Bellotas de roble, la nueva receta para el pollo o los baños ocultos: curiosidades de la coronación de Isabel II

La coronación de Isabel II, con sus hijos Carlos y Ana.
La coronación de Isabel II, con sus hijos Carlos y Ana.
PA Images via Getty Images
La coronación de Isabel II, con sus hijos Carlos y Ana.

Ha pasado tanto tiempo que muchos de los que la vivieron apenas la recuerdan, ni siquiera algunos de las familia real británica. No por nada son 70 años los que han transcurrido desde entonces. Por eso son tantas las expectativas este fin de semana con la coronación de Carlos III de Inglaterra, lo que convertirá de igual manera a su esposa Camila en reina consorte.

A buen seguro, más allá de ciertas importantes ausencias como la de Meghan Markle, que se ha quedado en California para celebrar el cuarto cumpleaños de su hijo Archie, dará para un buen puñado de anécdotas y curiosidades históricas que recuperar en el futuro. Básicamente como se puede hacer con la de la anterior monarca, Isabel II.

Aquella tuvo lugar el 2 de junio de 1953, un año después de que su padre, Jorge VI, falleciese repentinamente mientras su hija se encontraba de viaje en Kenia, convirtiéndose en la primera soberana que accedía al trono sin estar en el país en más de 200 años. La ceremonia, eso sí, también se celebró en la Abadía de Westminster, en Londres, aunque los preparativos fueron arduos. Por ellos empezamos este repaso.

Los ensayos

Durante los 14 meses previos a la ceremonia, y entendiendo la monarca que no podía haber errores, hubo multitud de preparativos, que se repartieron entre tres: David Eccles, Ministro de Obras, Bernard Fitzalan-Howard, Duque de Norfolk y Conde Mariscal, y el príncipe Felipe, Duque de Edimburgo. Isabel, por su parte, ensayaba junto a sus damas de honor y hasta para tomar el té lucía la Corona Imperial del Estado, acostumbrándose a su peso. Son conocidas las fotografías, además, de los ensayos de los guardianes custodios, también conocidos como Beefeaters.

La televisión

La coronación de Isabel II fue la primera en ser íntegramente televisada, si bien la BBC ya cubrió parte de la procesión desde la Abadía de Westminster después de la coronación de su padre en el 37. Es curioso que Winston Chruchill estaba en contra de la retransmisión, sobre todo a escala internacional. Finalmente, y aunque se grabó en color, fue emitida en blanco y negro. Con más de 2000 periodistas y 500 fotógrafos de más de 90 países acreditados, la ceremonia fue seguida por 27 millones de telespectadores más otros 11 millones que la escucharon por radio.

El gesto del príncipe

Si bien es cierto que los príncipes consortes de las reinas coronadas no tienen rol alguno en la ceremonia, el príncipe Felipe, dicen que por no parecer un donnadie, sí que tuvo un gesto inusual: fue el segundo, tras el  arzobispo de Canterbury, que al ponerle la corona ya estaba al lado de ella, en prestar homenaje a la nueva reina.

Coronación de la reina Isabel II.
Coronación de la reina Isabel II.
Wikipedia / Archives from Canada

La música

El director de música de la coronación fue, en detrimento del inicialmente pensado Arnold Bax —Maestro de Música de la Reina—el organista y maestro de los coristas en la abadía, William McKie. Además, el coro que se formó para la coronación fue una combinación de otros cuatro: los pertenecientes a la Abadía de Westminster, la Catedral de San Pablo, la Capilla Real y la Capilla de San Jorge en Windsor. A ellos hay que sumar las audiciones para hallae veinte jóvenes soprano que proviniesen de las diferentes regiones del Reino Unido, siendo el número total de músicos era 480, contando con la orquesta. De esta, además, hay que la organista francesa Jeanne Demessieux fue la primera mujer en tocar el órgano en la Abadía de Westminster.

Los baños y los taburetes

La logística se las vio y se las deseó aquel día, básicamente por un problema básico de matemáticas: la capacidad de la abadía de Westminster es de unas 2.000 personas, pero los invitados eran 8.000. Es por ello que hubo que instalar retretes portátiles en los patios de la abadía, los cuales se forraron con terciopelo azul para que no desentonaran. Además, las personas que se sentaron en los taburetes, construidos ad hoc para la coronación, se los podían llevar tras la ceremonia, previo pago de un importe que ayudaría a costear la misma.

El anillo 

Más allá de toda la pompa y boato del evento, llegando en la Carroza Dorada, y portando en distintos momentos varios objetos como la Corona de San Eduardo —también llamada Corona de Eduardo el Confesor—, el orbe que simboliza su defensa de la fe, la espada ceremonial y el cetro, Isabel II tuvo que introducir su dedo en el Anillo de la Coronación. Las malas lenguas podrán decir ahora que tenía que estar sufriendo enormemente porque, según la tradición, cuanto más duela el anillo, más largo será el reinado.

El fotógrafo de moda Cecil Beaton retrata a Isabel II tras su coronación en 1953
El fotógrafo de moda Cecil Beaton retrata a Isabel II tras su coronación en 1953
Cecil Beaton - © Victoria and Albert Museum,London

Un aburrido príncipe Carlos y la reina de Tonga

Dos personas que acapararon titulares al día siguiente fueron el entonces príncipe heredero Carlos y, por otro lado, la reina de Tonga. El primero, por una fotografía en la que se le ve entre su abuela, la reina madre, Elisabeth Bowes-Lyon, y su tía, la princesa Margarita, con gesto de aburrimiento —algo que han heredado sus nietos—; el segundo, la reina Salote Tupou III, quien llegó a la abadía en un coche descapotable a pesar de la lluvia londinense, dado que hay una costumbre tongana por la cual no se siguen las costumbres de la persona a la que se está honrando.

Las bellotas de roble

Una tradición que mantuvo Isabel II y que ya había llevado acabo su padre el día de su coronación fue la de las bellotas que se cayeron de los robles [Oak, en inglés] que pueblan el Windsor Great Park, muy cerca del Castillo de Windsor. Estas fueron enviadas a lo largo y ancho de la Commonwealth y se plantaron en parques, escuelas, cementerios y jardines privados de estos países,recibiendo estos árboles el nombre de Royal Oaks o de Coronation Oaks.

La nueva receta del pollo

Como en Londres se ofreció un almuerzo por su coronación, la florista Constance Spry y la chef Rosemary Humese idearon una nueva receta, basándose en una elaboración anterior en honor de jubileo de plata de Jorge V. No es en absoluto difícil, sino que es su simpleza lo que hizo que triunfase: es pollo precocinado, hierbas, especias y una salsa hecha a base de mayonesa. Su textura pastosa, su color amarillo —por el curry—  y su sabor intenso hizo que funcionase muy bien como relleno de bocadillos y sándwiches.

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