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Primera terapia génica contra la distrofia muscular de Duchenne: ¿promesa o fiasco?

  • EEUU ha aprobado el primer tratamiento genético contra esta enfermedad rara.
  • Persisten las dudas sobre su eficacia y seguridad, a la espera de un último ensayo clínico que debería despejarlas.
Imagen al microscopio del tejido muscular defectivo en un paciente de distrofia muscular de Duchenne.
Imagen al microscopio del tejido muscular defectivo en un paciente de distrofia muscular de Duchenne.
Dr. Edwin P. Ewing, Jr. / Wikipedia
Imagen al microscopio del tejido muscular defectivo en un paciente de distrofia muscular de Duchenne.

Cuando se trata de enfermedades raras, cualquier pequeño avance es una gran victoria. Por desgracia, los enfermos ya saben que cualquier titular triunfalista publicado en los medios no va a ser su salvación, como a menudo y desafortunadamente se da a entender. Pero la ciencia se construye siempre sobre avances previos, aunque a veces la gran resonancia pública de algo, o la falta de información, produzca en algunas personas la impresión de que ha surgido de la nada, como una especie de repentino eureka. En ciencia no hay milagros, ni eurekas, ni genialidades individuales, sino trabajo, trabajo y trabajo.

Es por ello que la nueva terapia génica aprobada recientemente en EEUU contra la distrofia muscular de Duchenne (DMD) solo para niños de entre 4 y 5 años no va a ser tampoco la panacea para los afectados por esta terrible enfermedad, que globalmente se estiman en uno de cada 5.000 nacidos; un dato que sirve, una vez más, para dejar claro que las llamadas enfermedades raras pueden llamarse como se quiera, siempre que comprendamos que estamos hablando de algo mucho más frecuente que, por ejemplo, que a uno le toque el Gordo de Navidad; solo una posibilidad entre 100.000 números y, a pesar de ello, la mayoría de la gente compra pensando ¿y si toca?

La rareza de la DMD tampoco lo es en lo que se refiere a lo enigmático de sus causas. De hecho, podría decirse que es una de las enfermedades raras menos extrañas. Se sabe perfectamente qué la provoca, por qué y cómo: un gen del cromosoma X produce la distrofina, una proteína que mantiene la integridad de las fibras musculares.

Cuando el gen es disfuncional (por eso los afectados suelen ser niños XY, ya que las niñas XX tienen una copia de salvaguarda), el músculo se va deteriorando. Las personas con DMD tienen su esperanza de vida muy reducida, aunque los tratamientos han conseguido extenderla.

La nueva terapia consiste en introducir una versión reducida del gen de la distrofina

La nueva terapia génica en cuestión consiste en proporcionarles a los pacientes un gen funcional de la distrofina. Como el gen completo es muy grande y difícil de transportar completo a las células, se utiliza una versión reducida, una mini o microdistrofina. La terapia génica que ha obtenido la aprobación acelerada de la Agencia de Fármacos de EEUU (FDA) viene de la compañía Sarepta Therapeutics bajo la marca Elevidys y consiste en un vector —un virus adenoasociado (VAA) modificado, usado habitualmente en terapias génicas— que transfiere la microdistrofina a las células musculares del paciente. El tratamiento tiene antecedentes en la DMD: otras tres compañías han trabajado en terapias similares.

Grandes obstáculos

Pero hay tres pegas. La primera: como el ADN de la microdistrofina no se integra en el genoma de la célula, sino que se queda fuera de él como si fuera un nanocromosoma independiente, algunas de las nuevas fibras musculares producidas a partir de las células madre heredarán el nuevo gen, pero otras no. Y esto quiere decir que, a largo plazo, el efecto se diluirá. Esto ya se ha visto con las terapias génicas experimentales contra la DMD: un niño de siete años que recibió una terapia similar de Pfizer tuvo una mejoría espectacular en dos meses, pero con los años el beneficio comenzó a desaparecer.

La segunda pega es aún más grave: aunque los VAA se han utilizado de forma segura en humanos durante décadas y por ello suelen calificarse como inofensivos, esta terapia requiere una ingente cantidad de virus para llegar al mayor número posible de células eludiendo la respuesta inmune del organismo contra el virus. Y en dosis tan elevadas están resultando no ser tan inocuos. Al menos una docena de muertes asociadas a terapias génicas se han atribuido posiblemente a la toxicidad del VAA en grandes dosis.

Los científicos sospechan que se está sobrepasando el límite de la máxima dosis individual tolerada. Una máxima de la biomedicina, tan clásica como Paracelso, es que el veneno no depende de la sustancia, sino de la dosis, y la utilizada en este caso es inusualmente alta para una terapia génica. Los investigadores plantean explorar posibilidades como sustituir la dosis única por dosis menores repetidas, y dar a los pacientes un tratamiento inmunosupresor o bien filtrar de su sangre los anticuerpos que desarrollan contra el virus.

El tratamiento ha pasado el filtro de la FDA en EEUU con un aprobado raspado, y aún hay muchas dudas

Es por ello, y porque los evaluadores no estaban convencidos del beneficio del tratamiento, que el Elevidys ha pasado el filtro de la FDA con un aprobado raspado: basándose en los resultados de los tres ensayos clínicos, en fases 1 y 2, los asesores expertos externos votaron 8 a favor y 6 en contra, lo que llevó a la agencia a dar luz verde a la autorización acelerada. Lo de “acelerada” significa que la aprobación es provisional mientras se completa el ensayo de fase 3 que ahora está en marcha y cuyos resultados se conocerán a lo largo de este año.

Nos queda hablar de la tercera pega, que no es tal, sino un obstáculo insalvable para la inmensa mayoría de la humanidad. Es el coste del tratamiento, según publica Healthnews: 3,2 millones de dólares. Y ante esto, cualquier comentario adicional está de más.

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