Melisa Tuya Redactora jefe de '20minutos'
OPINIÓN

El reto de adoptar

Un perro en la protectora ANAA.
Un perro en la protectora ANAA.
Jorge París
Un perro en la protectora ANAA.

Adoptar conforta. Rescatar a un animal sin hogar y abrirle las puertas del tuyo, nos nutre por dentro, nos construye. Dar amor y seguridad a un ser vivo que carecía de futuro, nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos. Una caricia en nuestro propio lomo. Adoptar es, al final, un acto egoísta

Adoptar salva dos vidas, la del animal que se rescata y la del hueco que se libera para otro con un negro futuro. Pero no vivimos en la distopia utópica de una serie de sobremesa. Adoptar puede ser muy duro, frustrante, difícil. Adoptar supone con frecuencia un gran reto para el que es mejor estar preparado. Nada, nunca, es como lo idealizamos.

Comienza con frecuencia durante el proceso de adopción, cuando descubrimos que en lugar de una alfombra roja, nos esperan muchas preguntas; al percatarnos de que en los cheniles abundan los perros adultos sin raza de tamaño mediano o grande y no cachorros que pesarán menos de diez kilos al crecer. 

Continúa cuando ese animal llega a nuestra casa y descubrimos sus miedos, todo lo que tienen que aprender, que tal vez ganarse su confianza no es cosa hecha y que la paciencia y la fregona nos tendrán que acompañar varias veces a diario.  

Aún así, adoptemos. Adoptar es complicarse la vida, aprender y enseñar, asumir responsabilidades, crecer acompañados por dentro y por fuera; afrontar retos y disfrutar en el proceso. Adoptar un animal sin hogar merece la pena siempre que sepamos dónde nos metemos. La vida fácil no siempre es la vida mejor.  

Mostrar comentarios

Códigos Descuento