Francisco Gan Pampols Teniente general retirado
OPINIÓN

La paciencia estratégica

Momento del disparo de un obús autopropulsado M109A6 Paladin de 155 mm en la región de Donetsk, Ucrania.
Momento del disparo de un obús autopropulsado M109A6 Paladin de 155 mm en la región de Donetsk, Ucrania.
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Momento del disparo de un obús autopropulsado M109A6 Paladin de 155 mm en la región de Donetsk, Ucrania.

Decía Sun Tzu que para vencer a un enemigo no hay que buscar la derrota de sus fuerzas, lo que hay que derrotar es su estrategia. En días recientes la tan anunciada -y esperada- contraofensiva ucraniana parece que se ha desencadenado a tenor del incremento de acciones ofensivas por parte de las fuerzas armadas ucranianas en al menos cuatro porciones diferenciadas del frente, aunque mayoritariamente concentradas en la zona este sobre Zaporiyia y Donetsk.

A medida que se intensifican las acciones de combate se vuelve más difícil hacer una valoración de lo que está ocurriendo sobre el terreno, más allá de las declaraciones de unos y otros y del análisis de algunos clips de video -siempre intencionados y manipulados- en los que se ve el éxito de unas acciones y la destrucción de armamento y material de uno y otro bando. 

Pero la realidad es otra, la complejidad y riesgo de la maniobra que ha iniciado Ucrania, una acción definida como penetrante o de ruptura, hace presagiar días de máxima dificultad con elevado número de bajas y con pérdidas y ganancias operativas que no serán determinantes hasta que se alcancen por unos u otros los sucesivos objetivos operacionales que se han fijado y que desconocemos en detalle. Lo que sí debemos esperar es que estas acciones no se resuelvan de forma inmediata y que haya que esperar meses más que semanas para saber cuál es el desenlace final.

Así avanza la contraofensiva ucraniana.
Así avanza la contraofensiva ucraniana.
HENAR DE PEDRO

En función de lo que se puede conocer de las acciones ucranianas, y siempre en términos generales, cabría deducir que Ucrania quiere alcanzar en una primera fase la zona de Melitopol y/o Mariupol alcanzando el mar de Azov, interrumpiendo el corredor terrestre que permite sostener la península de Crimea desde Rusia, partiendo además el frente en dos. Por su parte, Rusia confía en poder desgastar de forma progresiva a las fuerzas atacantes sobre sus direcciones de esfuerzo, defendiéndose en profundidad sobre sucesivas líneas, hasta llegar a detenerlo y contraatacar entonces para destruirlo. Eso es lo que estamos viviendo o creemos que va a ocurrir, cosa distinta será lo que finalmente ocurra.

El presidente Zelenski en repetidas ocasiones ha afirmado que su objetivo es expulsar a las fuerzas rusas del territorio de Ucrania tal y como se configuró después del referéndum de independencia de diciembre de 1991. Ese es su objetivo estratégico; su objetivo político es garantizar a Ucrania que una acción de estas características no pueda volver a repetirse, constituyendo unas fuerzas armadas con capacidad de disuasión y unas alianzas político militares que le garanticen el respaldo llegado el caso. 

En el caso de Rusia, es más difícil determinar su objetivo estratégico porque probablemente tenga que variarlo -como ya hizo en el pasado- en función de la evolución de la situación; cabría pensar que es llegar a contener la contraofensiva ucraniana infligiéndole elevadas pérdidas, mantener los territorios ocupados en los oblast que reclama como rusos y, en último término, forzar una situación de conflicto congelado con un acuerdo de alto el fuego que pudiera manejar en el tiempo. Su objetivo político podría ser llegar a agotar la voluntad de apoyo de las sociedades occidentales a la vez que ofrece una solución temporal al conflicto, confiando en que la evolución de la situación global aleje el foco de Ucrania y permita considerar su estatus neutral.

Pensar estratégicamente requiere combinar medios, modos y tiempos para alcanzar unos fines de ese nivel. Y cuando hablamos de fines es cuando hay que tener en cuenta que estrategia y apremio son una contradicción en los términos, hay que permitir que el objetivo estratégico se desenvuelva plenamente para poder evaluar qué grado de consecución del mismo se ha alcanzado y, si es posible y conveniente, perseverar en su logro. Paciencia, perseverancia, organización y estrategia porque lo que vemos no es lo que hay ni mucho menos lo que habrá.

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