• Ofrecido por:
Claudia Tecglen Psicóloga, emprendedora social y conferenciante
OPINIÓN

Ser voluntaria me empoderó

El voluntariado es una forma de participar activamente en la sociedad.
El voluntariado es una forma de participar activamente en la sociedad.
CEDIDA
El voluntariado es una forma de participar activamente en la sociedad.

Diciembre es un mes importante para las personas con discapacidad, el día 3 se celebró el Día Internacional de las Personas con Discapacidad y este lunes, día 5, el Día Internacional del Voluntariado. Todas las personas relacionadas con el ámbito de la discapacidad sabemos que el día 3 es un día de reivindicación de derechos, de visibilidad. Un día para recordar que la discapacidad no es un mundo aparte, sino parte del mundo real. Todos convivimos con ella: aproximadamente un 10% de la población española tiene alguna discapacidad.

Pero, ¿por qué es importante el Día del Voluntariado para una persona con discapacidad? Cuando hablamos del binomio discapacidad-voluntariado, siempre pensamos en aquellas personas voluntarias sin discapacidad que prestan servicios a entidades del tercer sector para facilitar nuestra vida. Aprovecho esta tribuna para agradecer su gran labor. Sin embargo, ¿por qué no hablamos de las personas con discapacidad que también prestan servicios de voluntariado? Una realidad poco conocida, pero muy enriquecedora.

Yo misma llevo 20 años como voluntaria en diferentes entidades. Mi discapacidad, lejos de impedirme ejercer el voluntariado, me ha motivado a continuar en él. Desde hace 14 años, soy la presidenta de Convives con Espasticidad, una asociación sin ánimo de lucro cuyo propósito es quitarle al azar y a la desinformación la oportunidad de limitar una vida. Antes fui monitora de ocio y tiempo libre en una asociación de personas con discapacidad de mi barrio. Ser voluntaria me cambió la vida.

Cuando ejerces el voluntariado la discapacidad queda en un segundo plano. Se desarrolla un sentimiento de pertenencia y se fomenta la autoestima, la participación social entre iguales, el aprendizaje activo y hace poco descubrí que la empleabilidad. Sin duda, las cifras de desempleo en nuestro colectivo son devastadoras: en España hay más de 4 millones de personas con discapacidad y en el año pasado únicamente 145.000 fueron contratadas, según datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social. Un 74% de las personas con discapacidad se encuentran en situación de desempleo y el voluntariado es un arma muy poderosa para combatirlo. Te ayuda a adquirir competencias transversales como la comunicación, el trabajo en equipo, la organización, la planificación e incluso el liderazgo, entre otras. Además, a través de la Asociación Reconoce puedes acreditarlas. ¿Sabías que las personas voluntarias que destacan esta experiencia en los procesos de selección tienen un 9% más de probabilidades de ser seleccionadas?

El voluntariado cambia vidas empezando por la tuya. ¿Cómo? De mil maneras distintas, yo si me permitís, os voy a contar mi historia. Antes de ser voluntaria tuve una cirugía muy agresiva de cadera, rodillas y aductores. Sin duda, fue un momento vital donde mi parálisis cerebral cobró, sin poder evitarlo, protagonismo en mi vida. Me sentía inútil, diferente a los demás. Entonces, me apunté a la asociación de mi barrio y me di cuenta de que podía aportar mucho con mis cualidades: empecé a organizar salidas, charlas informativas, etc. Los voluntarios que había entonces empezaron a verme como una más, y lo más importante es que yo me sentía, quizás por primera vez, como una más. 

Me di cuenta de que la discapacidad es una circunstancia impuesta por la vida, y que nosotros decidimos qué hacer con ella. La decisión de ser voluntario te permite contribuir al cambio social que tanto necesitamos. Pero, sobre todo, y siendo egoístas, te transformas tú. Convertirte en voluntario es una experiencia única y la discapacidad no te impide disfrutar de ella. Todo lo contrario. Fue tal mi proceso de empoderamiento que a los 22 años fundé la Asociación Convives con Espasticidad, porque aprendí que las personas no somos, las personas hacemos. Aprendí que era capaz de realizar un sinfín de actividades, que era una más e incluso que podía liderar un proyecto social.

Ser voluntaria me ayudó a superar el mayor reto al que me he enfrentado en mi vida, a aceptarme y a quererme a mí misma. Ésta es mi experiencia, pero también la de otras miles de personas con discapacidad que descubrieron que el voluntariado es una tribu de buena gente donde lo que importa son tus capacidades, talentos y propósito de vida. Es un gran motor de transformación social y, sobre todo y ante todo, de empoderamiento personal.

Recuerda: el primer paso para cambiar el mundo es creer en ti.

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