La desaparición del dinero en efectivo: ¿Es inevitable o interesada? ¿Supone una amenaza contra nuestra privacidad?

  • España es el segundo país europeo que más utiliza monedas y billetes para pagar.
  • Tras la pandemia, la tarjeta ya era el medio de pago preferido del 54% de los ciudadanos.
Ilustración sobre el fin del dinero en efectivo
Ilustración sobre el fin del dinero en efectivo
Henar de Pedro
Ilustración sobre el fin del dinero en efectivo

Hace siete años, en 2015, un grupo de expertos se puso a darle vueltas a "la revolución del escenario monetario". Desde Bankinter y bajo el título "El futuro del dinero", hablaron de las criptomonedas y de la desaparición del dinero físico.

En un divertido ejercicio entre lo utópico y lo ucrónico, aquellos sabios monetarios aventuraron que en 2017 "las mayores instituciones financieras adquieren y aceptan bitcoins... y hay una alianza de bancos basada en bitcoin"; en 2019, "una criptomoneda social impulsada por las nuevas generaciones rechaza las monedas tradicionales por completo"; y en 2022, "a todo el mundo se le asigna una dirección IP al nacer que registra desde ese momento todo lo que hace en Internet".

La serie 'La casa de papel' habría sido una especie de canto del cisne del dinero en efectivo, su última exaltación

Nada de eso ha ocurrido, de hecho, las criptomonedas atraviesan hoy su primera crisis y están en el aire. En todo caso, aquellas predicciones sí daban por hecha la muerte del dinero, del dinero en efectivo, el de las monedas y billetes. La casa de papel, la serie, habría sido una especie de canto del cisne, su última exaltación.

La Casa de Papel
La Casa de Papel
NETFLIX - Archivo

El gusto español por pagar en efectivo

A pesar de la creciente tendencia al dinero virtual (vía tarjeta o móvil), España es uno de los países de la Unión Europea que más se resiste a abandonar el dinero en efectivo para las pequeñas operaciones o pagos del día a día. Nuestros datos distan mucho de los de otros países europeos donde el dinero en efectivo casi no tiene peso dentro de la economía.

Los datos de España distan mucho de los de otros países europeos donde el dinero en efectivo casi no tiene peso

Según datos del Banco Central Europeo, en el Estudio sobre el pago y actitudes de los consumidores en la Zona Euro de diciembre de 2020, los pagos en efectivo en España supusieron el 82% de todos los registrados, y el 66% del volumen de las transacciones en España.

En cambio, en Holanda únicamente el 34% de las operaciones fueron en efectivo, englobando el 22% del valor total. En esta línea se sitúan países como Finlandia, donde los pagos en efectivo fueron el 35% de los totales registrados en el país.

Una imagen de un cajero automático.
Una imagen de un cajero automático.
GTRES

También nuestro banco "emisor" ha querido saberlo. La última encuesta nacional del Banco de España sobre el uso del efectivo (de 2020), señala que el 35,9% de los ciudadanos tienen el efectivo como medio de pago más habitual. El porcentaje crece en los municipios de menos de 100.000 habitantes, hasta el 37,5%. Otros 54,1% se decanta ya por la tarjeta (de débito) como medio de pago preferido.

El proceso de sustitución se ralentiza en pueblos y pequeñas localidades, y entre las personas mayores

Es cierto que cada vez usamos menos dinero físico (la pandemia de la covid también ayudó a ello). Y es cierto también que ese proceso se acelera en las grandes ciudades y entre las generaciones más jóvenes; y se ralentiza en pueblos y pequeñas localidades, y entre las personas mayores.

Así se explica que el parque de cajeros automáticos lleve años de descenso tras alcanzar su máximo histórico en 2008, con 61.714 puntos. Según los últimos datos del Departamento de Sistemas de Pago del Banco de España, ahora hay en España 49.481 cajeros.

Hemos pasado de casi 62.000 cajeros en 2008 a menos de 50.000 en 2020

En el mercado unos 86,2 millones de tarjetas de débito y crédito, el doble que hace 22 años, cuando eran 45,8 millones. Sea como fuere, la retirada de dinero en efectivo en cajeros descendió de las 908.590 operaciones de 2019 a las 624.664 de 2020. Pero, hay que apuntarlo, aquí la pandemia y el confinamiento por el coronavirus ha tenido que ver.

El fin del papel, ¿un proceso inocente?

Elisabet Ruiz, profesora de Estudios de Economía y Empresa en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), lo tiene claro: "Vamos a ser una sociedad sin efectivo". Según ella, "es algo que pasará seguro... ya hay países dentro de la Unión Europea con programas dirigidos a eliminar el efectivo".

Sin embargo, en España el proceso va a ser más lento. La razón es el peso del dinero en B. "Desde personas que están sin contrato, los trabajadores y trabajadoras en tareas de cuidados, o las personas que se les contrata únicamente para trabajar en verano en hostelería, en nuestro país contamos con mucha economía sumergida cuyos pagos se canalizan con el dinero en efectivo", asegura la profesora en declaraciones a La Información.

Vamos a ser una sociedad sin efectivo... es algo que pasará seguro"

Pero ningún análisis es inocente. ¿Hay menos cajeros automáticos porque sacamos menos dinero o sacamos menos dinero porque hay menos cajeros? Es decir, la sustitución de los pagos "reales" por los virtuales es un proceso nacido de la tecnología pero también impulsado. Impulsado por las empresas de pagos digitales, por los bancos y hasta por la Estados.

El asunto de la privacidad resulta básico. De un lado, se apunta que el problema con el dinero físico es que permite hacer pagos en B y alimenta la economía sumergida. "El pago o cobro con dinero en metálico permite hacer transacciones desde el anonimato. Esto conlleva, en algunas ocasiones, el blanqueo de dinero o la evasión de impuestos, lo que favorece la economía sumergida. Estas actividades ilícitas perjudican al conjunto de la sociedad, suponiendo importantes fraudes fiscales", se lee en un artículo de la web del Banco Santander que habla del dinero en efectivo..

Una amenaza a la libertad individual

Del otro, la privacidad vista como un derecho y no como territorio para la sospecha y el delito. Se responde que unos pagos sólo tecnológicos (sea con tarjeta, con el móvil o de cualquier otra manera) suponen acabar con la privacidad del ciudadano... que desea gastar su dinero sin temor a que todo pueda ser apuntado y "vigilado". Así, la desaparición del dinero físico sería una amenaza a la libertad individual, como escribió hace años Ibán Díez, abogado del despacho Gómez Acebo y Pombo.

El problema es que los poderes públicos no han demostrado tener capacidad y/o voluntad de proteger al ciudadano frente a los abusos que cometen las empresas que operan en Internet con sus datos privados"

"El problema de fondo es que ni en Estados Unidos ni en la Unión Europea los poderes públicos han demostrado tener la capacidad y/o la voluntad de proteger a los ciudadanos de un modo realmente efectivo frente a los abusos que cometen a diario las empresas que operan en Internet con sus datos privados", explica Manuel Bautista Pérez, que fuera Director General de Aviación Civil, Director General del Instituto Nacional de Meteorología y Vicepresidente de la Organización Meteorológica Mundial.

Si no hay dinero físico la información de lo que cada uno de nosotros haga con su dinero quedaría registrada y podría ser utilizada por las empresas a su conveniencia. En ese sentido, Pérez recuerda el caso de cuando en 2019, The Wall Street Journal reveló que Google, tras firmar un acuerdo con una de las principales compañías médicas de EE UU, había accedido al historial médico completo de 50 millones de estadounidenses, sin que lo supieran ellos. Sólo es un ejemplo.

La clase política podrá conocer totalmente qué estamos haciendo con nuestro dinero"

Desconfianza hacia las empresas y hacia los gobiernos. Cuando en 2020, el PSOE propuso eliminar el efectivo, el economista Juan Ramón Rallo comentó que con la excusa del distanciamiento social, eliminar el efectivo cumpliría con propósitos políticos, aunque irían "en detrimento de libertades civiles y económicas de los ciudadanos".

En su canal de YouTube, el "muy liberal" Rallo defendió que sin billetes y monedas los ciudadanos verían desaparecer su privacidad en materia económica. Todo quedaría registrado y a disposición de quienes puedan tener acceso a ese historial, sean empresas o gobiernos: "La clase política podrá conocer totalmente qué estamos haciendo con nuestro dinero".

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