Alumnos de conservatorios artísticos exigen al Gobierno las mismas ventajas de acceso a la Universidad que tienen los deportistas de élite

  • Denuncian que combinar el Bachillerato con el conservatorio les deja en inferioridad de condiciones ante la EBAU.
  • Dos estudiantes lideran la lucha para conseguir que las universidades reserven cuotas a alumnos de música y baile.
Laura Echeverría y Carlos Cordero, delante de su instituto, el San Isidro, de Madrid
Laura Echeverría y Carlos Cordero, delante de su instituto, el San Isidro, de Madrid
José González
Laura Echeverría y Carlos Cordero, delante de su instituto, el San Isidro, de Madrid

Es más fácil lograr audiencia con un ministro que hablar con Guillermo Díaz. Este estudiante madrileño de 17 años tiene todos los minutos del día, y de la noche, ocupados. No le queda otra si quiere aprobar el Bachillerato de Ciencias Sociales en el Instituto Gran Capitán de Madrid y sexto de instrumento de interpretación de guitarra en el conservatorio.

Díaz cita a este periódico a una entrevista telefónica "a las 16.35 horas" de un martes y puede hablar como máximo 10 minutos. Está en una semana especialmente crítica. El lunes durmió dos horas. "Me coincidieron un examen de Filosofía y uno de Inglés en el instituto con uno de análisis en el conservatorio". Otros años ha tenido que dejar de comer o "comer a las seis de la tarde" para poder compaginar sus estudios artísticos con los generales. 

A Díaz le gustaría poder estudiar una carrera universitaria relacionada con la dirección de empresas y el marketing digital. Pero no está seguro de alcanzar la nota de corte. "Compito con gente que puede estudiar diez horas una asignatura y yo solo tengo tres", explica. Por ese motivo, está apoyando a otros dos estudiantes, Carlos Cordero y Laura Echeverría, que se han embarcado en una lucha para convencer a las instituciones de que los alumnos profesionales de conservatorio deben tener las mismas ventajas que los deportistas de élite en la organización académica y en el acceso a la Universidad.

"Si un país se enorgullece de sus manifestaciones deportivas y, precisamente por ello, a estos se les concede una serie de merecidisimas compensaciones, ayudas y reconocimiento social que nadie discute, no parece muy justo que otro tipo de actividad cultural tan importante como la música y la danza queden marginadas en el ámbito académico", explica Carlos Cordero, impulsor de la iniciativa, que compagina estudios de segundo de Bachillerato de Ciencias en el programa de francés del IES San Isidro con segundo de piano. Cordero es de esos estudiantes que tienen 12-15 asignaturas al año, que por la mañana van a clases al instituto y por la tarde al conservatorio. 

En esta batalla tiene de su lado a Laura Echeverría, una compañera del instituto que se unió a la cruzada por empatizar con todos esos jóvenes músicos que ni comen ni duermen para poder aprobar la secundaria. Juntos han redactado un proyecto exigiendo equidad con el deporte de élite, han abierto un change.org y piden audiencia a toda instancia capaz de influir en una mejor organización académica a nivel autonómico y estatal. 

No parece muy justo que otro tipo de actividad cultural tan importante como la música y la danza queden marginadas en el ámbito académico"

El objetivo, explican, es que los centros de educación superior apoyen al alumnado artístico "cuyo esfuerzo no se valora y resulta discriminado respecto al tratamiento que reciben los deportistas de alto rendimiento/nivel".  

Es llamativo que hayan elegido para dar la batalla el año más exigente de sus vidas, educativamente hablando. Dicen que sacan tiempo por las rendijas del día, ocupado desde el alba hasta bien entrada la noche por horas de clase y estudio. Aun así ya se han reunido con directores de instituto, responsables de conservatorios y con el Gobierno.

Esta semana han conseguido su primera victoria, que la ley que regulará las enseñanzas artísticas profesionales en España, aprobada en el último Consejo de Ministros, incorpore una disposición adicional que pide a las administraciones competentes que faciliten la compaginación de estudios generales y artísticos profesionales. Lo consiguieron tras argumentar su causa ante el secretario de Estado de Educación, José Manuel Bar Cendón.

Lucía Echevarría y Carlos Cordero, con el secretario de Estado de Educación
Laura Echeverría y Carlos Cordero, con el secretario de Estado de Educación
CEDIDA

Cordero y Echeverría celebran el logro, aunque no dan su lucha por finalizada. "Es insuficiente", dice Cordero, "necesitamos también las ventajas en las notas de acceso a las carreras universitarias que tienen los deportistas de élite, porque competimos con estudiantes de toda España", reivindica. En próximas fechas tienen concertadas reuniones con la asociación de rectores de Universidad y en el Ministerio de Universidades para convencerles.

El 60% no termina la carrera musical

Los directores de institutos y de conservatorios profesionales ya les han brindado su apoyo a estos dos jóvenes que representan a los 90.000 alumnos de conservatorio repartidos por toda España. Compaginar estudios generales y profesionales de artes es "una auténtica locura" y "convierte al alumnado que finaliza estas enseñanzas en héroes", dicen los maestros. El director del Conservatorio Profesional de Música Amaniel de Madrid y presidente de la asociación de directores de conservatorios de España, Luis Lechago, así lo cree: "Nuestros alumnos están sometidos a un estrés especial. La yuxtaposición curricular dificulta el día a día de estos alumnos. Con el agravante en ciudades grandes, como Madrid, donde los desplazamientos son costosos en el tiempo".

"En el conservatorio no te encontrarás personas quejicas, pero por dentro todos sabemos que hacer las dos cosas bien es jodido"

Lechago reconoce que la exigencia extrema de cursar ambas enseñanzas provoca una cascada de bajas en las enseñanzas artísticas. El 60% de los que empiezan la carrera profesional de música abandona antes de terminar, según sus estadísticas internas. "Hay más motivos, pero la dificultad de combinar estudios generales con artísticos es uno de ellos. Por eso es preciso buscar fórmulas que faciliten a este perfil de alumno su día a día", reivindica Lechago.

Mientras llegan las adaptaciones curriculares, convalidaciones o cuotas en las carreras universitarias para los estudiantes de los conservatorios, Guillermo Díaz, el guitarrista sin tiempo libre, ha decidido sacarse segundo de bachillerato y sexto de interpretación en dos años. "Compaginar ambos estudios es muy complicado. En el conservatorio no te encontrarás personas quejicas, pero por dentro todos sabemos que hacer las dos cosas bien es jodido".

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