Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Cuánto intenso

El primer ministro británico saliente, Boris Johnson, durante el discurso de despedida en Downing Street en Londres.
El primer ministro británico saliente, Boris Johnson, durante el discurso de despedida en Downing Street en Londres.
NEIL HALL / EFE
El primer ministro británico saliente, Boris Johnson, durante el discurso de despedida en Downing Street en Londres.

Yo no digo que cada minuto de nuestra vida nos lo tomemos como un minuto trascendental del que depende nuestro futuro y el del resto de la humanidad. Ir de intensos por la vida no es saludable ni necesario, pero lo contrario tampoco es de recibo. En el equilibrio está la virtud, pero en los últimos tiempos, hay poco equilibrio y demasiados excesos. Hemos arrancado la semana con varios ejemplos de personajes que optan por reírse de todo y de todos. Y demostrar que lo que pase más allá de su ombligo les importa 33.

Ayer Boris Johnson dijo adiós tras una gestión nefasta, una carrera política plagada de patinazos, meteduras de pata épicas, mentiras (bastantes) y una actitud arrogante y despreocupada con la que siempre dejaba claro que, para él, lo de ser coherente con lo que dices y con lo que haces no era prioritario. Ayer dio su último discurso frente a su residencia oficial, la sede del Gobierno británico, ese que ha dejado hecho unos zorros. Y lo hizo a su estilo, citando a Bugs Bunny, "esto es todo, amigos", dijo, y comparándose con una misión espacial a punto de tomar tierra. Cero autocrítica, cero arrepentimiento. El hombre que mintió para sacar adelante el brexit, el hombre que en su época de corresponsal en Bruselas también mentía y se inventaba noticias, el hombre que mintió cuando le pillaron montando fiestas en el 10 de Downing Street en plena pandemia, decía adiós imitando a un personaje de dibujo animado. Seguramente lo que ha sido en toda su vida pública, más una caricatura que una realidad.

 "No entiendo cómo la humanidad ha llegado a estas cotas de desarrollo con tanto imbécil"

Un ejemplo más de "esto me da igual, me lo tomo a risa" lo daban este martes el entrenador del PSG y Mbappé. Ambos comparecían en rueda de prensa después de que les llovieran las críticas por haber ido en avión privado desde París a Nantes, un trayecto que en tren apenas cuesta dos horas y que contamina 100 veces menos que un vuelo. Nada más plantearles la pregunta ambos se doblaron de la risa. A carcajada limpia respondieron que ya habían tomado medidas, que habían hablado con el equipo que organizaba los traslados para ver si el próximo viaje lo hacían en un carro propulsado por una vela. Graciosísimo oiga. Si no fuera porque Francia ha vivido el peor verano de su historia. Como nosotros, han visto cómo buena parte del sur ardía en los incendios más devastadores, la sequía ha dejado cientos de cultivos inservibles, pero oye, a la élite del deporte y del fútbol les hace gracia semejantes polémicas. ¿Qué es eso del cambio climático?

Alguien muy cercano siempre me repite la misma frase cuando ve y oye situaciones así: "No entiendo cómo la humanidad ha llegado a estas cotas de desarrollo con tanto imbécil". Pues lo logramos, amigo, a pesar de personajes como estos. 

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