OPINIÓN

Realpolitik

Gabriel Rufián y Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados.
Gabriel Rufián y Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados.
Europa Press
Gabriel Rufián y Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados.

"Las disputas (políticas) se resuelven en el terreno de la política y no en los juzgados". Lo ha dicho Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, a quien, de forma antidemocrática, el Partido Popular y sus satélites llaman el "ilegítimo".

Un servidor y muchísimos más llevamos desde 2017 diciendo lo mismo. Mejor dicho, pidiendo que no se utilizara la justicia para resolver un conflicto político. Y pasó lo que pasó y estamos dónde estamos a causa de la torpeza e incompetencia política, sobre todo de quien más poder tenía: Mariano Rajoy.

Nadie salió ganando el 2017. Nadie. El conflicto sigue ahí, y no se ha resuelto. Pero con el PSOE en la Moncloa, ERC decidió, después de lo ocurrido, profundizar en la negociación política con el gobierno de España para conseguir el mismo objetivo con una estrategia homologable por los organismos internacionales. Es decir, se decidió abandonar la unilateralidad y se adoptó el "no lo volveremos a hacer" sin la UE.

Nadie salió ganando el 2017. Nadie. El conflicto sigue ahí, y no se ha resuelto"

Que, en Cataluña, a la par de ir solucionando el conflicto político, hoy se hable más de las necesidades cotidianas de la ciudadanía que del realismo mágico que tantos años ha ocupado la agenda política e informativa, es un logro de ERC.

La "realpolitik" de los republicanos consiguió los indultos, va a conseguir la derogación de la sedición y la reforma del delito de malversación. “¡Ahí es ná!”

Mientras tanto, Waterloo y sus tentáculos, empezando por Junts y terminando en la Assemblea Nacional Catalana, no saben qué hacer ni qué decir ya ante lo conseguido por ERC, porque, para quién aún no lo sepa, el conflicto político también incluye la lucha por el poder en Cataluña.

La "realpolitik" de los republicanos consiguió los indultos, va a conseguir la derogación de la sedición y la reforma del delito de malversación. “¡Ahí es ná!"

Puigdemont y los suyos optaron por no aprender absolutamente nada de lo vivido y seguir instrumentalizando las instituciones propias según la estrategia del "cuanto peor, mejor". ¿Qué han conseguido hasta ahora? Absolutamente nada.

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