Borja Terán Periodista
OPINIÓN

God Save the BBC: cómo no dejar de ser referente en la era de la distracción

Analizamos el calculado protocolo que la BBC ha seguido para comunicar el fallecimiento de Isabel II
Momento del anuncio de la muerte de Isabel II en la BBC
Momento del anuncio de la muerte de Isabel II en la BBC
BBC
Momento del anuncio de la muerte de Isabel II en la BBC

Todo estaba calculado. Y ensayado. De hecho, el especial informativo sobre la muerte de Isabel II se simulaba dos veces al año en los últimos tiempos. El modus operandi planificado era el siguiente: aparecía la bandera británica a media asta y el rigor del presentador del informativo estrella de la cadena, el veterano Huw Edwards, comunicaba el fallecimiento. Así fue. Empezaba un especial con toda la pompa institucional. Porque la BBC, como la monarquía, es una institución británica. 

La propia Isabel II estaba al tanto de todo el protocolo. No obstante, la estabilidad de sus siete décadas como reina se fue cimentando en un equilibrio casi perfecto entre la distancia de una aparente neutralidad constitucional y la cercanía de las pompas de las liturgias monárquicas. En este sentido, Isabel II construyó iconografía emocional a través de elementos que van del glamour de la particular vestimenta al magnetismo que fomenta el suspense de ciertos protocolos oficiales. Las liturgias escénicas, ese gran motor de la monarquía y, también, de la televisión.

En este juego de protocolos, la cadena pública británica activó este jueves su diseñado luto oficial. No sólo con los presentadores vistiendo de negro desde primera hora de la tarde, también transformando la imagen de continuidad de la cadena cuando se hace pública la noticia. Es decir, en el momento en el que ya está anunciado el fallecimiento no irrumpe la sintonía oficial de sus informativos, como es habitual cuando acontece cualquier suceso. Con la monarquía, no. Los grafismos de continuidad se transforman en unas austeras cartelas en blanco y negro. Sin nada de música de fondo. Sonido ambiente, sólo roto con la solemnidad del himno nacional sonando cuando aparece la imagen de Isabel, precedida de su escudo. God Save the Queen.

Tras este punto de inflexión, los faldones que informan en pantalla también abandonan el rojo que remite a 'última hora' informativa y también se tiñen de suntuoso y elegante negro. La programación completa impregnada del adiós a su reina. No todos somos iguales y la cadena lo retrata con su habilidad para la teatralización. De esta manera, la cadena pública británica, que es referente mundial de independencia periodística, cierra filas como el gran medio institucional del Reino Unido. Ahí también se cimenta la estabilidad del país.

Un operativo televisivo diseñado a la antigua, que podría haberse quedado desfasado porque la información que fluye a través de las redes sociales ya es más rápida que la televisión tradicional. De hecho, el comunicado de la muerte se vio antes en Twitter que en la tele. Pero justamente los solemnes ritos de la BBC otorgan al canal esa autoridad que lo mantiene vigente y referencial. Aunque supiera el desenlace, el mundo miraba a BBC y la perspectiva de su credibilidad. Más que para estar informado del previsible desenlace, para ver cómo se contaba e inmortalizaba el instante cual reliquia a incrustar en la memoria colectiva. Sabíamos lo que iba a pasar, pero necesitábamos ver la manera de enfocarlo de la BBC.  

Un operativo televisivo que es austero, prudente, incluso silencioso. La antítesis a la que se suele remitir cuando se habla de liturgias televisivas, normalmente asociadas al ruido de lo excesivo. Pero la BBC recuerda que, hasta en épocas en las que estamos hiperconectados y vivimos en una distracción constante, la fórmula sigue siendo la misma: no sólo basta con informar, el espectador se queda por la consistencia del carácter de cómo se narra. Carácter periodístico y, que nadie se olvide, también carácter en la experiencia de la planificación visual. La suma de estos dos caracteres no está en la inmediatez de las redes. Porque la mejor improvisación es la que está muy trabajada. 

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