A la hora de firmar un contrato de alquiler, una de las cláusulas más habituales que deben acordar el arrendador y arrendatario es la referente a los suministros básicos de la vivienda, como la luz, el gas o el agua. Generalmente están contratados por la parte arrendadora con las empresas suministradoras, aunque los recibos se suelen domiciliar a nombre de la parte arrendataria. 

Pero, ¿qué resulta más conveniente y beneficia a ambas partes? En primer lugar, arrendador y arrendatario pueden acordar libremente quién se hace cargo del pago de los suministros de la vivienda, y esta decisión debe quedar reflejada en el contrato.

¿Cuál es la opción más beneficiosa?

"Siempre recomendamos a los propietarios que la titularidad del suministro esté a nombre del inquilino", señala Sergio Zurdo, director de estudios de la Agencia Negociadora del Alquiler, y expone dos razones principales. 

Primero, porque los inquilinos tendrán total libertad para poder elegir la empresa comercializadora y cambiar la tarifa por una que se adecúe a sus verdaderas necesidades. Sobre todo en el contexto actual ante el aumento de los precios de luz y gas. 

En segundo lugar, añade Zurdo, si el arrendatario decide marcharse de la vivienda y deja algún impago o deuda con la compañía suministradora, el arrendador no tendrá que ser responsable del pago, puesto que está desvinculado del contrato.

"También recomendamos a los propietarios que dejen reflejado en sus contratos que cuando los inquilinos se marchen de la vivienda faciliten copia de las últimas facturas", indica el experto. De modo que si los inquilinos han cambiado de compañía y esta tiene algún tipo de penalización, también se hagan responsables de este pago. "Y que si han decidido dar de baja los suministros, algo que está terminantemente prohibido, asuman el coste del alta", concluye.