Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Por qué 'Supervivientes' sigue triunfando en plena decadencia del reality show en directo

El presentador Jorge Javier Vázquez, en el plató de 'Supervivientes'.
El presentador Jorge Javier Vázquez, en el plató de 'Supervivientes'.
TELECINCO
El presentador Jorge Javier Vázquez, en el plató de 'Supervivientes'.

Telecinco quiere ser diferente, pero Supervivientes se mantiene como su gran éxito de la temporada cosechando excelentes registros en cuota de pantalla. En un momento en el que los realities con los que triunfó Mediaset están de capa caída, la isla de los famosos destaca en audiencias porque no transmite telerealidad de reclusión. 

El público ya tiene demasiados dramas, huye de oscuros confinamientos y elige luz. Y la isla es pura luminosidad. Con un punto aspiracional incluso, que siempre ha estado planeando en los fenómenos televisivos clásicos. Si Masterchef es aspirar a entrar en la élite gastronómica que hace la boca agua, Supervivientes es la ensoñación de la aventura.  Y se nota en los concursantes, pues con el paso de los días quedan transparentemente hechos polvo a ojos del espectador, con abundantes kilos de menos, más patas de gallo por tanto sol, melenas asalvajadas, barbas indómitas y miradas de hastío que evidencian que la crudeza del juego no es un paripé.  

En vista de que Supervivientes no se desgasta, Telecinco debe estar pensando en su vieja estrategia de recuperar un reality-recambio que sirva para coger el testigo de los náufragos cuando ellos no estén y dote de tramas a los diversos magacines de Ana Rosa Quintana en el canal. Incluso en algunos mentideros se especula con el retorno de la marca que cambió la televisión: Gran Hermano. Todo vuelve en la pantalla de hoy, hay una especie de terror a lo nuevo. Así que las cadenas tiran una y otra vez del poder de la nostalgia. Hasta Allá Tú resucita.

Pero de retornar GH debería ser reinventándose en una casa más grande, más amplia, más exterior y con menos sensación de personas atrapadas. Esa magnética premisa que revolucionó la tele ahora satura a un público que ha vivido su propio confinamiento no hace tanto. 

La tele-realidad ya no vive de encierros, lejos queda el morbo que generaba la incomunicación de los concursantes. Y ese es el fuerte de Supervivientes que, a diferencia de otros realities, es un espectáculo más inclusivo para todos los públicos.

Da igual que el espectador desconozca los vínculos, la última pelea y los traumas latentes entre los participantes, ya que las galas son un jolgorio de bromas, ironías y emociones que acompañan desde el buen rollo y que fluyen de las pruebas físicas a lo Grand Prix que propone el programa. Un objetivo festivo que se consigue en gran medida gracias a los reflejos para la corrosión en un plató de Jorge Javier Vázquez, que sale a jugar hasta lograr ser un narrador que perfila con gracia las personalidades empáticas hasta de los más oscuros concursantes. Así otorga un brillante, inteligente e hilarante tono al formato, generando una imparable complicidad con el espectador. No se corta demasiado, sabe que la tele no es encerrarse: es liberarse con la audiencia. 

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