Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El caso de Daniel Sancho: todos los ingredientes escabrosos para el show mediático

Cronología, claves, sospechas...todas las dudas y certezas del 'caso Daniel Sancho'
Cronología, claves, sospechas...todas las dudas y certezas del 'caso Daniel Sancho'
Cronología, claves, sospechas...todas las dudas y certezas del 'caso Daniel Sancho'
Cronología, claves, sospechas...todas las dudas y certezas del 'caso Daniel Sancho'.
WOCHIT

Ha vuelto a resonar en los medios de comunicación un término eufemístico que ya estaba denostado. Se lanzaba para justificar la violencia machista. Ha vuelto la utilización de la expresión 'crimen pasional'. Y no, no es un 'crimen pasional'. Pero así se ha llegado a denominar al caso de Daniel Sancho, que copa los programas diarios por su crudeza y, sobre todo, porque cuenta con ingredientes perfectos para convertir un asesinato en el espectáculo del culebrón

Un hijo de famoso con cuerpo de gimnasio, un señor cirujano troceado y un lugar exótico, visto desde los ojos de España. Parece la premisa de un telefilme de tarde, aunque es la realidad. Retorcida realidad, pues da la sensación que la víctima causa indiferencia. Aquí, como en las novelas de Agatha Christie, sólo importa el asesino. Los medios de comunicación pasan por encima del ejecutado, que es latinoamericano, homosexual y encima no cumple unos cánones de belleza. 

Preocupa el retoño y nieto de dos queridos actores con los que hemos crecido. Daniel Sancho ha heredado la imagen de galán del que enamorarse. Su apolíneo y bronceado torso es público, gracias al narcisismo de las redes sociales. Y, al estilo de un ídolo de póster central de Superpop, sus músculos desnudos protagonizan portadas de revistas de corazón, más preocupadas por él y por su padre que por el dolor de la familia del destripado. El mundo al revés: la empatía sobresalta con el que confiesa haber perpetrado un crimen en un país con pena de muerte. Algunos medios hasta se muestran afligidos porque al "joven", así lo llaman, le han rapado su melena en prisión, "pobre".

Se dulcifica al asesino y casi se borra a la víctima real, el asesinado. No interesa. Como si no fuera "uno de los nuestros". De nuevo, este caso saca a flote las malas praxis de programas y publicaciones que repiten mucho "queremos ser respetuosos", mientras escarban en conspiraciones y especulaciones portadoras de estigmas sociales que equiparan, por ejemplo, una sexualidad a conductas sórdidas. Incluso osan en demonizar a la persona descuartizada. El cinismo del amarillismo siempre aparece para delatar el machismo, el racismo, el clasismo y la LGTBIfobia que siguen campando a sus anchas. De hecho, constata que no se trata a todas las personas por igual. Aunque nos llenemos la boca afirmando que sí. 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento