Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El futuro del periodismo es 'Informe Semanal'

Mari Carmen García Vela, conductora más recordada de la historia de 'Informe Semanal'
Mari Carmen García Vela, conductora más recordada de la historia de 'Informe Semanal'
RTVE
Mari Carmen García Vela, conductora más recordada de la historia de 'Informe Semanal'

El próximo 31 de marzo Informe Semanal cumplirá 50 años en Televisión Española. La fórmula llegó sencilla, aunque incluso adelantándose a su tiempo: un programa de reportajes en busca de enriquecer con la profundidad de los contextos la actualidad de la semana. Reportajes con la virtud de ser breves, no mucho más de cinco minutos. Aquellas piezas, creadas en los setenta, ya eran perfectas para ser compartidas en las redes sociales. Cuando todavía no sabíamos muy bien qué era eso.

Desde aquella televisión de transición hacia la libertad, han evolucionado obviamente las narrativas audiovisuales. Aparentemente, mucho. ¿Realmente, tanto? Lo cierto es que la esencia del periodismo clásico ilumina con mismos valores. La diferencia está en que la información se trajina a tal velocidad que es sencillo convertirnos en replicantes. Y eso no es exactamente periodismo. El periodismo es intentar enfocar más allá, elaborar la crónica desde la mente abierta que no diseña el titular que se va a publicar antes de tener amasado el conocimiento.

Pero vivimos en un estado de emergencia. Cuando la urgencia no siempre es aliada del periodismo. El espectador ya no espera al Telediario, ya siente que sabe todo lo que ha sucedido. Lo ha visto en su móvil, y sin casi necesidad de entrar en ningún medio de comunicación convencional. El caudal informativo -e incluso el caudal que se hace pasar por informativo- asalta a nuestros ojos a través de las redes.  

Ante tantos impactos anónimos, la audiencia necesita prescriptores en quien confiar. Lugares seguros, por fiables. Y ahí viene el porvenir de marcas como Informe Semanal, que desprenden la fuerza de la credibilidad. De hecho, el veterano programa tiene una herramienta aún mejor que su nombre para alumbrar el devenir periodístico: volver al contexto que otorga ese reportaje puro, que protagoniza las escaletas de su medio siglo de historia.

Es el momento justo de aprender más de la esencia del reportaje de siempre. El reportaje reúne todos los ideales del periodismo en un solo género. Primero, el trabajo de documentación. Después, salir a la calle para tomar el pulso a la entrevista que te desmonta parte de la documentación. Y, finalmente, la mirada propia del periodista, que une los matices encontrados hasta coser la perspectiva que permite comprender. 

Esa mirada propia del periodista no es incompatible con el ejercicio honesto de acercarse a la objetividad. Al contrario, la mirada propia es fundamental para que las piezas informativas conecten mejor con la empatía del espectador. Con la mirada propia se innova, se desmontan los convencionalismos y se estimula la reflexión desde la emoción. En el archivo de Informe Semanal hay mucho de todas esas cualidades, que no son otra cosa que aprovechar la creatividad para narrar mejor la historia. Véase el reportaje Homosexuales, aquí y ahora (1981), de Rosa María Calaf, que se inicia deliberadamente con la poderosa imagen del entrevistado cuestionándose el propio tabú del espectador: "¿Me vais a sacar en penumbra?".  Con sólo una estampa visual, con sólo un encender las luces, se sacaba de la clandestinidad y de la sordidez algo que no la tenía, pero que los medios estigmatizaban dibujándolo como sucio y oscuro. Véase el reportaje Regreso al Liceo (1994), propiciando el descriptivo momento único de Montserrat Caballé reencontrándose y cantando a las ruinas de su teatro incendiado. O véase, entre tantos, Pintoras en la sombra (2019), uno de los últimos trabajos de Alicia G. Montano, dedicado a las pintoras del Museo del Prado. 

Pero Informe Semanal también tiene que pelear contra su propia imagen de programa viejo. Volver a lanzarse a la autoría desde el prisma de hoy. Ya no basta con la declaración y un plano detalle de unas manos para editar corriendo los fragmentos relevantes de las entrevistas. Mejor escribir historias con la arquitectura de la curiosidad. Curiosidad sagaz, siempre vinculada a los creadores que elaboran artesanalmente el reportaje: periodista, realizador, cámaras. Porque el periodismo con el toque maestro de los nombres propios es tan necesario como antes. Aunque parezca que ahora podemos saltarnos las portadas de los periódicos y evitar los Telediarios. Porque sentimos que conocemos todo antes. Desordenadamente y descontextualizadamente antes.  

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