Primera Navidad de los refugiados ucranianos fuera de casa: "Estamos felices de estar todos vivos y poder celebrarla juntos"

fotografo: Jose Gonzalez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Repor ucraniano en Madrid / reunificación
Yuri consiguió reencontrarse con su familia después de haber perdido el contacto
José González
fotografo: Jose Gonzalez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Repor ucraniano en Madrid / reunificación

Yuri va a tener una fecha grabada para siempre: el 24 de febrero de 2022, el día en el que comenzó la guerra entre Ucrania y Rusia. Fue el momento en el que su vida dio un vuelco de 360º y tuvo que dejar atrás todo lo que había conocido hasta ese momento. Desde entones, han pasado diez meses, un periodo en el que ha vivido una auténtica odisea. Si tuviese que decidirse por un momento de mayor dureza fue cuando perdió el contacto con su pareja, Antonina, y sus dos hijos de 6 y 8 años, David y Leo. El de mayor felicidad también tiene a ellos como protagonistas, puesto que se decanta, sin duda, por su reencuentro.

Yuri llegó como refugiado ucraniano a Almoguera, un municipio de Castilla-La Mancha, el pasado mes de abril gracias a la ONG Rescate. Lo hizo en avión desde Polonia, aunque no fue un viaje fácil. Lo hacía separado de su familia y sin saber exactamente dónde estaban y si seguían todos con vida. Diez meses después de que la guerra llegase a Ucrania, esta familia está feliz de poder celebrar la Navidad juntos, aunque sea fuera de casa.

De la guerra al amor

En diciembre de 2021, Yuri y Antonina decidieron romper su relación sentimental por diferentes motivos. "Antes de que la guerra empezase, rompimos nuestra relación y nos fuimos a vivir a casas separadas", recuerda Yuri. Sus dos hijos se iban turnando para pasar tiempo con los dos. Sin embargo, el estallido de la guerra y toda la incertidumbre que generó provocó se diesen cuenta de lo mucho que se seguían queriendo el uno al otro. Solo había un impedimento, no podían volver a mudarse juntos. 

Tres kilómetros es la distancia que separaba la casa de Yuri de la de Antonina, algo que este hombre define como un espacio que "en tiempos de guerra se vuelve inmenso". "Había bombas y ataques todo el rato por parte de los soldados rusos, así que era muy arriesgado salir de casa", cuenta. Por ese motivo, el único contacto que mantenían era a través de llamadas telefónicas.

Las bombas rompen el contacto

Los diversos ataques de los soldados rusos a Mariúpol, la ciudad donde esta familia residía, provocó que perdiesen el contacto en varias ocasiones. Cada uno se vio obligado a tomar un rumbo distinto. Mientras Yuri viajaba hasta Donetsk, a un campo de refugiados, para luego ir a Bielorrusia, a Polonia y, finalmente a España; Antonina, Leo y David se mudaron de ciudad en dos ocasiones y acabaron en República Checa. 

La única manera que tenía Yuri de saber cómo estaba su familia era a través de llamadas telefónicas. Cuando esta opción no era posible, hacía un envío a través de alguna ONG de comida u otros productos para comprobar que seguían todos con vida. Sin embargo, en uno de esos envíos, la respuesta que recibió no era la que esperaba. Habían llamado a la puerta de la casa de Antonina, pero nadie respondió. Ya nadie estaba viviendo en ese lugar.

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Están felices de seguir vivos y pasar la Navidad juntos, aunque fuera de Ucrania
José González

Poco después, se enteró de que se habían mudado hasta Zaporiya. "Descubrí que les habían evacuado de allí el 3 de marzo", asegura Yuri. Sin embargo, mantener el contacto era cada vez más difícil, puesto que los ataques rusos hacían que las conexiones no fueran posibles. Un día, un avión lanzó tres bombas a un teatro que, para aquel entonces, se había convertido en un centro para refugiados. Murieron 400 personas, entre mujeres y niños. Yuri pensó que su familia se encontraba dentro de ese recuento. 

Durante dos días, su corazón se paró. Creía que había perdido a las personas que más quiere. "Pensé que Antonina y los niños podían estar en ese centro, porque no sabía dónde estaban exactamente", asegura Yuri aguantando las lágrimas y con rostro serio. "Esos días me volví completamente loco. No sabía si estaban vivos o muertos", añade. "Creo que ha sido uno de los momentos más duros que he vivido desde que empezó la guerra", concluye. Sin embargo, la alegría volvió a él cuando, de repente, su móvil recibió una nueva llamada de Antonina. Todos estaban bien y que habían conseguido emprender el camino hacia República Checa.

El reencuentro de la familia

Una vez allí, a pesar de contar con la ventaja de tener un trabajo garantizados durante un período de 3 o 4 años, Antonina y los dos niños decidieron mudarse a Madrid. Querían volver a vivir todos juntos. "Estábamos todos muy contentos de poder volver a estar todos juntos", asegura Yuri. "Fue uno de los días más emocionantes de mi vida", explica este refugiado. 

Ahora, llevan una vida mucho más calmada y lejos del ritmo de la guerra. Yuri y Antonina van todos los días a clases de español y buscan trabajo, mientras que Leo y David van al colegio. Están ya penando en la comida de Navidad del próximo domingo, algo que durante unos meses dieron por perdido. Las emociones estos días son contradictorias. 

Sienten la alegría de poder celebrarlos todos juntos y bajo el mismo techo, pero también la tristeza de recordar cómo solían hacerlo en Ucrania. "El año pasado, hicimos una fiesta muy grande en casa con nuestros amigos y sus hijos. Recibimos muchos regalos, pusimos un árbol gigante decorado de Navidad y las sonrisas estaban todo el rato presentes. Fue un día muy alegre para todo el mundo", rememora Yuri. "Éramos muy felices en aquel momento", añade. "Lo importante es que ahora estamos toda la familia junta y tenemos un apartamento donde vivir".

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