Cómo influye el drástico aumento de la actividad solar en los satélites y sus órbitas

Vista del Sol, en la imagen más cercana nunca tomada de nuestra estrella, realizada por la misión europea Solar Orbiter, con importante participación española, a 77 millones de kilómetros del astro
El Sol en una imagen de archivo
EFE
Vista del Sol, en la imagen más cercana nunca tomada de nuestra estrella, realizada por la misión europea Solar Orbiter, con importante participación española, a 77 millones de kilómetros del astro

A finales de 2021, los operadores de los satélites que forman la constelación Swarm de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) han evidenciado algo preocupante: "los satélites, que miden el campo magnético alrededor de la Tierra, comenzaron a hundirse hacia la atmósfera a un ritmo inusualmente rápido, hasta 10 veces más rápido que antes", explican en Space.com.

Un cambio que, según detectan los expertos, coincidió con el comienzo del nuevo ciclo solar. Por ello, consideran que podría ser el inicio de unos años más complicados para las aeronaves espaciales que orbitan alrededor de la Tierra

Esto se debe a que, en estos últimos meses, estas naves están experimentando "hundimientos" muy por encima de lo esperado, reduciendo su ciclo de actividad previsto.

Cómo se produce el arrastre

"En los últimos cinco o seis años, los satélites se hundían unos dos kilómetros y medio al año", detalla a Space.com Anja Stromme, directora de la misión Swarm de la ESA. "Pero desde diciembre del año pasado, prácticamente se han sumergido. La tasa de hundimiento entre diciembre y abril ha sido de 20 kilómetros por año", advierte.

Este arrastre de la atmósfera depende de la actividad de nuestra estrella y de la cantidad de viento que arroja.

Los satélites que orbitan cerca de nuestro planeta sienten una gravedad que los atrae hacia el mismo, un arrastre de la atmósfera residual, "lo que reduce gradualmente la velocidad de la nave espacial y finalmente la hace caer de nuevo". Debido a este arrastre, los controladores de la Estación Espacial Internacional tienen que realizar regularmente maniobras de "reimpulso".

Y la explicación podría estar en el Sol. Los especialistas aeroespaciales conocen que la intensidad de este arrastre depende de la actividad de nuestra estrella y de la cantidad de viento que arroja. "El último ciclo, que terminó oficialmente en diciembre de 2019, fue bastante somnoliento, con un número de manchas solares mensuales por debajo del promedio y un mínimo prolongado de casi ninguna actividad", añade.

La actividad solar se ha incrementado

No obstante, desde el otoño de 2021, el Sol ha ido expulsando cada vez más viento solar y generando manchas, erupciones solares y eyecciones a un ritmo más acelerado. 

"Es más difícil, es arrastre, por lo que reduce la velocidad de los satélites y, cuando disminuyen la velocidad, se hunden".

"Hay mucha física compleja que aún no entendemos completamente en las capas superiores de la atmósfera donde interactúa con el viento solar", añade Anja Stromme. "Sabemos que esta interacción provoca un afloramiento de la atmósfera. Eso significa que el aire más denso se desplaza hacia altitudes más altas". 

"Es casi como correr con el viento en contra. Es más difícil, es arrastre, por lo que reduce la velocidad de los satélites y, cuando disminuyen la velocidad, se hunden", insiste la especialista de la ESA. 

El estado del clima espacial ha afectado a los satélites de la misión Swarm de la ESA, que fue lanzada en 2013. La situación fue tal que los operadores de Swarm tuvieron que elevar la altitud de estos satelites al hundirse mediante técnicas de propulsión a bordo.

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