Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El logro de Zapeando a punto de cumplir diez años en La Sexta

Dani Mateo esta semana en Zapeando
Dani Mateo esta semana en Zapeando
Atresmedia
Dani Mateo esta semana en Zapeando

El programa joven de La Sexta ya no es tan joven. A sólo unos meses de cumplir una década de vida en noviembre, una generación de espectadores se ha ido haciendo mayor viendo Zapeando. A pesar de esta veteranía, el formato está más adolescente que nunca. Quizá porque ha ganado en espontaneidad. Zapeando ha ido relajando rigideces del guion para intentar parecerse más a una reunión de amigos viviendo en un caos que, en realidad, está muy ordenado. Así se entiende por la tele.

Dani Mateo ha logrado dar su impronta a la rutina de un espacio que ha sido desengrasado con nombres propios como el de Valeria Ros. Con ellos, el programa ha conseguido actualizar su humor hacia un lenguaje más actual que habla el idioma de hoy a través de comicidades que, entre vídeo viral y salseo social, desmontan tópicos de moralismos y moralinas caducas. Un magacín que ya está tan consolidado en los hábitos del canal que está por encima de los protagonistas de la mesa, lo que permite al equipo de La Sexta y la productora Globomedia ir probando nuevos perfiles de personajes. Aunque sean más desconocidos para el público. Da igual.

La radio y la tele que lleva a las espaldas Mateo propicia que tenga manga ancha para la difícil tarea de saber escuchar en directo, subrayando las curiosidades que van surgiendo y lanzando pullas que crean ese vínculo de honestidad que implica al espectador con el programa. Un espectador que se siente parte del grupo de amigos. Esa es la conquista de los últimos años de Zapeando. No se han quedado oxidados con tanto paso a vídeo y paso a vídeo (como dijo Mariló Montero a Anne Igartiburu), pues participar en este show demanda estar despierto para devolver la pelota del chascarrillo cuando recibes un balonazo cómico en tu propia cara. 

Ya mismo se debe considerar a Zapeando más que un programa: una cantera que ha servido de escuela televisiva, desde los fijos desde el origen, como Quique Peinado o Cristina Pedroche, a las incorporaciones posteriores como Maya Pixelskaya, Santi Alverú o María Gómez. Todos van rodándose en el día a día de este plató: se pican, se desmontan clasicismos (ahí tiene mucho que ver Valeria Ros) y, al final, consiguen lo más importante que es que los vídeos que comentan sea lo menos importante.

La gente fiel al programa sigue Zapeando por encontrarse con unos compañeros de tarde. Acompañan más que predican, de hecho. Eso es un buen magacín. El que no depende de letrero de exclusivas, del morbo de la polémica y crea vínculo con la personalidad de sus protagonistas.  Dani Mateo ha conseguido hacer suyo Zapeando, pero no en el sentido de egolatría en primera persona. Al contrario, dando orden a una coralidad en la que brillan todos entre pulla y pulla, entre pique y pique.  Porque la tele, como la vida, es travesura en equipo.

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