Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

¡Ya lo tengo!

Bomberos y UME trabajan para rescatar personas en Turquía.
Bomberos y UME trabajan para rescatar personas en Turquía.
EFE
Bomberos y UME trabajan para rescatar personas en Turquía.

Sé que los españoles no somos perfectos, pero hay un gen en el ADN hispano que saca lo mejor de nosotros ante la desgracia ajena, es el gen de la solidaridad. Son muchos los ejemplos recientes que certifican la grandeza de nuestro proceder en circunstancias extremas y estos días lo hemos vuelto a constatar tras los terremotos de Siria y Turquía. De inmediato surgieron aquí voluntarios, donantes y equipos de emergencia de diferentes cuerpos que acudieron a los distintos escenarios de la catástrofe antes y con mayor entrega que sus homólogos de otros 70 países que fueron allí.

En Turquía coincidieron bomberos, médicos, técnicos de Protección Civil, infantes de Marina y un contingente de la Unidad Militar de Emergencia, algunos de cuyos miembros protagonizaron uno de los momentos más emotivos de cuantos se pueden vivir en situaciones de esa naturaleza.

Trabajando sin descanso, con temperaturas bajo cero y en condiciones límite, solo se quejaban de que sus esfuerzos no obtuvieran mayores resultados. Ellos llaman "resultados" a salvar vidas y cada hora que pasaba se antojaba más remota la posibilidad de sacar a alguien vivo bajo aquel infernal amasijo de hierro y escombros.

El milagro acontecía en la localidad turca de Nurdagui cinco días después de que la tierra temblara, allí donde un equipo de la UME no paró hasta sacar a una madre y sus dos hijos de la montaña de cascotes bajo la que permanecían sepultados. Una conmoción electrizante invadió a quienes asistieron aquella gélida mañana al momento en que un teniente del Ejército español gritó por dos veces: "¡Ya lo tengo! ¡Ya lo tengo!". En sus brazos, un crío sucio y magullado pero vivo y consciente. Lloraba el niño y lloraba el teniente que no parecía dispuesto a soltar la recompensa que su vocación profesional y la tenacidad de su equipo le habían proporcionado.

Vendrían después otros rescates y ayudas, pero todos los miembros de aquella unidad entendieron que ya solo con lo que había acontecido en aquel instante, su presencia en Turquía había merecido la pena. Puedo imaginar lo que ha de ser volver a casa sabiendo lo que hiciste por gente que no conocías, que ni siquiera entiende tu idioma y cuya cara, sin embargo, no vas a olvidar nunca sabiendo además que ellos jamás olvidarán la tuya. Algo similar a lo que sentirán los bomberos madrileños que reptaron sin casco por un boquete de solo 30 centímetros para sacar con vida a una joven casi una semana después del terremoto. Otro milagro.

Son los protagonistas de hazañas que se suman a todo un historial de operativos ejemplares en situaciones de emergencia en España y en el extranjero. En el caso de la UME, su experiencia en terremotos se curtió en aquel que devastó Haití donde se vio la necesidad de especializar equipos y material para coordinarlos con otras unidades internacionales hasta obtener el certificado de la ONU para realizar esas labores. Un año después, las lecciones aprendidas en Haití le sirvieron para volcarse en los trabajos de búsqueda y rescate en el terremoto de Lorca donde al final la gente les despidió con aplausos, lágrimas y abrazos. 

Su labor en aquella localidad murciana certificó entonces que de no existir la UME habría que inventarla. Eso y lo mucho que erraron quienes se habían opuesto con inquina a su creación. Fundada en 2005 por iniciativa del entonces ministro de Defensa, José Bono, fue tachada por la oposición como un despilfarro y un capricho faraónico de Zapatero. Hoy quienes así lo hicieron callan abochornados ante la imagen incontestable de ese militar español con un niño en brazos gritando: "¡Ya lo tengo!".

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