Somos asgardianos: así era nuestro antepasado hace 2.000 millones de años

  • Según la ciencia actual, descendemos de un tipo de seres unicelulares primitivos llamados arqueas de Asgard. 
  • El nombre vikingo hace referencia a su hallazgo en un lugar del fondo marino llamado el Castillo de Loki. 
Una imagen del Castillo de Loki.
Una imagen del Castillo de Loki.
Centre for Geobiology (University of Bergen, Norway) by R.B. Pedersen
Una imagen del Castillo de Loki.

En 2008 una expedición científica dirigida por la Universidad de Bergen (Noruega) descubrió entre Islandia y el archipiélago de Svalbard, a 2.352 metros de profundidad en el océano, un campo de chimeneas hidrotermales. Este tipo de estructuras marinas, formadas por grietas que expulsan agua caliente y gases del interior de la Tierra, tienen una gran importancia científica no solo para la geología o la biología marina: hoy se piensa que fue en lugares como estos donde pudo originarse la vida en la Tierra. Y por lo tanto, en ellos podrían encontrarse aún descendientes parecidos a aquellos primeros seres vivos.

Por la zona donde fue encontrado y por el origen noruego de los científicos, llamaron a aquel campo el Castillo de Loki, ya que la imagen de las chimeneas les sugirió un castillo de fantasía, y pensaron que nada mejor que dedicar el nombre de un lugar tan difícil de encontrar al famoso dios vikingo del engaño y la traición que las sagas de Marvel han popularizado.

En años posteriores, las muestras tomadas del Castillo de Loki revelaron la presencia de un grupo único de arqueas. Las arqueas son seres unicelulares simples que tras su descubrimiento inicial se clasificaron con las bacterias bajo el nombre de arqueobacterias. Pero en 1977 el microbiólogo Carl Woese comprobó que en realidad formaban un gran grupo totalmente diferente, al mismo nivel que las bacterias y los eucariotas (el grupo que nos incluye a todos los seres vivos formados por células con núcleo, desde los protozoos hasta los vertebrados). Por ello, Woese propuso cambiar el nombre de arqueobacterias por arqueas.

Pero esta clasificación de la vida terrestre en tres dominios, bacterias, arqueas y eucariotas, ha sido cuestionada en las últimas décadas, al descubrirse que los eucariotas, en realidad, descendemos de las arqueas. Y que, por tanto, a efectos de la clasificación evolutiva de los seres vivos en sus grupos de más alto rango, también pertenecemos a las arqueas.

El mundo de Asgard

Las arqueas que se hallaron en el Castillo de Loki eran tan diferentes a las conocidas hasta entonces que formaron un nuevo grupo dentro de las arqueas: las lokiarqueas. Lo más interesante de las lokiarqueas era que mostraban ciertos rasgos parecidos a los eucariotas, por lo que ofrecían un posible puente en la evolución hacia estos; eso que popularmente (y erróneamente) se llama un eslabón perdido.

Pero después se supo que las lokiarqueas no eran únicas en su clase. En 2016 otro equipo dirigido por la Universidad de Texas descubrió en Carolina del Norte otro grupo de arqueas emparentadas, a las que llamaron thorarqueas, siguiendo la línea de los dioses vikingos. Y aún después se unieron las odinarqueas, las heimdallarqueas y otros grupos hallados en distintos lugares. En 2017 todas ellas se clasificaron dentro de un nuevo grupo más grande que no podía llamarse de otra manera: Asgard, o asgardarqueas.

Asgard es un superfilo, una categoría de clasificación que está por encima del filo; filos son, por ejemplo, moluscos, artrópodos o el nuestro, los cordados. Eso quiere decir que el superfilo engloba varios filos. Y dado que nosotros descendemos de las arqueas, y más concretamente de las Asgard, nosotros también somos Asgard. Las relaciones de parentesco entre los distintos grupos de Asgard aún son provisionales, pero una de las versiones engloba dos grandes ramas, una que comprende a las Loki, Odín, Thor y otras, y una segunda que a su vez se divide en dos: Heimdall y otras, y eucariotas.

Los humanos somos arqueas de Asgard tanto como las aves son dinosaurios

Resumiendo todo lo anterior: somos Asgard, o asgardarqueas, tanto como las aves son dinosaurios. Es decir, en la clasificación de los seres vivos pertenecemos a una categoría que nos engloba junto con otros parientes, todos estos a su vez incluidos en otra categoría mayor que también comprende a otros parientes más lejanos, y a así sucesivamente hasta llegar a nuestro grupo madre de mayor rango, las arqueas.

Así, según la clasificación actual, los humanos somos (de forma resumida; la lista completa es mucho mayor), desde el grupo más grande al que pertenecemos (dominio) al más pequeño (género y especie), arqueas asgard eucariotas amorfeos obazoos opistocontos animales eumetazoos bilaterales deuteróstomos cordados vertebrados gnatostomados osteíctios sarcopterigios ripidistios tetrapodomorfos estegocéfalos tetrápodos reptiliomorfos amniotas sinápsidos terápsidos mamaliomorfos mamaliaformes mamíferos terios euterios placentarios primatomorfos primates haplorrinos simiiformes catarrinos hominoideos homínidos homininos homininis hominina Homo sapiens.

Un abuelo común

Un nuevo estudio ha venido a refinar nuestra ubicación dentro del superfilo de Asgard. Un equipo internacional dirigido por las universidades de Wageningen (Países Bajos) y Uppsala (Suecia), con la participación de científicos españoles expatriados, describe un nuevo grupo de Asgard al que han denominado hodarqueales, en honor al dios Hod, hijo ciego de Odín y Frigg que era engañado por Loki para matar a su hermano Balder.

Las hodarqueales pertenecen al grupo de Heimdall, y los investigadores concluyen que en realidad los eucariotas somos una rama paralela a las Hod dentro de las Heimdall. Es decir, que en nuestro nombre y apellidos debemos incluir que, dentro de Asgard y antes que eucariotas, somos también arqueas de Heimdall.

Todo esto puede sonar tremendamente abstruso. Pero en la práctica, lo que significa es que los investigadores han encontrado lo más parecido que existe hoy a la célula primigenia que hace unos 2.000 millones de años fue el ancestro común de humanos, monos, truchas, champiñones, tomates, amebas y todos los demás seres vivos de este planeta que estamos formados por células con núcleo: las hodarqueales.

Nuestros ancestros se adaptaron a vivir en aguas algo más frescas y a alimentarse de carbono orgánico

No son nuestros ancestros porque ninguna especie actual es antepasada de otra especie actual. Pero su antepasado y el nuestro son los mismos, con la diferencia de que nosotros hemos cambiado enormemente desde entonces, mientras que las hodarqueales son probablemente mucho más parecidas a aquel abuelo común suyo y nuestro: células que se apartaron un poco de los calores de las fuentes hidrotermales para vivir en aguas algo más frescas, y que en lugar de comer piedras como hacían las asgardianas hasta entonces, evolucionaron para alimentarse de carbono orgánico, como hacemos hoy todos los eucariotas.

Los científicos están cada vez más cerca de saber cómo era, no el primer ser vivo de la Tierra, algo que es más bien un concepto teórico, sino el descendiente de este que fue el último antepasado común de todas las especies que han vivido en este planeta; en el caso del nuevo estudio, de todos los eucariotas. Por el momento lo que sabemos, citando a uno de los coautores del estudio, Brett Baker, es que “todos somos asgardianos”.

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