Borja Terán Periodista
OPINIÓN

'Tu cara me suena' y la llave maestra para el éxito del espectáculo en prime time

'Tu cara me suena' ha vuelto a lo grande con un alto 22.9 por ciento de share y 2.408.000 espectadores 
Andrea Guasch imitando a Chanel en el regreso de 'Tu cara me suena'
Andrea Guasch imitando a Chanel en el regreso de 'Tu cara me suena'
Antena 3
Andrea Guasch imitando a Chanel en el regreso de 'Tu cara me suena'

Pocos parecían confiar en Tu cara me suena la primera vez que apareció en emisión hace una década. Un programa de famosos haciendo imitaciones de iconos de la música, sonaba al fracaso de una resurrección random de Lluvia de estrellas. Así que nadie compitió con el estreno, pero se equivocaban. Porque Tu cara me suena era una modernización de la fantasía que nos hizo querer tanto la televisión desde pequeñitos.

Los años pasan, y Tu cara me suena ha regresado. Lo tiene cada vez más difícil. La nostalgia ya está amortizada, pero el programa nunca fue un espectáculo de recuerdos mitificados. Su éxito ha estado en aprovechar la creatividad de la que venimos para ejercer un intercambio generacional de emociones. Los más mayores reviviendo los himnos con los que crecieron, los más jóvenes descubriendo canciones que desconocían. Y viceversa. Eso es la tele: el disfrute de conectarnos.

El buen rendimiento de Tu cara me suena está en que nunca se ha quedado en la anécdota de la imitación. Es importante que la copia sea un homenaje inteligente del original. Porque la clave del éxito está en dotar de profundidad visual, creativa y cómica a la frivolidad del espectáculo. Así cada programa propone una historia con diferentes capas para que el show se convierta en una experiencia estimulante. Con su dosis de asombro, pero también con su celebración de la travesura.

Tu cara me suena es el triunfo del color en toda la dimensión de la palabra. Un programa amplio y luminoso que entiende que la mejor fiesta es la que te enseña algo. Y sin snobismo para lanzarse al horterismo con una ironía que humaniza los vicios de la tele. Y así ha regresado TCMS. Con un horterista desfile de carrozas con concursantes de otras ediciones subidas en ellas como Reyes Magos para, de esta forma, intentar proyectar la sensación de que el programa es un gran evento imperdible. Después, Manel Fuentes ha empezado a tirar del hilo de las virtudes de los nuevos concursantes de esta edición. Que van de rostros experimentados como Anne Igartiburu (intentando que su participación no parezca Telepasión) a la presentación de desconocidos para el gran público que sirven para asegurar actuaciones de nivel boquiabierto. Es el caso de Andrea Guasch, que imita a Chanel en la primera gala.

Y ahí va a estar el pequeño gran problema de este Tu cara me suena: es un programa que se crece cuando va pegado a la actualidad de la emisión y, en este curso, se empieza a emitir la temporada cuando ya se ha grabado por completo toda la temporada. Así no llegarán a algunas canciones de plena actualidad, así no tendrán feedback de sensaciones de la audiencia. Pero el programa sigue enérgico porque es de los pocos formatos de horario de máxima audiencia que entiende cuál es la llave maestra que diferencia el entretenimiento televisivo clásico de la volatilidad de otras pantallas: Tu cara me suena huye de la facilona pornografía sentimental que desvirtúo los talent show para cuidar la artesanía teatral que nos permite soñar despiertos.

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