Los reporteros de la tele de antaño acudían casi a diario a la madrileña calle Preciados o a las Ramblas de Barcelona. Se aseguraban la multitud suficiente para encontrar buenos titulares. Incluso para encontrar a personas sin vergüenza que corrían a la masificación del corazón de la ciudad para ver si se topaban con una cámara y salían por la tele.

Los reyes del TikTok han cogido el testigo de aquellos telereporteros, pues se han percatado del filón de la entrevista rápida. El truco es repetir prácticamente siempre el mismo patrón. Vídeos cortos, con preguntas concretas, que retratan la singularidad de las tribus urbanas. Lo de siempre, pero empaquetado para la instantaneidad del 'like'. Si tomas una de sus cápsulas, necesitas ver la siguiente. Y la siguiente. 

"¿Nos puedes decir tu outfit de arriba hacia abajo, diciéndome tienda y precio?" es una de las tiras de mayor éxito. La ejerce, entre otros, @iixam1.0. La indiscreción de la ropa, que ya exploraba la tele de los noventa -con test callejeros muy parecidos en Desesperado Club Social de Antena 3 o en los programas de tendencias de Canal Plus-, ha encontrado su ecosistema perfecto en la red. Pero hay otros usuarios de TikTok que juegan mucho más fuerte con nuestra morbosa curiosidad: son los que intentan cazar el asombro con jóvenes dispuestos a fardar de sus cuentas rebosantes de dinero. O eso dicen ellos.

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Es una nueva estirpe, fanfarrona e inconsciente, que no duda en alardear de ingresar más de 30.000 euros al mes. Eso sí, sonrojándose un poquillo. Aunque con esa delatadora media sonrisa de "mira, qué listo soy". 

Sean ciertos o pactados (gran parte son fakes teatralizados), estos vídeos realizan una peliaguda apología de "para qué" te vas a motivar con los estudios o el trabajo, si vas a embolsarte un pastizal con "simplemente" mostrar tu físico a través de aplicaciones. Algunas empresas, de hecho, utilizan estas encuestas como anzuelo para promocionarse y animar a comercializar la exhibición corporal. 

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Como si vender el cuerpo fuera poner en venta un jarrón en Wallapop. Como si el cuerpo fuera un objeto, una cosa. Olvidándonos de que el cuerpo somos nosotros mismos, con todas nuestras emociones. No es cuestión de moral, es la perversión de la naturalidad con la deglutimos vídeos y vídeos que hacen apología de un dinero fácil "rápido" que, sobre todo, rentabilizan los mercaderes de las aplicaciones. 

Pero TikTok apenas tiene filtros éticos. Es la jungla de la viralidad, copies a quien copies, asustes a quien asustes. Y da igual que sean verdad o mentira esas cifras económicas, para el tiktoker lo importante es arrasar en visionados y para el entrevistado quedar como el más astuto del lugar. Aunque quizá sólo sea un juguete roto de una audiencia que cada vez pedirá más, y más. O cambiará de cuerpo. Porque sólo ve un cuerpo a consumir en vez de una persona a entender.

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