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Aline Bravo, consultora en una multinacional con autismo: "Hay que fomentar el empleo de los adultos con TEA, tenemos mucho talento"

  • Aline Bravo, fue diagnosticada hace tres años, poco después que su hijo mayor recibiera el diagnóstico de TEA. 
  • "Desde pequeña, en el colegio, tenía problemas en el colegio de 'bullying' y era, lo que consideraban un poco ‘rarita’".
Aline Bravo, durante un acto en el Congreso organizado por Autismo España.
Aline Bravo, durante un acto en el Congreso organizado por Autismo España.
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Aline Bravo, durante un acto en el Congreso organizado por Autismo España.

Aline Bravo tiene 35 años, es consultora en una importante multinacional, tiene tres hijos y, además, tiene autismo. Aunque lo sospechaba desde la adolescencia, no fue hasta que diagnosticaron a su primer hijo, hace tres años, cuando recibió un diagnóstico definitivo.

 Desde entonces, su misión es visibilizar y concienciar sobre la neurodiversidad, para que, sobre todo a nivel laboral, tengan los mismos derechos. Ella lo ha conseguido, pero le gustaría que todas las personas con autismo tuvieran las mismas oportunidades. 

Por eso no lo dudó cuando le propusieron formar parte de Llamémoslo por su nombre, la campaña que Autismo España lanzó hace unos días con motivo del Día Mundial de la concienciación del autismo.

Hola Aline. ¿Qué tal estás?¡¡Viva!! Que teniendo tres niños pequeños ya es mucho, jajaja.

Háblanos de ti: cuantos años tienes, a qué te dedicas…Tengo 35 años y actualmente trabajo como consultora en una multinacional y soy líder de un grupo de neurodiversidad.

¿Desde cuándo sabes que tienes autismo?Yo nací en Brasil y crecí en Estados Unidos. Allí, desde pequeña, desde que iba al colegio, desde que tenía unos 12 años, como tenía problemas en el colegio de bullying y era, lo que consideraban un poco ‘rarita’, pedante… los psicólogos del colegio me hicieron una evaluación. Entonces ya nos dijeron que era muy probable que fuera autista, lo que entonces se llamaba síndrome de Asperger, y me recomendaron que buscara un diagnóstico oficial. Como era carísimo el diagnóstico allí, mis padres, como iba apañándome, sobreviviendo… no lo hicieron.
Aunque, de alguna manera, yo me quedé con eso en la cabeza, no le di más vueltas hasta que tuve a mi hijo. Enseguida empecé a ver algunos signos, le hice las pruebas y me confirmaron que tenía autismo. Entonces, decidí que era el momento de pasar por un diagnóstico oficial y me lo hice yo también. Fue hacerlo oficial, porque, después de lo que nos dijeron, siempre había tenía la sospecha, porque además, siempre he tenido temas sensoriales, he sido muy rígida en mi pensamiento. 

A los 18 años se terminan las ayudas, y el autismo no se cura, los adultos seguimos siendo autistas

¿Qué edad tenía tu hijo entonces?Esto fue hace 3 años, cuando yo tenía 32 y mi hijo tenía 18 meses. Lo diagnosticamos tan temprano porque acudimos a uno privado, porque en el sistema público tardaron más de dos años en darnos la primera cita. Y no es una cosa que se haga en un día, son muchas horas, y en mi caso incluso tardaron varios días. Lo curioso es que volví a hablar con mi padre después de todo eso, y me di cuenta de que él también podría tenerlo. Se ha hecho recientemente las pruebas y también ha sido diagnosticado con autismo. Aunque no siempre se hereda, en nuestro caso el componente genético es claro. Mis otros dos hijos aún no sabemos si son autistas. El de tres meses es muy pequeño y el de 18 meses todavía no tiene indicios. Su hermano, a su edad, ya estaba diagnosticado porque no compartía intereses, no tenía habilidades sociales… y parece que él sí.

Aunque ya lo sospechabas, ¿qué supuso para ti el diagnóstico?Para mí fue un súperalivio y entendí muchas cosas, por ejemplo, que no es que yo quiera ser tan estricta, a veces borde, tan literal… sino que es por el autismo, que me provoca problemas de comunicación. Para que veas las cosas que me pasan, los problemas que me trae esto, en un trabajo que tuve me preguntaron que quién era mi contacto de emergencia. Yo les respondí que el de todo el mundo, en 112. Insistieron, ‘no, no, un familiar’. Y yo les respondí que para qué querían el contacto de alguien de mi familia si no sabían nada de emergencias. Tuvieron que explicarme que no era literal, sino que era para avisarles… Esas situaciones desde fuera pueden causar risa, pero hacen que, si no saben que tienes autismo, piensen que eres muy infantil… Es un problema social, sobre todo en el trabajo, porque a veces en las entrevistas te miran con una cara… 

¿Qué te dijeron en tu entorno?Por suerte, en la empresa en la que estaba, IBM, me dieron total apoyo, e incluso tienen grupos de neurodiversidad (con autismo, dislexia, TDAH…) que ayudan mucho, tanto en las adaptaciones como para divulgar. En la empresa en la que estoy ahora ya me han contratado sabiendo que soy autista. Y con mi marido también muy bien, ya me conocía y sabía lo estricta que soy con el pensamiento y lo comprendió enseguida. Pero no siempre es así, por eso mucha gente no lo cuenta, por miedo al rechazo.
Yo decidí contarlo y me fue bien, lo único que me dijeron es que me veían ‘rara’, que tenía manías raras… pero es curioso, porque muchos me decían que no lo parecía, que me veían muy normal. Así que, según ellos, soy demasiado normal para ser autista, pero demasiado rara para ser una persona corriente. Y esto es algo que les ocurre a muchas mujeres, porque tenemos una mayor capacidad de enmascararnos, intereses más basados en personas, animales… y pasamos más desapercibidas. Solo dicen de nosotras que somos ‘raritas’ y en vez de autismo se diagnostican como casos de bipolaridad, ansiedad… trastornos que no indagan de dónde vienen. 

Somos un 1% de la población, una gran parte de ella, y no deberíamos vivir aislados, solo pedimos comprensión

¿Crees que hubiera cambiado tu vida si te hubieran diagnosticado autismo antes?Absolutamente, porque podía haber buscado ayudas y habría comprendido lo que me pasaba, en lugar de pensar que era rara y que no me entendía nadie. 

¿Qué supone para ti tener autismo? ¿Te crea o te provoca muchas barreras?A mí, sobre todo, a nivel social. Por ejemplo, cuando la gente del trabajo quiere quedar a tomar algo, yo no puedo ir porque me supone muchísimo estímulo sensorial. Y tampoco puedo tolerar los planes de última hora, necesito anticipación, saber dónde voy a comer, lo que voy a comer… Si no es así, lo paso muy mal, me estresa y me agobia y lo evito porque para mí supone pasar un mal rato. 

Y en el trabajo, ¿tienes alguna de adaptación?Sí. Por ejemplo, tengo mucha flexibilidad y no tengo que ir mucho a la oficina porque allí me concentro menos con el ruido… Esta flexibilidad me ayuda también con mi hijo, que tiene que ir a terapias en la mitad de día. Otras cosas que me ayudan es pasarme todo por escrito, describirme muy bien lo que necesitan de mí, ser muy preciso… Con estas adaptaciones, ellos saben perfectamente que yo voy a cumplir con mis metas, tienen mucha confianza en mí y eso me encanta. Me gustaría que la tuviera más gente.

¿Qué te gustaría reivindicar para las personas con autismo?Sobre todo, que se fomente el empleo de las personas adultas con autismo. Hay empresas que ya están entrando en el tema de la neurodiversidad, poniendo apoyos para que podamos trabajar, y esto está genial, porque están apostando por nosotros y viendo que tenemos mucho talento. Esto ayuda mucho, porque a los 18 años se terminan las ayudas, y el autismo no se cura, los adultos seguimos siendo autistas…
Y más comprensión con la neurodiversidad por parte de la sociedad. A veces veo en el súper a niños, con autismo o TDAH, que tienen comportamientos distintos, y la gente los sigue mirando fatal. Y lo que hay que hacer es normalizarlo, porque somos un 1% de la población con autismo, y no deberíamos vivir aislados, somos una gran parte de la población y pedimos comprensión, tampoco es un esfuerzo tan grande.

Aline Bravo, junto con su hijo pequeño, que tiene tres meses.
Aline Bravo, junto con su hijo pequeño, que tiene tres meses.
Cedida / Autismo España
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