¿Qué está pasando en Kosovo? Un conflicto enquistado que involucra a la OTAN y preocupa mucho a la Unión Europea

Conflicto en Kosovo
Conflicto en Kosovo
Carlos Gámez
Conflicto en Kosovo

Cuando uno entra en Belgrado por carretera llega un momento del viaje en el que ve, frente a sí, un puente en el que se puede leer un mensaje en letras muy grandes: "Kosovo es Serbia". En el trayecto de vuelta se repite la escena. Mismo puente, por el otro lado, misma frase y misma tipografía para que los turistas, visitantes o simplemente el ciudadano serbio de a pie lo tenga muy claro. Y es que el conflicto serbio-kosovar lleva años estancado, pero si acaso ha cobrado más importancia desde la independencia de la otrora región serbia en 2008.

Es una crisis cíclica, y ahora vuelve a estar en un punto álgido. La maniobra más relevante en las últimas horas ha sido el aumento del despliegue de la OTAN en la zona, con 700 efectivos más de las fuerzas de paz (KFOR) después de sumar casi un centenar de heridos entre civiles y militares en medio de las protestas. Pero, ¿cómo se ha llegado hasta ahí?

El punto de partida de esta situación son las elecciones locales celebradas el pasado mes de abril. En la localidad de Zvecan los enfrentamientos se desataron entre las KFOR y los civiles después de que la etnia serbia, minoritaria en Kosovo en general pero mayoritaria respecto a la albanesa en el norte, no aceptase la victoria de alcaldes albaneses en esos comicios. Las fuerzas del orden usaron incluso gas pimienta para dispersar a los manifestantes, y la tensión solo ha hecho que ir en aumento.

Este escenario preocupa a partes iguales a Estados Unidos y a la Unión Europea, que por lo pronto han responsabilizado al lado kosovar de la delicada situación. Desde Bruselas, el Alto Representante ha lanzado su aviso directamente a Pristina. "La situación actual es peligrosa e insostenible. Necesitamos una desescalada urgente y una solución a través del diálogo para volver a trabajar en la aplicación del acuerdo alcanzado", comentó Josep Borrell en un mensaje directo hacia el primer ministro de Kosovo, Albin Kurti. La UE ha pedido a las partes "medidas urgentes" para rebajar la tensión "de forma inmediata e incondicional" en la región. En concreto, pidió a Kosovo que suspenda las operaciones policiales centradas en los edificios municipales del norte y la retirada de los manifestantes violentos de las comunidades serbokosovares.

A Washington, por otro lado, se le está "agotando la paciencia" y lamenta que se ponga a la OTAN en el foco y sus efectivos sean atacados. Así, el secretario del Departamento de Estado estadounidense, Antony Blinken, insta a que ambas partes retomen las conversaciones con la mediación de la UE. "El primer ministro Kurti y su Gobierno deben garantizar que los alcaldes electos desempeñen sus funciones transitorias desde lugares alternativos fuera de los edificios municipales, y retirar las fuerzas policiales de las inmediaciones", pidió Blinken, que en el lado serbio llamó a "rebajar el nivel de seguridad de las Fuerzas Armadas e instar a los serbokosovares a que dejen de desafiar a la KFOR y se abstengan de cometer más actos violentos".

Con todo, Kosovo es una herida abierta, otra de tantas, en los Balcanes; un territorio de menos de 11.000 kilómetros cuadrados que se reivindica desde febrero de 2008 como Estado independiente de Serbia, una posición avalada por alrededor de un centenar de países, pero China y Rusia, por ejemplo, no hacen lo propio. Tampoco cinco países de la UE -entre ellos España-, para la que Kosovo ha registrado su solicitud de adhesión. Ese camino, en cambio, está completamente cerrado ahora mismo.

Bruselas insiste en la mesa de negociación

Fuentes consultadas asumen que la coyuntura actual no ayuda a que se retomen las negociaciones entre Belgrado y Pristina, cuando en realidad en Bruselas esperaban que nadie se levantase de la mesa. Ahora estas literalmente se encuentran paralizadas y la Unión aspira a que se retomen lo antes posible y que sean constantes precisamente para evitar picos de crisis como el que se está viviendo ahora mismo.

Belgrado, de hecho, ya asume que esas conversaciones con Kosovo no se van a retomar a corto plazo visto lo visto, y el presidente serbio, Aleksandr Vucic, prefiere guardar las distancias y no acudió este jueves a la segunda cumbre de la Comunidad Política Europea. Además, su sintonía con Kurti es nula. Pero al mismo tiempo, ambos reciben avisos de cara al futuro cercano. "No hay otra opción que no sea cumplir los acuerdos pasados", repitió Borrell justo antes de la cita, que tuvo lugar en Moldavia. Bruselas quiere mantener a Serbia en el redil, pero Vucic va por libre y ha recibido el respaldo de Rusia en los últimos movimientos.

"Nos está llegando mucha información y es información muy difícil de procesar", explica a 20minutos Alejandro Esteso, politólogo e investigador sobre los Balcanes. La clave está en que "se mascaba la tragedia" entre las partes. "Para entender un poco este escenario tenemos que ir a finales del año pasado, que es cuando los serbios empleados públicos de las instituciones del norte deciden abandonar de manera unilateral sus puestos. Esto es importante. Fue una desbandada que lo que generó fue un vacío de poder y una situación de inestabilidad y de seguridad", comenta.

"No ha habido responsables de las administraciones públicas en estos ayuntamientos hasta ahora que se han celebrado las elecciones", revela Esteso, antes de poner de relieve que "los resultados legitiman muy poco a estos alcaldes", pues hubo una participación de un 3,5% de la población. "Han sido investidos de forma legal, pero son figuras con poca legitimidad", y la raíz del problema está en "la frustración de la población serbia" de estos municipios.

Así, las conversaciones están completamente bloqueadas. "La UE lleva años cogiendo de la mano a Kosovo y Serbia, y las negociaciones avanzaban, lentamente, pero avanzaban. Esto dio frutos porque ya fue un logro que Vucic y Kurti se sentaran en la mesa", resume el analista, pero al mismo tiempo reconoce que esta nueva situación demuestra "que los acuerdos o la convergencia de principios de año no están llegando a buen puerto o no se está enfocando de la manera correcta". "O que ninguna de las partes está interesada o satisfecha con lo que se incluye en estos pactos", añade. Se puede encauzar a través del diálogo pero "ahora mismo la tensión está en un punto muy alto y todo pende de un hilo".

Por su parte, Marc Casals, autor de La piedra permanece y analista en El Orden Mundial, añade que la clave no está tanto en hablar de paz o no paz. "Paz de momento hay, pero Kosovo es el principal conflicto no resuelto de los Balcanes y la propia estructura del Estado está en la mesa de negociación, así que van surgiendo tensiones entre las partes", sostiene. Ahora mismo, el mayor obstáculo es qué encaje pueden tener los municipios del norte, con mayoría de serbios, en un Estado que se independizó unilateralmente de Serbia. "Mientras este encaje no se resuelva, las tensiones cíclicas van a durar", reitera.

En ese escenario, por tanto, cobran relevancia tanto el papel de la OTAN como la mediación de la UE. "Por mucho que Rusia intente alardear, a fin de cuentas la UE, EEUU y la OTAN son los únicos que ofrecen a los Balcanes una perspectiva de futuro, aunque obviamente en Serbia generan desconfianza por los bombardeos de 1999", resume Casals. Son los actores fundamentales en la región y tanto Serbia como Kosovo "deben tener su opinión en cuenta a la hora de tomar decisiones". De hecho, la gran novedad en esta crisis es que Occidente "está manifestando sin tapujos su descontento con la política exterior de Albin Kurti".

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