Luis Algorri Periodista
OPINIÓN

Mira lo que me obligas a hacerte

Putin ha firmado los documentos apenas tres días después de que acabara el recuento en los pseudoreferéndums, que han tenido lugar en guerra, sin la más mínima base legal y con intimidaciones.
Vladimir Putin.
Putin ha firmado los documentos apenas tres días después de que acabara el recuento en los pseudoreferéndums, que han tenido lugar en guerra, sin la más mínima base legal y con intimidaciones.

Supongo que será el miedo al apocalipsis, que va ganando terreno (poco a poco) a la incredulidad y a la rutina. O a lo mejor es esa costumbre, tan española, de llevar la contraria a la mayoría, como si por el solo hecho de ser mayoría estuviesen manipulados, idiotizados o comprados. No sé. Pero detecto desde hace tiempo que van asomando entre nosotros los partidarios de Putin. Quizá sea excesivo decir partidarios; mejor fuese decir justificadores, disculpadores o comprensivos con ese señor.

Lo primero que llama la atención es que los defensores del agresor se hallan, prácticamente siempre, en uno de los dos extremos ideológicos del abanico político: o la extrema izquierda o la extrema derecha, esto con más frecuencia. De los del medio (es decir, de la mayoría) hay muy pocos. No sé si esto será una explicación de su actitud. Si lo fuese, resultaría muy difícil de entender.

Lo segundo es que usan, invariablemente, la misma argumentación que el propio Putin: la culpa de la guerra no la tiene el agresor sino la OTAN, que, desde que colapsó la URSS en 1991, avanza y avanza hacia el este, engullendo país tras país, y amenaza la seguridad de Rusia. Y eso no se puede consentir, hay que pararlo. El momento de pararlo ha llegado con Ucrania. A renglón seguido suelen añadir, entre risas de desprecio, que el presidente ucranio, Zelenski, es un humorista. Cómo va un humorista a dirigir un país.

Responder a todo esto es difícil. No porque esas ideas sean sólidas (que alguna sí lo es) sino porque no te dejan. El recurso al grito, a la interrupción constante y a tomarse la cosa por la tremenda, con un curioso exceso de nerviosismo, es común a todos los defensores de Putin; por lo menos a todos los que yo he conocido. Son personas decididas a no escuchar y a no ser convencidas, se les diga lo que se les diga, y así es casi imposible razonar.

Si se tranquilizasen, se les podría decir (por ejemplo) que la OTAN, tan denostada durante décadas por la izquierda, no ha invadido ni un solo país de los antiguos satélites de la URSS. Ni uno solo. Todos esos Estados (Hungría, Polonia, República Checa, Rumanía, Bulgaria, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania, Albania y Croacia, Montenegro y Macedonia del Norte) escaparon en cuanto pudieron de los 'amigos' rusos, que les habían mantenido sojuzgados desde 1945, y se abrazaron a Occidente, donde se vive mucho mejor. Lo hicieron porque quisieron, nadie les obligó ni metió los tanques en sus calles. Por eso la OTAN avanzó hacia el Este. Porque esos países así lo pedían, como ahora lo piden Suecia y Finlandia.

La OTAN, tan denostada durante décadas por la izquierda, no ha invadido ni un solo país de los antiguos satélites de la URSS

Ah, lo de Zelenski. Sí, fue humorista en televisión. Bueno, ¿y qué? Putin era el que subía los cafés a los espías de verdad, tanto en Dresde (Alemania del Este) como luego en San Petersburgo. Era el recadero del alcalde Sobchak, su perro fiel. Currículo por currículo, la verdad, no sabría con cuál quedarme.

Una metáfora que sí descoloca a los 'comprensivos' de Vladímir Putin es la analogía con los maltratadores de mujeres, personas que no le gustan a nadie. Es casi lo mismo. Que Putin invada Ucrania a sangre y fuego porque se está acercando demasiado al mundo occidental se parece mucho al tipo que propina tremendas palizas a su pareja mientras le dice: "Mira lo que me obligas a hacerte. Si no fueras por ahí provocando, si no miraras a otros, yo no tendría que pegarte, que es algo que no me gusta. La culpa de esto la tienes tú, por zorra".

Gorbachov, que ha muerto hace unos meses, no pretendía la destrucción de la URSS sino convertirla en una democracia. Y buscaba, esto sobre todo, que las dos grandes potencias (la suya y EEUU) dejasen de ser enemigas, lo cual habría acabado con la guerra fría y con buena parte de las armas nucleares, y habría convertido en inútiles tanto la OTAN como el Pacto de Varsovia. Putin deshizo todo lo que empezó Gorbachov, dio marcha atrás en nombre del "orgullo nacional ruso", terminó con los sueños de democracia, se rearmó cuanto pudo y ahora estamos como estamos: con una guerra ahí al lado, una crisis económica que no se había visto en décadas y la amenaza del holocausto nuclear más cerca que nunca desde 1962.

Es ese hombre quien ha mantenido viva a la OTAN, con su absurdo orgullo de antigua gran potencia. Pertenece al siglo XX, no al XXI. Es él quien, como todos los nacionalistas y todos los tiranos, necesita un enemigo al que echar la culpa de todo, al que temer y al que amenazar, para mantener su poder. Es él quien nos mira, desde lo alto de su inmenso cinismo, y nos dice: "Mirad lo que me obligáis a hacer. Que yo no quiero, ¿eh? Sois vosotros, que os portáis mal". La indecente frase de todos los maltratadores.

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