Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

La política, profesión de riesgo

El momento en el que intentan matar a la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner
El momento en el que intentan matar a la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner
El momento en el que intentan matar a la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner

La política nunca estuvo libre de peligros. Basta recordar aquí en España los atentados que costaron la vida a varios gobernantes, desde Prim a Carrero Blanco. Pero parece evidente que en los últimos tiempos la tradición ha reverdecido. Un buen ejemplo es el intento frustrado de asesinato que ayer mismo enfrentó la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, o el asesinato reciente del ex primer ministro japonés, Shinzo Abe.

Se trata sólo de dos ejemplos recientes, con autores muy atípicos, y muy distintos, aunque representativos del odio que despierta entre algunos desequilibrados al ejercicio del poder y las diferencias de criterio que sus personalidades pueden crear. No se trata de nada nuevo, por supuesto, la historia está surcada de casos en los cinco continentes.

Choca que a estas alturas de la evolución democrática y del reconocimiento de que todas las opiniones merecen ser respetadas y gozan de la posibilidad de ejercerse desde las urnas y sin embargo se siga matando de forma tan atípica. Pero la muerte del enemigo, aunque sólo sea enemigo mental, es una solución que bien sabrá Dios qué la propicia porque en la actualidad es casi imposible que quede impune.

El récord de asesinatos de políticos o afines recientes lo detenta la Federación Rusa que encabeza Vladimir Putin, un personaje que nos está mostrando a diario la reivindicación del odio, seguramente adquirido en sus tiempos en el KGB, que refleja lleva dentro. Desde que está en el poder son ya muchos los casos de asesinatos, por envenenamiento u por otros medíos con los que se va librando de quienes discrepan de él, tanto da que sean intelectuales, periodistas o simples empresarios.

En las últimas semanas son cinco ya los muertos en circunstancias sospechosas que avalan esta convicción de que al que estorba o molesta se le quita del medio. En estas semanas de crisis desencadenada por el petróleo son cinco ya los dirigentes de Gazprom —la compañía que gestiona el petróleo—, que se han suicidado, la forma más avanzada y discreta de librarse de los que no aplaudían la invasión de Ucrania ni sus consecuencias.

La muerte del enemigo, aunque sólo sea enemigo mental, es una solución que bien sabrá Dios qué la propicia porque en la actualidad es casi imposible que quede impune

Cristina Fernández es una política tradicionalmente intrigante y ambiciosa que despierta frecuentes controversias, que se aferra al poder heredado de su ex marido, y ejerce de tradicional fuente de conflictos dentro del peronismo, el partido anacrónico que se crea más conflictos internos que ningún otro en el mundo. En los últimos meses se enfrentó con el presidente, Guillermo Fernández, al que ella, siendo presidenta, tuvo como hombre de confianza en su gabinete y al que catapultó a la presidencia incorporándose ella misma a la vicepresidencia para sumarle sus votos.

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