Iñaki Ortega Doctor en economía en la Universidad en internet UNIR y LLYC
OPINIÓN

Quién salta la hoguera

Un joven salta una hoguera durante la noche de San Juan en la playa de la Malvarrosa de Valencia.
Un joven salta una hoguera durante la noche de San Juan en la playa de la Malvarrosa de Valencia.
Biel Aliño / EFE
Un joven salta una hoguera durante la noche de San Juan en la playa de la Malvarrosa de Valencia.

Las hogueras han tomado España en la noche de San Juan. Una tradición que se pierde en la historia para conmemorar al mismo tiempo el inicio del verano y el milagroso nacimiento del hijo de una pareja de ancianos, Zacarías e Isabel. Este solsticio es la noche más corta del año y se celebra con verbenas y juergas en las que nunca falta el fuego. En las plazas y en las playas se encienden hogueras alrededor de las cuales se arremolinan los paisanos. El cristianismo nos cuenta que un fuego similar fue hecho por los padres de San Juan Bautista para dar gracias a Dios por el inesperado nacimiento de su hijo cuando ya lo había dado por debido dada su avanzada edad. 

El fuego también recupera esa noche un significado purificador, y además de dar gracias porque llega una estación luminosa y buen tiempo, aprovechamos para quemar imaginariamente lo peor del frío invierno y del último año. Nuestra mirada fija en las llamas hace que surja el milagro de que los malos recuerdos se calcinen en la lumbre hasta desaparecer de nuestra memoria. Se queman en la pira para afrontar un verano sin lastre alguno. Pero hay algunos que optan por algo más audaz, que es saltar por encima del fuego. Una tradición que protagonizan jóvenes desafiando a la gravedad y a las brasas al rojo vivo. 

Porque de padres a hijos se ha trasladado que, si eres capaz de saltar las llamas, tendrás un año por delante de buena suerte. Todos los veranos miles de valientes lo logran, aunque al mismo tiempo unos cientos acaban en urgencias con quemaduras de primer grado en las plantas de sus pies. Nadie ha visto a los candidatos a presidente del Gobierno saltando una de estas fogatas. O por lo menos yo no lo he leído. Pero dejad que mi imaginación fluya. 

Un vigoroso Pedro Sánchez que ha entrenado durante toda la semana reclama que todos los candidatos asuman el compromiso de superar la prueba del fuego. Por su parte, él brinca con espléndida técnica y la mejor de sus sonrisas mirando a la cámara. Alberto Núñez Feijóo salta —como haríamos cualquiera de nosotros— con algo de cara de susto sobre una discreta hoguera humeante. Santiago Abascal, nadie sabe cómo, pero camina con determinación por encima de las brasas sin mostrar dolor alguno. Yolanda Díaz opta por una hoguera de leds que no contamina y además le permite una estética declaración sin riesgo de quemaduras.

Todos nuestros candidatos logran el objetivo de este imaginario salto, y quiero pensar que les queda la duda de si funcionará el embrujo de la primera noche del verano. ¿Serán los llamados a la gloria o acabarán en la enfermería?, ¿serán decapitados como Juan el Bautista o pasarán a la historia como ese mismo santo? Me temo que por mucha fe que tengan en su partido o nosotros en las encuestas, no sabe nadie qué pasará. La buena noticia para todos es que ya queda menos y en cuatro semanas votaremos, si el calor no lo impide, de una manera democrática y afrontaremos un nuevo destino para nuestro país que esperemos que sea tan luminoso como estos días de junio. Lo necesitamos.

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