Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Fer de 'Pasapalabra', el triunfo de solo parecerte a ti mismo

Fer de Pasapalabra concentrado en pleno Rosco
Fer de Pasapalabra concentrado en pleno Rosco
Atresmedia
Fer de Pasapalabra concentrado en pleno Rosco

El éxito de Pasapalabra no para. La épica del rostro final, es clave. El resto de pruebas que no dan tregua al juego desde casa, también. De las estimulantes sopas de letras al adivinar canciones de nuestra vida. Aunque el gran puntal del concurso son sus concursantes.

Mientras la televisión generalista vive unos tiempos en los que parece que pretende ir hacia una batalla de los clones, donde presentadores, periodistas y rostros varios se están cortando por estrechos márgenes estéticos e identitarios, en Pasapalabra se abren camino personas que destacan por todo aquello que las hace únicas.

Y la audiencia se identifica poderosamente con ellas. Ni van repeinados ni disfrazados de nada. Ni siquiera buscan impostar una perfección inexistente. Simplemente intentan ser. Aunque se sepan casi todas las páginas del diccionario.

Fernando Castro, de Santiago de Compostela, es el último concursante que ha destacado por un carisma que, paradójicamente, hubiera sido rechazado en muchos otros tipos de programas de la pantalla de hoy. Fernando Castro, aunque él mismo ha preferido que le llamen Fer. Sin más. Ahí también se define su carácter empático en el ojo del espectador.

Investigador en la Universidad de Santiago de Compostela y en el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago, Fer transmite una peculiar timidez pícara que, para algunos, podría dar la sensación de anti-telegénica por desconcertante cuando, en realidad, es puro carisma televisivo. Porque Fer todo el rato está transmitiendo sensaciones en su gestualidad que no remite a la extroversión habitual en los castings de los concursos de cultura general. 

Si responde el rosco, contagia la profunda concentración en su singular manera de perder la mirada. Si toca bailar canciones en la pista musical, su cuerpo se mueve como si estuviera danzando ante el espejo de su cuarto. Si le pregunta Roberto Leal cómo está hoy, la retranca gallega asoma. Y, entonces, la sonrisa cómplice ilumina su cara, despertando un vínculo inesperado con el público. Sin necesidad de utilizar más palabras que las justas en Pasapalabra.

Fer no entra en ningún molde y, por eso mismo, representa el 'sentidiño' que es un espejo de la representatividad social. Porque su forma de ser transmite una maravillosa verdad que no se puede interpretar desde una televisión en la que tanta gente está constantemente interpretando.

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