Hace justo dos décadas, un enorme petrolero se rompía en las costas gallegas y nos obligaba a grabarnos, con dolor, la palabra chapapote. El Prestige expulsaba hacia nuestras costas miles de toneladas de crudo, pero en este tiempo, como denuncian las asociaciones ecologistas, no se han llegado a estudiar todas las consecuencias de tamaña catástrofe. Gardel entonaba aquello de que "20 años no es nada" y, en verdad, en muchas cosas no se ha avanzado lo suficiente.
OPINIÓN18.11.2022 - 06:33h
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