Podemos, Syriza o Francia Insumisa: ¿ha acabado ya el tiempo de la izquierda rebelde?

Pablo Iglesias, Alexis Tsipras y Jean Luc Melenchon.
Pablo Iglesias, Alexis Tsipras y Jean Luc Melenchon.
Carlos Gámez
Pablo Iglesias, Alexis Tsipras y Jean Luc Melenchon.

El 25 de mayo de 2014, un exultante Pablo Iglesias aparecía por la plaza del Reina Sofía en Madrid entre vítores de quienes veían en él una esperanza política en una España todavía muy castigada por los efectos de la Gran Recesión. Era el emerger de Podemos, con cinco diputados en aquellas elecciones europeas, y el inicio de una nueva era política con una izquierda rebelde que se replicaba en otros países del sur de Europa.

Grecia o Francia y en menor medida Portugal e Italia, pero también en cierto modo el Reino Unido con Jeremy Corbyn al frente de los laboristas, se sumaron de una u otra manera a una ola de descontento que las formaciones de izquierda 'indignada' empezaron a canalizar. Eran los tiempos de Podemos, Syriza, Francia Insumisa, el Movimiento 5 Estrellas y también del Bloco de Esquerda o del ascenso de Jeremy Corbyn. Casi diez años después esa burbuja parece haber pinchado casi del todo. 

Las preguntas se suceden: cuándo, cómo y por qué se ha dado esta caída en picado, aunque haya matices en función del país al que nos refiramos.

España: Unidas Podemos gobierna, pero se desune

La historia de Podemos -y sus confluencias- es cíclica y muy sujeta a momentos políticos concretos, y lo más reciente ha sido el batacazo el 28-M, cuando la formación ha desparecido de plazas importantes como la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Su historia va del boom inicial a una bajada importante para después entrar en el primer Gobierno de coalición de la historia de la democracia española. 

La ola de 2014 empujó a los morados hacia su momento de máximo esplendor. En las generales de 2015, cuando además hubo repetición electoral, se auparon como tercera fuerza para después pinchar en 2019, pero esos años también fueron los de los "gobiernos el cambio" con Colau, Carmena o Ribó. La caída de ese 2019 no fue un problema para los de Iglesias, que acabaron compartiendo gabinete con el PSOE, pero la tendencia estaba marcada.

Los resultados electorales fueron a menos, pero su influencia política creció con el paso de los años. Y ahora llega el desgaste, que se ha visto además en un relevo que no termina de culminarse. Pablo Iglesias, eterna cabeza visible del proyecto, dejó camino para una reconstrucción que parecía inevitable, pero el espacio se ha convertido en una especie de bicefalia que no halla los puntos de encuentro. 

De un lado, la nombrada heredera de Iglesias, Yolanda Díaz; de otro, la continuidad de la marca Podemos con nombres como Ione Belarra o Irene Montero. La primera prueba para esta división se dio el 28-M, con un muy mal resultado para Podemos. Ahora las voces de unidad van creciendo, más si cabe tras la convocatoria de elecciones generales para el próximo 23 de julio, a las que la izquierda tendrá que decidir si llega en bloque o por separado.

Grecia: el desgaste de Tsipras castiga a Syriza

El caso griego es fundamental para entender todo el escenario. Syriza ha pasado de ser la referencia de esa izquierda alternativa a cosechar un resultado electoral calificado como un fracaso sin paliativos, que ha llegado de hecho por el desgaste de un líder que fue la verdadera referencia de ese espacio: Alexis Tsipras. Fue de hecho el primero de la lista de líderes 'nuevos' en tocar poder. 

En 2015 su llegada al sillón de mando en Grecia vino acompañada de un discurso muy duro contra las políticas de austeridad de la UE y de la convocatoria de un referéndum que parecía destinado a marcar el devenir del país. Había que votar sí o no a los rescates planteados por la troika y la ciudadanía eligió (un 60%) rechazarlos. Pero Tsipras no pudo llevar a cabo esa llamada y tuvo que convocar de nuevo elecciones. Volvió a ganar, pero también inició su desgaste y perdió además la voz que le había acompañado como casi su mano derecha en ese camino, Yanis Varoufakis, el verdadero azote de Bruselas en aquellos tiempos.

De ahí, cuesta abajo. En 2019 la victoria aplastante de los conservadores envió a Syriza a la oposición, en la que se ha mantenido desde entonces pero además perdiendo apoyos con el paso del tiempo. Tal es así que en las elecciones de hace más de una semana Nueva Democracia dobló en escaños -145 frente a 71- a un partido que necesita de una refundación pero que carece de nombres que puedan tomar el testigo de Tsipras. El 'agitador' heleno ya no cuenta con el favor de una ciudadanía que le confió los tiempos más duros y que ahora le da la espalda.

Francia: Mélenchon aguanta el tipo

En Francia las cosas se ven un poco mejor para la izquierda radical. Jean Luc Mélenchon sigue bastante entero con el paso de los años y de hecho, en ese espacio, podemos decir que es el único que aguanta. Eso sí, queda perjudicado por el sistema electoral galo de doble vuelta, que por ejemplo en 2022 le dejó a las puertas de competir en el cara a cara con Emmanuel Macron. Es, no obstante, un liderazgo muy marcado que apenas ve un relevo cercano, mientras el propio Mélenchon duda de si presentarse de nuevo en 2027.

Italia y Portugal, otras historias

En Italia la situación es diferente porque el partido que agrupó ese voto fue el Movimiento 5 Estrellas, que además no era de nueva creación y tenía unos planteamientos más transversales. Su giro no ha sido tan importante, pero sí se ha refundado recientemente de la mano del ex primer ministro Giuseppe Conte después de una batalla con uno de los fundadores de la formación, Beppe Grillo. En las últimas elecciones, celebradas en 2022, fueron tercera fuerza y ahora empiezan a auparse en las encuestas.

Una situación similar se dio en Portugal, donde el histórico Bloco de Esquerda dio un importante salto en las elecciones generales del 2015. Entonces ganó 11 diputados en la Asamblea lusa y se convirtió en un elemento fundamental de la llamada geringonça, el pacto de izquierdas que llevó al poder a Antonio Costa y que capitaneó lo que se conoció como un "milagro económico" los años posteriores mientras otros países del entorno como España o Grecia precisamente sufrían importantes consecuencias de la crisis. No obstante, Costa absorbió casi todo el voto al Bloco en los comicios del 2022, cuando el partido se quedó con solo cinco parlamentarios frente a la mayoría absoluta de los socialistas.

El politólogo Jaime Bordel explica a 20minutos que ese bajón de estos partidos ya se vio en 2019, "por ejemplo cuando no se reeditó el Gobierno portugués o en España cuando Podemos pasó de un 20% de voto a un 11%". Por lo tanto la caída no es reciente, sino que lo que se confirma ahora es una tendencia. "El desgaste de los líderes influye mucho, y es algo que le pasa a todo movimiento personalista. Se ve bien también en América Latina". Bordel, en cambio, no cree que esta sea la única causa. "Estos resultados son un poco el fin del ciclo de la crisis de 2008: ese escenario de indignación se ha acabado" y hay algunos proyectos que se están adaptando "mejor", como es, dice, "el caso de Díaz". A Syriza, asegura el politólogo, "le va a costar un poco más".

Para Eduardo Bayón la clave a la hora de preguntarse si la burbuja de la izquierda 'indignada' se ha transformado está en que "la coyuntura ha cambiado. El auge que vivieron se enmarcó en los años posteriores a la crisis de 2008, en el que además se produjo una decadencia de los partidos socialdemócratas que dejó espacio para el crecimiento de esta izquierda". Y no solo eso: "Además, existía una reivindicación general de ensanchar la democracia, también como consecuencia de la crisis".

El personalismo de estos partidos tiene también un análisis concreto para entender el momento actual. "El desgaste de los líderes ha podido contribuir, pero no deja de ser un elemento común a todas las fuerzas políticas", resume Bayón, para quien otra de las claves está en "cómo han gestionado este relevo o si han sido capaces de llevarlo a cabo con éxito para mantener niveles de apoyo similares y asegurar la supervivencia del partido".

El desgaste de los líderes ha podido contribuir, pero no deja de ser un elemento común a todas las fuerzas políticas

Francia, con todo, se ve como un caso particular. "La trayectoria de Mélenchon es diferente", comenta el politólogo, porque al fin y al cabo "no ha sido un líder emergente en la última década, su trayectoria se remonta a más atrás. Y en este periodo tampoco ha tocado poder. Son dos elementos diferenciadores". En cualquier caso, sí parece que "no es un liderazgo suficiente para ampliar mucho más el espacio, más allá de haber consolidado una izquierda sustituta del PS", analiza.

No obstante, en opinión de Bayón sí hay cierto espacio para que estos partidos o movimientos puedan rearmarse. "En Grecia dependerá de cómo se gestione el recambio de Tsipras y si se mantiene la distancia actual respecto al PASOK o esta se sigue reduciendo". Y es que cada país es un caso concreto porque, dice, "en Francia los partidos son más débiles y es más fácil las reconfiguraciones de los espacios, pero el colapso del PS en su momento y la incógnita del partido de Macron cuando este se marche, dejan un amplio espacio a una izquierda alternativa". Una izquierda alternativa que ahora navega entre el cambio de los tiempos y la necesidad de reconstrucción.

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