Entrevista 

"La Administración regula cosas ridículas de seguridad y no lo hace bien a la hora de fiscalizar industrias potentísimas"

Miquel Taverna
Toni Orensanz (izquierda) y Rafa Marrasé, autores de "La gran explosió" sobre el complejo petroquímico de Tarragona.
Miquel Taverna
Miquel Taverna

El 14 de enero de 2020, justo dos meses antes de que todo el país se recluyera en sus casas por la Covid, hubo un confinamiento de un día en Tarragona. Ese día se hicieron realidad los temores de quienes desde hacía décadas denunciaban riesgos de seguridad que podría entrañar el mayor complejo de industria petroquímica del sur de Europa, en el Campo de Tarragona. Una explosión en la empresa IQOXE dejó tres personas muertas y puso al descubierto los fallos de seguridad y la aparente despreocupación por parte de la Administración y falta de controles con lo que desde los 50 años creció una industria que configuró la economía y la sociedad de toda una provincia.

Los periodistas Toni Orensanz y Rafa Marrasé hacen una "crónica ultrarrealista" -de momento, solo editada en catalán- sobre aquella explosión que, según denuncian, podría haber provocado "un apocalipsis", una reacción en cadena sin precedentes, y sin embargo, causó mucho menos "pánico" que un atentado de ETA ocurrido en 1987. Achacan el "adormecimiento" social en torno a una industria que trabaja con peligrosos componentes a los puestos de trabajo que crea y a la opacidad de las compañías. Pero sobre todo a la falta de control por parte de los poderes públicos. "La Administración tendría que velar por nuestra seguridad y no lo está haciendo", denuncian.

Trazan la historia de la gran concentración de la industria petroquímica en Tarragona y sus potenciales riesgos, hechos realidad en la gran explosión de enero de 2020. ¿Se veía venir?
Rafa Marrasé. No creo que existiera el ‘esto se sabía que iba a pasar’, lo que sí está interiorizado en la gente de Tarragona es ‘un día saldremos volando’, porque estamos rodeados de empresas petroquímicas, no tanto porque la gente tenga la percepción de que las cosas no se hacían bien y podía pasar una desgracia así, por opacidad, falta de transparencia, de información. Los datos los ha tenido siempre la industria. La Administración no ha fiscalizado correctamente las emisiones tóxicas o el peligro y hay una falsa apariencia de seguridad aunque todo el mundo es consciente del peligro por la cantidad de depósitos de hidrocarburos y otros compuestos que hay.
Toni Orensanz. Era un poco al contrario, te has acostumbrado tanto a tener esa presencia, a quejarte de malos olores pero sin prever la ciudadanía que un día podía pasar algo grave.

En la explosión de 2020 murieron tres personas, dos trabajadores en el recinto y un señor que estaba en su casa a causa de una plancha que salió disparada, recorrió 2,5 kilómetros y terminó en su salón. ¿Algún manual de seguridad podría haber previsto algo así?T. O. Parece que el destino lo fuera a buscar. Cuando ves la trayectoria que hizo la plancha, es una cosa muy rara, pasa entre dos bloques y entra por el piso superior. Este accidente debería cambiar la manera de percibir el riesgo. Durante años, se cansaron de repetir a la población que en caso de accidente tú te confinabas en casa y estabas seguro. Y que un accidente de este tipo no podía producirse. La plancha podría haber impactado en centros comerciales o turísticos que están a una distancia parecida. Pero la idea de que este tipo de accidente no era posible es falsa.
R. M. Cuando se supo de la muerte de este señor, en las primeras horas se pensaba que era una explosión de gas. Nos decían que era inimaginable que una plancha de 500 kilos hubiera podido salir disparada a esta distancia. En el libro explicamos que en los 60 en Francia una plancha de una tonelada salió un disparada un montón de kilómetros. Si hay historial idéntico no sé por qué se nos dice que no podía ser así. También podríamos hablar de las distancias de seguridad, la casa de este señor estaba a 2,5 km, la normativa dice que tiene que haber 500 metros pero en la época franquista eran dos kilómetros. Con el tiempo no solo no se ha ampliado sino que se ha acortado mucho. Ahora hablamos en Cataluña del Proyecto Hard Rock, al lado de Port Aventura, con un casino, y está a una distancia equiparable o menor del sitio donde murió esa persona. No solo no hemos aprendido nada sino que estamos poniendo más recintos turísticos al lado de empresas con riesgos potencialmente elevados.

“Si se produjera una reacción en cadena, Zaragoza tendría mar”. Dicen esto sobre el potencial riesgo del conglomerado petroquímico del Camp de Tarragona.R.M. Se refiere a la potencia explosiva que podría tener la central [nuclear] de Vandellós II en esa reacción en cadena. Una consultora francesa analizó en 1980 el equivalente al TNT solo de 12 depósitos y calculó que estaríamos hablando de la bomba de Hiroshima. Hoy hay decenas o centenares de depósitos.

En base a episodios reales, ¿hay más riesgo en la industria petroquímica o en la central nuclear?R. M. En Vandellós hay tal cantidad de uranio que si explotara sería gravísimo, pero con toda la capacidad de los hidrocarburos de la petroquímica, los bomberos decían aquella noche [de la explosión] que la posibilidad de la reacción en cadena era viable. Habría sido una explosión gigantísima.
T. O. Con las centrales nucleares, todos somos conscientes de que hay un riesgo muy elevado. En cambio, con la concentración de industria petroquímica quizá no seamos tan conscientes del riesgo tan elevado que implica un accidente químico con una reacción en cadena. Con las centrales nucleares se ha sido siempre muy consciente de que debía haber protocolos de seguridad y en el caso de las químicas en determinados caos se ha relativizado o la población no sea tan consciente de que hasta qué punto convive con el riesgo.

"Con las centrales nucleares, todos somos conscientes de que hay un riesgo muy elevado. Con la industria petroquímica quizá no seamos tan conscientes"
"Las distancias de seguridad [entre viviendas y plantas petroquímicas] no solo no se han ampliado, con el tiempo se han acortado mucho"

¿Se ha mirado para otro lado sistemáticamente desde que empezó a nacer estos complejos, en los años 50?T. O. Sí, claro. La industria petroquímica de Tarragona arrastra un pecado original, que desde el origen las autoridades dan por bueno que para industrializar Tarragona todo vale. Conductas poco éticas por corrupción y hacer todo lo que convenga para que la industria química se instale cerca de Tarragona ciudad. Cuando el en los 80 el primer ayuntamiento democrático intenta ordenar territorialmente, que núcleos residenciales y industriales no estén tan juntos, la industria se opone y termina ganando en los tribunales haciendo valer sus derechos adquiridos desde los años 60. Al cabo de los años han ganado la batalla de la percepción del riesgo y la gente se ha acostumbrado, muchas veces con opacidad, falta de información, por la costumbre, el dinero, llámalo Responsabilidad Social Corporativa o corrupción.
R. M. Sigue mirando [para otro lado]. El tema de las emisiones es obvio. Ahora, Cataluña tiene que controlar la calidad del aire, pero la red no mide este tipo de contaminantes y lo hace con niveles muy inferiores. El conseller de Interior dijo que iban a poner sensores para medir la contaminación y, acto seguido, que no tenía presupuesto. Después del accidente más grande de la historia de la petroquímica, es un insulto. Y cuando ponen finalmente esos sensores, es una trampa porque solo empiezan a medir cuando hay grandes concentraciones de tóxicos, casi de riesgo vital inminente. Pero emisiones que también son muy elevadas y a corto y medio plazo pueden provocar enfermedades no se están midiendo

"La industria petroquímica arrastra el pecado original de que se dio por bueno que para industrializar Tarragona valía todo"

¿Cómo es posible lo que ustedes denuncian, cuando hay regulaciones de la UE, del Gobierno central, autonómico, que el Tribunal de la UE acaba de condenar a España por la contaminación de Madrid y Barcelona…?R. M. Es la única planta de todo el Estado que produce óxido de etileno, que EEUU considera el compuesto químico con más riesgo de cáncer por contaminación industrial. Ni Cataluña ni en el resto de España tienen una normativa sobre esto. Y la Generalitat dice que la UE no les obliga, pero sí hay países de la UE que tienen. Son cosas que no entendemos.
T. O. Llevamos 60 años de industria petroquímica y cosas que parece básicas como medir el aire no se han hecho nunca por una fuente independiente, por las administraciones.

La explosión confinó un día a la población de Tarragona justo dos meses antes del confinamiento por Covid y en los días siguientes la Generalitat decía que no pasaba nada. ¿La pandemia contribuyó a enterrar lo que sucedió?R. M. Esa misma noche se entierra el tema de la nube tóxica, ya se empieza a hablar directamente de condiciones laborales. Cuando dicen que no pasa nada no tienen ningún dato, ni siquiera han podido hablar con la empresa en ese momento. Ese debate desaparece rapidísimamente de los medios y no tiene que ver con la Covid, y nadie le ha pedido responsabilidades a nadie. No se sabe qué se respiró esa noche porque las mediciones no se hicieron correctamente o con aparatos apropiados. Se hicieron las cosa mal y siguen haciendo las cosas mal actualmente.

Tampoco ha habido una gran contestación social. ¿Por qué?T. O. Es sorprendente. Al final, hay miles de personas para las que la industria petroquímica es su paisaje cotidiano, es su modo de vida. Por otra parte, la Administración no deja de decir que estés tranquilo. Está la opacidad y la falta de información… La ciudadanía está un poco anestesiada pero no es todo culpa suya. La Administración es la que tendría que velar por nuestra seguridad y no lo está haciendo como debiera. A veces se regulan cosas de seguridad ridículas y a la ahora de fiscalizar a determinadas industrias potentísimas no se hace bien. El dinero de la petroquímica está en las fiestas mayores, culturales, actos tradicionales y entidades de todo tipo y en unos 50.000 familias entre trabajos directos e indirectos. ¿Tiene algo que ver con el silencio que hay? Sin duda alguna.
R. M. La respuesta ciudadana ha sido muy débil. La Administración ha tenido una pasividad realmente alarmante y le puede estar constando a la sociedad un problema de salud.

Por comparar con algo mucho menos arriesgado objetivamente, ¿qué piensan cuando ven a gente que protesta en contra de los parques fotovoltaicos o eólicos?R. M. No creo que sea comparable. Con las renovables creo que el problema de mucha gente es ver si hay un plan real. En Tarragona tenemos el 75% de todas renovables de Cataluña. Estamos viendo que las grandes energéticas construyen compulsivamente y se necesita saber cómo se va a gestionar, quién va a ser el beneficiario. La gente necesita tener información y que no le impongan nada. Si no, veremos lo que vimos en Tarragona, que cuando nos dimos cuenta teníamos una industria al lado de las casas. Está claro que el aerogenerador no te va a matar, es un tema más paisajístico pero entiendo que pueda haber gente que tenga reticencias a renovables masivas.
T. O. Los primeros parques eólicos en Cataluña eran un señor con un maletín llamando a la puerta de los agricultores y diciéndoles que se iban a hacer ricos poniendo molinos en su finca. Por hacer alguna comparación, es por la falta planificación, puede haber cierta desconfianza hacia la Administración.

"El futuro del complejo petroquímico va a pasar por el hidrógeno y las renovables"

El libro termina diciendo que esta historia no tiene fin. ¿Qué futuro se le depara a la industria petroquímica de Tarragona?R. M. Va a pasar mucho por el hidrógeno y las renovables, si son capaces de apostar por eso van a seguir. La gente se piensa que con el fin de los combustibles fósiles va a desaparecer y no es así porque el 90% del petróleo va a combustible pero el otro 10% va a hacer plástico y derivados, que es lo que se hacen en Tarragona. Dependerá de la Administración, si le exige que se adapta o se va.
T. O. Debería haber una reflexión sobre las distancias de seguridad y fiscalizar mejor qué hacen las industrias y cuál es el impacto real sobre la salud de esta actividad económica.

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