A fondo

El precedente más famoso del Titán: la tragedia del Kursk, el submarino nuclear ruso en el que perecieron sus 118 tripulantes

Restos reflotados del submarino Kursk tras el accidente.
Restos reflotados del submarino Kursk tras el accidente.
WIKIMEDIA COMMONS
Restos reflotados del submarino Kursk tras el accidente.

Los cinco tripulantes del Titán fallecieron después de que el sumergible implosionara en aguas del Atlántico Norte cuando intentaba llegar a los restos del Titanic. Un gran operativo de búsqueda trató de localizar el submarino durante cuatro días, pero los expertos coincidían en que rescatar a los tripulantes con vida era una misión prácticamente imposible. Por debajo de los 3.000 metros, no hay tecnología que permita llegar hasta ellos, sacarlos y subirlos a la superficie.

Las circunstancias recuerdan algo al caso del submarino nuclear ruso K-141 Kursk, que el 12 de agosto de 2000 naufragó durante un ejercicio naval en el mar de Barents.

La segunda clase de submarino ruso más grande

Su nombre se refería a la batalla de 1943 en la que el Ejército Rojo derrotó a los nazis en la Segunda Guerra Mundial, recordada como la batalla de tanques más grande de la historia. El K-141 Kursk fue parte de una flota con la que Putin, recién llegado al poder, intentaba poner a Rusia de nuevo en el mapa geopolítico.

El submarino ruso Kursk atracado en su base.
El submarino ruso Kursk atracado en su base.
EFE

Fue la penúltima nave de la clase Oscar, la segunda más grande tras la clase Akula. Se construyeron más de una decena iguales. Tenía 155 metros de eslora y cuatro pisos de altura. Era de doble casco o multicasco, de acero al cromoníquel de 8,5 milímetros de grosor, y por ello se le consideraba "inhundible". Tenía una autonomía de 50 días.

El contexto: ambiciones y recortes

Tras la disolución de la Unión Soviética, Rusia era un país con dificultades económicas y eso trascendía a todos los ámbitos del Estado. Toda la flota de submarinos había experimentado recortes financieros por la falta de fondos.

Así, muchos submarinos habían sido llevados "a morir" al mar de Barents. Allí quedaban abandonados para oxidarse. Todos excepto el equipo más esencial de primera línea, incluyendo el equipo de búsqueda y rescate, fueron inadecuadamente inspeccionados.

Era sólo un entrenamiento

El 10 de agosto de 2000, el Kursk se incorporó al ejercicio naval más grande del verano de la nueva Rusia, en el que participaron cuatro submarinos de ataque, aeronaves, el portaaviones Almirante Kuznetsov, el Pedro el Grande, buque insignia de la flota, y una flotilla de barcos más pequeños.

La misión empezó el 12 de agosto por la mañana. El Kursk llevaba 118 tripulantes a bordo (46 oficiales y 72 marineros), tenía que disparar dos torpedos sin explosivo a un crucero de batalla de la clase Kírov. Pero algo falló. La versión oficial de lo sucedido se basa en la investigación de la Fiscalía General rusa.

Maqueta del submarino K-141 Kursk, en el Museo Marítimo de Estonia.
Maqueta del submarino K-141 Kursk, en el Museo Marítimo de Estonia.
WIKIPEDIA/Pjotr Mahhonin

Qué causó la explosión

Ni siquiera se lanzaron los torpedos. Una fuga de peróxido de hidrógeno (HTP) en un misil defectuoso se filtró en la carcasa del torpedo. El HTP reaccionó con cobre y latón en el tubo desde el que se había disparado el torpedo, causando una reacción en cadena que ocasionó una explosión. Y además, la onda expansiva se propagó a través de dos de los nueve compartimentos. Todo porque la compuerta estanca que separaba la sala de torpedos del resto del submarino se había dejado abierta antes del disparo (era una práctica común).

Al alcanzar los dos primeros compartimentos del Kursk hubo más muertos que si esa compuerta hubiera estado cerrada: mató a siete hombres en el primer compartimento e hirió en alguna medida a los 36 hombres del segundo. Tras la primera explosión, la onda expansiva se propagó más, llegando incluso al puesto de mando.

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La boya de emergencia falló

Los submarinos llevan una boya pensada para soltarse automáticamente cuando se detectan situaciones de emergencia, como un cambio brusco de la presión o fuego. Esa boya hubiera ayudado a los equipos de rescate porque marca la ubicación. Pero no se activó. Resultó que el verano anterior, en una misión en el Mediterráneo, los temores de que la boya pudiera revelar la posición del submarino a la flota de EE UU, llevaron a los mandos de la Armada rusa a desactivarla.

En el fondo marino, a 100 metros

Dos minutos después de la primera, tuvo lugar otra explosión mucho más grande. Ocurrió a la misma profundidad que el fondo marino -según la información sismográfica-, lo que sugiere que el Kursk se había hundido hasta esa profundidad. Estaba diseñado para soportar profundidades de un kilómetro y el lecho del mar de Barents está a 100 metros de profundidad.

Lugar del hundimiento del K-141 Kursk en el mar de Barents
Lugar del hundimiento del K-141 Kursk en el mar de Barents
WIKIPEDIA/Jean-Claude Duss

A causa de esa colisión y las crecientes temperaturas del interior a causa de la explosión inicial, explotaron más torpedos. La segunda explosión fue equivalente a entre 5 y 7 toneladas de TNT, o alrededor de media docena de cabezas de torpedos, y alcanzó 3,5 en la escala de Richter.

¿Y los reactores nucleares?

Entre tanto desastre, al menos una cosa se hizo bien. La onda expansiva de la segunda explosión fue suficiente para casi destruir los reactores nucleares, pero no pasó. Estaban en el quinto compartimento, protegidos por 13 cm de acero. El mamparo resistió la explosión, haciendo que las barras de control nucleares se mantuvieran en su lugar. Para evitar un desastre nuclear, los reactores nucleares se desactivaron.

Esa segunda explosión abrió un agujero de 2 metros cuadrados en el casco del navío. También dejó abiertos el tercero y cuarto compartimento. El agua entró a razón de 90.000 litros por segundo, matando a todos los que se encontraban en su interior.

El rescate

El 14 de agosto, dos días después del accidente, se inspeccionó el exterior del Kursk. Ese día transciende a los medios de comunicación que el submarino tiene problemas, pero la Marina rusa intenta mantener en secreto el alcance de la tragedia.

Putin charla con los familiares de los marineros del submarino "Kursk", diez días después de su accidente y hundimiento.
Putin charla con los familiares de los marineros del submarino "Kursk", diez días después de su accidente y hundimiento.
WIKIPEDIA/Kremlin.ru

Los primeros intentos de rescate tuvieron lugar el 15 de agosto. Se utilizaron tres minisumergibles rusos pero no tuvieron éxito. El día 16 ya no se escuchaban señales de vida del interior del submarino. Putin se vio obligado a aceptar la ayuda extranjera.

A medida que pasaban los días, los familiares de la tripulación del Kursk empezaron a presionar públicamente por la suerte de sus seres queridos. Finalmente, el Kremlin tuvo que admitir que había ocurrido una calamidad y que se descartaba que hubiera supervivientes.

Especialistas noruegos e ingleses

En la noche del 19 de agosto llegó a la zona del desastre el buque noruego Normand Pioneer con 27 buzos especialistas y un minisumergible -el LR5-, todos ellos del Reino Unido. También se incorporó otro buque noruego, el Seaway Eagle, con otros doce buzos noruegos.

Minisumergible británico LR5.
Minisumergible británico LR5.
WIKIPEDIA/J. D.FLIESEN

Se llegó a pensar que en la zona trasera del submarino -la más lejana al punto de la primera explsión- podría haber supervivientes. Pero el 20 de agosto, los buzos noruegos encuentraron que el interior de esas compuertas estaba inundado.

Supervivientes por unas horas

La mayor parte de la tripulación murió minutos después de la explosión, pero muchos supervivientes se refugiaron en la parte trasera del submarino cuatro horas después del accidente. Las notas dejadas por ellos demuestran que al menos 16 se refugiaron en las partes estancas de popa comandados por el capitán teniente Dmitri Kolésnikov.

No se sabe cuánto tiempo llegaron a aguantar con vida. Según la investigación oficial, sobrevivieron apenas unas 6-8 horas, aunque alguna investigación habla de hasta 2-3 días.

El 21 de agosto, los buzos consiguieron entrar en el Kursk. Todos los marineros y oficiales a bordo habían muerto. El submarino se reflotó finalmente el 8 de octubre de 2001. La del Kursk está considerada la peor catástrofe naval de la historia de la Rusia moderna.

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