Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Mapi, modelo a seguir

El disfrute del descubrimiento.
Mapi con Ana Obregón
Mapi es la de la derecha.  A la izquierda, Ana Obregón en el primer programa
RTVE
Mapi con Ana Obregón

La televisión que nos hizo querer tanto la televisión era traviesa, un pelín inconsciente y algo boca-chancla. Vamos, que hablaba sin demasiados eufemismos. Incluso, a veces, se iba de la lengua. Eran aquellos tiempos en los que los grandes autores sabían que para trascender no podían ser parte del decorado, debían crear universos propios y, para ello, elegían jugar con la imaginación de la audiencia hasta abrazar esa complicidad que permite todo. Hasta la impertinencia. 

Así es Mapi, la niña de cabezón virtual que ha llegado a La 1 para desafiar a los famosos con una mochila cargada de preguntas. A su lado, intenta poner orden Jandro. Compleja tarea, pues Mapi pica todo el rato su copresentador. También sufren sus pullas los personajes populares a los que reta con la valiosa e impertinente curiosidad de la mirada infantil.

La gracia del show es asistir al choque de las salidas de tono de Mapi con las teorías que los invitados sueltan (si son buenos contando anécdotas) para esclarecer los interrogantes que plantea el concurso. Normalmente, tales cuestiones son singularidades de la vida cotidiana de las que desconocemos el origen. El espectador aprende, mientras se divierte con los delirios de los famosos y la propia Mapi. ADN de RTVE: apostar por programas con sello propio que representan al mejor entretenimiento: el disfrute del descubrimiento

La seriedad malentendida espanta, los grandes aprendizajes siempre llegan a través del carisma de las varietés, ya sean en formato programa o ficción. Si bien a la fórmula del concurso le falta un crescendo narrativo hacia una chimpunera prueba final en cada episodio para que la dinámica no se sienta plana y repetitiva por la tele, Mapi sí reúne fiesta, cultura y encima favorece un intercambio generacional de referentes de la sociedad y la cultura, la que está y la que viene. 

Lo inteligente del lanzamiento de este concurso es que no esperó a la alta competencia de otoño y ha intentado ganar terreno cuando todas las cadenas estaban en vacaciones. Adelantándose al resto y hablando a Twitter, Mapi ha ido dándose a conocer. Su histriónica espontaneidad no cae bien a todo el mundo. Y eso significa que funciona. No crea indiferencia. 

Porque Mapi no es un busto parlante. Dentro de su cabeza digital, está una actriz con mucho teatro, Carla Pulpón, que pone alma al guion e ingenio para la rápida improvisación que demanda un programa que busca ser referente de La 1. Con su chispa, Mapi marca el porvenir de RTVE. No sólo porque está hecha con tecnología digital, sobre todo porque tiene lo mejor de la historia de Televisión Española: la tele que no quería ser perfecta, simplemente pretendía ser única, especial y estimulante.

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