es el premio mayor, entonces? ¿Los lectores, la crítica...?Premio para mí es que un libro se siga leyendo a lo largo de mucho tiempo. Que haya gente que lo pide en las librerías, que esté en una estantería, en una biblioteca y que tenga sellitos de que la gente lo ha pedido. Yo cuando voy a la Feria del Libro y llega gente muy joven y me llevan novelas que escribí cuando ellos no habían nacido... Por ejemplo, El invierno en Lisboa, eso es un premio.

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Muñoz Molina siente devoción por Cervantes y por Pérez Galdós.
JOSÉ GONZÁLEZ

¿Un escritor tiene filtros para determinar que es lo mejor y lo peor de su obra? ¿O uno se vuelve insensible a su propia creación?Es muy difícil tener un juicio acertado sobre tu propio trabajo. Mientras lo haces y cuando lo públicas, tú tienes que sentir que no has podido hacerlo mejor. Que has puesto todo lo que tú tenías en ese momento. Pero también tienes que saber que eso no es una garantía. A veces, se han producido casos en la literatura y en el arte de gente que ha apreciado mucho una parte de la obra y al tiempo ha resultado que no era bueno. Cervantes, por ejemplo, estaba convencido de que su buen, buen libro de verdad era Persiles, y no el Quijote. Y una cosa en apariencia menor, te da más confianza. Hay libros míos que son menos leídos y conocidos, pero con los que yo siento más seguridad.

Entre sus influencias están Sandor Marai, Thomas Bernardt, Julio Verne, James Joyce... ¿Quiénes más le definen como lector?Para mí, además de Cervantes, que es supremo, y que leo continuamente, Pérez-Galdós es el más completo. Tiene una amplitud, una profundidad, una variedad experimental. Era un escritor que estaba tanteando siempre cosas.

El libro de mi hijo Arturo, 'Por un túnel de silencio' me dio mucha felicidad, puso en él mucha honestidad

Hablando de autores con renombre, hay gente prometedora más joven, como su hijo Arturo, que ha escrito un libro sobre el terrorismo muy interesante, Por un túnel de silencio. ¿Qué espera de él como escritor?Mucho, espero mucho. Me dio mucha felicidad ese libro. Porque vi el esfuerzo que él puso en el libro, la honestidad con que lo fue haciendo. Y he visto lo bien recibido que ha sido por mucha gente y por gente en el País Vasco, de distintas tendencias. Estoy muy contento. Hoy precisamente me va a hacer la comida, me ha prometido un arroz (Arturo Muñoz reside en Granada).

¿Qué pensaría Adriana Zuber, una mujer adelantada a su tiempo, del caso Rubiales?Pobrecilla. Reconocería una masculinidad que ella padeció en su juventud y diría ¿cómo es que esto no se ha extinguido todavía? Vería el ridículo. Lo masculino en cuanto se subraya cae en el ridículo, por eso hay tanta ansiedad masculina, porque ves esos hombres tan hombres... Hay un dicho mexicano que dice Soy tan macho que no me gustan las mujeres. En la performance de lo masculino siempre está el ridículo, por eso provocan tanta ira. Estos días me he fijado en la foto de Trump con esa cara desafiante. Esa masculinidad la hemos padecido también muchos hombres que éramos delicados, no muy activos, ni violentos, ni peleones. Son brotes que están conectados a otras cosas: a la corrupción, al abuso de poder. Yo de fútbol no entiendo, pero de repente te enteras de que este sujeto era público, recibía dinero de no sé quién... Tú imagínate que un actor, un escritor, un músico, participara de una fiesta con prostitutas que se supiera, y que lo pagara, por ejemplo, la editorial. En cambio, todo el que estaba en eso lo sabía. Son las cosas que todo el mundo sabe y no se dicen. Como cuando tristemente la sinvergonzonería del llamado rey emérito. No... esto se sabía. Yo no lo sabía y quienes lo supierais, haberlo publicado. A veces he tenido conversaciones con periodistas mayores que yo y les he preguntado que por qué han sido cómplices de todo esto, si lo sabían.

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