Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Dimitir, en desuso

Los equipos de emergencias trabajan en los restos del accidente ferroviario acaecido en Grecia.
Los equipos de emergencias trabajan en los restos del accidente ferroviario acaecido en Grecia.
EFE/EPA/APOSTOLIS DOMALIS
Los equipos de emergencias trabajan en los restos del accidente ferroviario acaecido en Grecia.

Estuve repasando un poco la gramática – ¡Dios, si me tuviera que examinar ahora de reválida menudo cate! – y me detuve en el verbo dimitir. Si no he entendido mal es un verbo regular, fácil de conjugar y, para los que tenemos propensión a embarullar las palabras, fácil de pronunciar. Es más, diría que tiene un sonido agradable y, hasta donde llegan mis conocimientos, con traducción muy sencilla a otros idiomas.

Sin embargo, observo que en España apenas se usa. Bien es verdad que tampoco es que sea muy necesario. Estos días he leído en la prensa nacional y extranjera noticias de dimisiones de altos cargos por diferentes motivos. Por ahí afuera también hay conseguidores con cómplices. Pero para dimitir no hace falta tanto. En Grecia, sin ir más lejos ha dimitido el ministro del ramo ferroviario porque han chocado dos trenes y ha habido muchos muertos.

Ignoro como se traduce dimitir en griego, pero se ve que sigue vigente. Aquí también se han producido accidentes de trenes graves y no consta que haya dimitido ni el guardagujas. La verdad es que, mirando lo que ocurre en España, esta palabra se ha quedado obsoleta por innecesaria: no dimite nadie. La RAE debería suprimirla del diccionario y quizás buscar otra que defina la significación contraria que es más necesaria.

Y no sólo para su uso en España, también para exportarla a Hispanoamérica donde habría sido muy útil en Cuba o en Venezuela e incluso en Nicaragua donde Fidel Castro la olvidó y tanto Maduro como Ortega continúan ignorándola. Todo por no hablar de otro heredero olvidadizo del castellano, el ecuatoguineano Teodoro Obiang, que gracias a ignorarlas está reafirmando el dudoso honor de ser el decano mundial de los dictadores.

Aquí, en España, en estos últimos años se han producido muchas situaciones que se quedan opacadas para la historia de los escándalos por el desuso del significado dimitir. Estos mismos días se siguen produciendo hechos deplorables que justificarían el recurso urgente de un verbo que tan injustamente se ha vuelto inútil. Una pena. Bueno, hay una excepción que se escapa de la llamada sociedad civil: el arzobispo de Barcelona parece que ha dimitido por su ignorancia de vergonzosos balances de la pederastia.

La Iglesia da ejemplo. Lo que ocurre es que lo hace ante el Vaticano e imagino que como en español no habrá encontrado la palabra adecuada lo habrá hecho en latín. Bueno, reamente no recurrió a la palabra dimitir, lo que hizo fue recurrir a sus orígenes. 

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