La UE sigue comprándole gas natural licuado a la Rusia de Putin: los 27 adquieren ahora un 40% más de GNL desde Moscú que antes de la invasión de Ucrania, según un estudio de la ONG Global Witness a partir de datos de la consultora Kpler. En este sentido, España y Bélgica lideran la clasificación. Desde el inicio de 2023, España representó el 18% de las ventas totales de gas natural licuado de Rusia y Bélgica el 17%, solamente superadas por China, que compró el 20%. En total, los Estados miembros de la UE han invertido 5.290 millones en el GNL ruso.

Entre enero y julio de 2023, los países de la UE compraron 22 millones de metros cúbicos de GNL, frente a los 15 millones de metros cúbicos durante el mismo periodo de 2021. Se trata de una subida mucho más acusada que el aumento medio mundial de las importaciones de GNL ruso, que se sitúa en el 6%. Los países de la UE compran ahora la mayor parte del suministro ruso, apuntalando una de las fuentes de ingresos más importantes del Kremlin. Entre enero y julio de este mismo año, la UE compró el 52% de las exportaciones rusas, frente al 49% en 2022 y el 39% en 2021.

Estos datos llegan después de que en marzo la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, instara a los Estados miembros y a las empresas de la UE a dejar de comprar GNL ruso. En este sentido, también la ministra (ahora en funiones) de Transición Ecológica, Teresa Ribera, pidió a los compradores españoles que no firmaran nuevos contratos de este combustible, calificando la situación de "absurda".

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En cambio, una investigación reciente de Global Witness ha revelado que Shell y TotalEnergies han seguido comerciando con GNL ruso tras la invasión. El análisis de Global Witness de julio de 2023 mostró que Total es el mayor comprador no ruso de gas licuado del país, comprando casi 4,2 millones de metros cúbicos de GNL ruso desde principios de año. Y un análisis anterior de Global Witness reveló que entre marzo y diciembre de 2022, Shell compró y vendió el 12 por ciento de todas las exportaciones de Rusia, más de 7,5 millones de metros cúbicos de GNL.

En ese escenario, Jonathan Noronha-Gant, responsable de la campaña sobre combustibles fósiles de Global Witness, declaró que el sistema energético europeo basado en el gas fósil "es un desastre climático y un riesgo para la seguridad, que financia regímenes belicistas y alimenta fenómenos meteorológicos extremos y mortales". El hecho de que las capitales nacionales estén comprando más GNL a Rusia que antes de la guerra demuestra, dice, "que no estamos avanzando lo suficientemente rápido para sustituir el gas por energías renovables". 

Así, hace un llamamiento a los 27. "Los gobiernos deben darse cuenta de la realidad de nuestra dependencia del gas fósil y elaborar un plan de emergencia para eliminarlo por completo, empezando por prohibir el comercio del gas ruso que está llenando los bolsillos de Putin", sentenciaron desde la ONG. Para los investigadores, "comprar gas ruso tiene el mismo impacto que comprar petróleo ruso" porque "ambos financian la guerra en Ucrania, y cada euro significa más derramamiento de sangre".