'Los Borbones: una familia real': la serie que va de 'The Crown' a 'Aquí no hay quien viva'

La opinión de Borja Terán sobre la serie documental de AtresMedia: "Viendo 'Los Borbones: una familia real 'uno se acaba percatando de que la vida de Juan Carlos I tampoco da para una serie como 'The Crown"
'Los Borbones: una familia real
'Los Borbones: una familia real'
ATresMedia
'Los Borbones: una familia real

¿Estamos preparados para nuestro propio The Crown? Quizá, aquí, sería osado llamar a una serie sobre nuestra realeza 'La Corona'. Como mucho la llamaríamos 'Borbonear'. Más a tono con la campechanía patria.

Borbonear es el término acuñado por Iñaki Gabilondo para describir el ansia de ligar de la estirpe de los Borbones. El maestro de periodistas lo ha verbalizado en el documental de casi mismo título, Los Borbones: una familia real, que está emitiendo Atresmedia en su plataforma bajo demanda Atresplayer Premium.

Esta serie corta definitivamente la venda mediática que colgaba de nuestros ojos. Veníamos de una dictadura (sin libertad de prensa, claro) y, durante décadas, se intentaba proteger la estabilidad de la institución monárquica para que no se tambaleara la transición democrática. Transición que, probablemente, todavía no hemos terminado del todo. Tal vez porque lo que se mete debajo de las alfombras puede provocar un polvillo que, después, termina asomando y removiéndonos. Hasta provocando tos.

Sin embargo, viendo Los Borbones: una familia real uno se acaba percatando de que la existencia de Juan Carlos I, con todos sus giros de guion, que son muchos, tampoco da para una serie como The Crown. Ni siquiera su vida de retiro en Dubai. Por eso mismo, porque el éxito de una producción de esta envergadura está en que la historia atesore ese lado romanticón del glamour clásico de la rectitud real que se mantiene firme con el paso de los años. Isabel II de Inglaterra nunca ha perdido su posición de mando. Su actitud regia ha aguantado con autoridad y sin titubeos. Incluso en los momentos de mayor debilidad. Porque los Reyes también son vulnerables.

Al final, una ficción sobre la monarquía sigue la estela de los cuadros de Goya o Velázquez, que retrataban toda la grandilocuencia imperial al gusto del que encargaba el lienzo y, a la vez, plasmaban todos los delirios del reino y su corte a ojos de la historia. Esa mezcla, es la combinación perfecta para una serie de éxito: ensoñación palaciega, épica, amor, conspiración, secretos e ideales.

Nada de The Crown. El documental de Atresmedia muestra a un Juan Carlos I más al estilo de Aquí no hay quién viva. El éxito aplastante de la serie producida por José Luis Moreno se sustentaba en personajes mezquinos que representan nuestra picaresca nacional. Y que dan risa, pues tienen un toque de niños avariciosos que no siempre diferencian entre el bien y el mal. Juan Cuesta, Paloma Hurtado, Mariano Delgado... La codicia torpe de la España de la falsa moral, vamos.

Como somos de memoria corta, hemos olvidado que nosotros ya tuvimos una buena ficción sobre la realeza. Se llamaba Isabel. Rompió las cuotas de pantalla desde el prime time de TVE. Incluso entendimos las motivaciones de los personajes, buenos y malos. Habían pasado los siglos suficientes para poder soñar con sus grandezas y miserias, y verlas sin el desencanto de la decepción.

En tiempos de reticencias, preferimos fantasear con mágicas épocas antiguas, bien pasadas y superadas, que sirvan de una buena válvula de escape para distraerse de los problemas intrínsecos de una sociedad actual con una cruda realidad en la que, quizá, es más difícil soñar. Más aún si el protagonista de la historia ha perdido toda su credibilidad. Isabel II de Inglaterra sigue proyectando ideales de su institución, Juan Carlos I no.

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