Tras la tragedia del Titan a buen seguro que el ciudadano británico Chris Brown confiará aún más en su percepción de las cosas. Iba a embarcarse en el sumergible de OceanGate, pero a última hora se echó atrás. El Titan le pareció algo chapucero, no le dio confianza. "Ya no puedo subirme a esta cosa", le dijo a la compañía.
Chris Brown, de 61 años, es un magnate del marketing digital en Reino Unido. Es (era) amigo del multimillonario británico Hamish Harding, una de las cinco personas que perdieron la vida al implosionar el Titan. Los dos amigos compartieron unas vacaciones en la isla privada de Richard Branson y tras unas cervezas decidieron pagar la fianza del 10% del viaje hasta los restos del Titanic, explica el Daily Mail.
En 2018, Brown fue a las Bahamas a ver parte del proceso de prueba del batiscafo. Y lo que vio no le gustó nada. Varias partes del Titan le parecieron "un poco chapuceras". Ocurrió, además, que durante aquel ensayo un rayo, asegura, hizo estallar todos los componentes electrónicos del submarino.
Descubrí que utilizaban viejos postes de andamiaje para lastrar el submarino y que sus controles se basaban en mandos de juegos de ordenador"
'Doing it at frequency every 30 minutes - that suggests human'
— BBC Breakfast (@BBCBreakfast) June 21, 2023
Chris Brown, a friend of Hamish Harding, spoke to #BBCBreakfast after reports 'underwater noises' have been heard from the missing Titanic sub which has 5 people on boardhttps://t.co/cGTcGPcYqh pic.twitter.com/2ZMS0miJfk
"Descubrí que utilizaban viejos postes de andamiaje para lastrar el submarino y que sus controles se basaban en mandos de juegos de ordenador", ha declarado a The Sun. "Si quieres construir tu propio submarino, probablemente puedas utilizar barras viejas de los andamios, pero se trataba de una nave comercial", reprocha el empresario a Ocean Gate.
Además, en aquel ensayo de 2018, Brown encontró en el batiscafo "espacios pequeños y estrechos. No me gustaban algunas cosas del diseño, como los propulsores en el exterior con los cables allí. Me parecía que aquello corría peligro de engancharse", asegura.
¿Quién certifica ésto?
Este empresario hizo lo que hubiera hecho en su empresa, un análisis empresarial y a fondo. ¿Quién verificaba todo aquello? "Lo que realmente hizo decidirme fue que se negaron rotundamente a obtener cualquier tipo de certificación. Parecía que no tenían intención de obtener ninguna certificación para bajar a esas profundidades una vez y mucho menos varias veces".
Lo que realmente hizo decidirme fue que se negaron rotundamente a obtener cualquier tipo de certificación"
Y aunque este millonario había pagado la fianza, finalmente decidió borrarse de la aventura submarina. "Al final les envié un correo electrónico y les dije: 'Ya no puedo subirme a esta cosa'. Pedí que me devolvieran el dinero porque no estaba muy convencido", cuenta Brown.
Consecuencias potencialmente "catastróficas"
Aunque OceanGate decía tener una certificación. La compañía le contaba a sus potenciales clientes que Titan cumplía con los estándares de seguridad de DNV, a pesar de que en realidad no se sometía a sus controles de seguridad. DNV es un conocido organismo de certificación de la industria marítima. En 2018, la Marine Technology Society acusó a la empresa de "engañar" al público.
OceanGate decía tener una certificación, pero en realidad no se sometía a sus controles de seguridad
Esta sociedad profesional de la tecnología marina con sede en Washington escribió al CEO de OceanGate, Rush Stockton, advirtiéndole que un enfoque "experimental" del desarrollo de Titán podría tener consecuencias potencialmente "catastróficas". Hoy los restos de Stockton yacen en el fondo del mar, cerca tal vez del pecio del Titanic.
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