Melisa Tuya Redactora jefe de '20minutos'
OPINIÓN

El egoísta acto de acoger a un animal

Scissorhand, un abuelito que llegó muy maltratado tras sufrir un abandono terrible y ha logrado un hogar de acogida.
Scissorhand, un abuelito que llegó muy maltratado tras sufrir un abandono terrible y ha logrado un hogar de acogida hasta el final de sus días.
ANAA
Scissorhand, un abuelito que llegó muy maltratado tras sufrir un abandono terrible y ha logrado un hogar de acogida.

No es duro, no lo es. Es satisfactorio, una manera de sentirte mejor al saber que una vida ha tomado un rumbo mejor, que no se ha truncado, gracias a ti. Hablo de acoger temporalmente, de abrir las puertas de tu hogar a un animal cuya situación es desesperada.

Ayudar es, en el fondo, un acto egoísta; un acurrucarse inconsciente en ese "hago bien" que construye felicidad, que nos ayuda a caminar alzando la cabeza, a mirarnos tranquilos al espejo. Igual que cuidar, consuela. Bienvenido sea ese egoísmo. Uno de los mimbres de vivir feliz es aportar, estoy convencida de ello. Una vida sin causas, las que sean, aunque sean pequeñas, manejables, propias, tan sencillas e importantes como simplemente no hacer daño nunca a nadie, es una vida vacía.   

Para un amante de los animales, acoger es una de esas maneras de arroparse al arropar. Yo lo hecho y no es duro, pero sí es importante ser muy honesto con uno mismo y con la asociación con la que vamos a colaborar; ser racional a la vez que emocional. 

Aquellos que abren sus puertas y su corazón a un animal mayor y abandonado sabiendo que morirá bajo sus cuidados tienen un mérito especial

Gatos y perros de biberón, cachorros ya destetados y animales convalecientes necesitan un techo amigable y mayores cuidados, pero confieso que son los animales ancianos los que más me conmueven. Todo acto de acogida es de aplaudir, pero aquellos que abren sus puertas y su corazón a un perro o gato mayor y abandonado, que lo hacen sabiendo que morirá bajo sus cuidados, creo que tienen un mérito especial

En una reciente visita a la Asociación Nacional de Amigos de los Animales me hablaban de su programa yayos, con el que la protectora -y son muchas por toda España las que tienen soluciones semejantes -  busca buenas personas que den el altruista paso de permitir que un animal al que ha acompañado la mala suerte termine sus días recibiendo amor. 

Igual que con cachorros, en la asociación asumen todos los costes de alimentación y veterinario; al contrario que con cachorros, el objetivo último no es lograr un adoptante y una vida plena para ese animal que tiene toda la vida o casi por delante. Aquí lo que se persigue es un buen final. Nada menos. 

Bendito egoísmo. Valiente egoísmo que ojalá todos cultivásemos con más denuedo. 

Melisa Tuya
Redactora jefe de '20minutos'

Soy periodista en '20minutos' y escritora. Coordinadora de 'Capaces' y 'Animaleros'. He ganado el premio Tiflos 2019 de la Once por el reportaje 'La otra vuelta al cole, la de los niños con discapacidad y enfermedades crónicas'; fui ganadora española y finalista europea en 2012 del Health Prize for Journalists de la Comisión Europea; Premio Blasillo al Ingenio en Internet en el Congreso de Periodismo Digital de Huesca en 2008 y Premio Huella de Oro en dos ocasiones al Periodista más comprometido con la protección animal de la Asociación Nacional de Amigos de​ los Animales. Como escritora tengo tres libros publicados: la novela de ciencia ficción Galatea (Lapsus Calami, 2014); el ensayo Tener un hijo con autismo (Plataforma, 2017) y Mastín y la chica del galgo (2019) a beneficio íntegro de la Fundación Amigos del Perro.

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