Los bancos centrales alertan de un escenario de alta inflación y endeudamiento sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial

  • El BPI, el 'banco de los bancos centrales', cree que será difícil calibrar para bajar los precios sin causar una recesión.
  • Además, ven riesgo de estanflación, que supone una gran subida de precios con un crecimiento bajo.
Una mujer camina frente a un puesto de verduras en el Mercado Central de Valencia.
Una mujer camina frente a un puesto de verduras en el Mercado Central de Valencia.
ROBER SOLSONA /EP
Una mujer camina frente a un puesto de verduras en el Mercado Central de Valencia.

La agrupación de los principales bancos centrales del mundo alerta de que la economía internacional pasa por un momento delicado. Por un lado, la estanflación -una combinación de precios altos con escaso o nulo crecimiento- parece un riesgo cada vez mayor. Por el otro, advierten de que el planeta puede estar aproximándose a una "nueva era de inflación más elevada".

Así se expresan los expertos del Banco de Activos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés) en su informe económico anual que han presentado este domingo. El BIS es apodado como 'el banco de los bancos centrales', y en él están representadas instituciones supervisoras de países que suman el 95% del PIB mundial.

El informe del BIS subraya que nunca antes desde la Segunda Guerra Mundial se había registrado una inflación tan alta combinada con unos niveles de deuda soberana tan disparados. La institución aventura incluso que el mundo podría estarse dirigiendo a un "cambio de paradigma" en el que la "psicología inflacionista" se afiance.

Cuando los precios se mantienen disparados durante mucho tiempo, arguyen, los consumidores y empresas enfocan mucho más su comportamiento en la inflación, lo que contribuye a prolongarla en el tiempo. De materializarse, este escenario rompería con la idea imperante de que la inflación, aunque esté siendo más persistente y aguda de lo que se esperaba, sigue siendo transitoria.

El BIS señala que, en abril, tres de cada cuatro países del mundo sufría una subida de precios interanual de más del 5%. Y las perspectivas a corto plazo no son favorables. El informe sostiene que buena parte del impacto del encarecimiento de las materias primas todavía no se ha producido del todo y las vulnerabilidades macrofinancieras son considerables. 

Señalan que los embargos comerciales y las limitaciones de precios están en el horizonte o están ocurriendo ya y alertan sobre los efectos de segunda ronda. "En muchos países, una parte sustancial, si no el grueso de la renegociación de salarios está todavía por venir", agregan. Por ejemplo, en España aproximadamente la mitad de los convenios ya firmados para 2023 incluyen cláusulas de subida salarial vinculadas al IPC. Muchos economistas sostienen que si los salarios suben al mismo nivel que los precios, podría desatarse una espiral que prolongase la inflación durante más tiempo.

Un papelón para los bancos centrales

En este contexto, los bancos centrales se enfrentan a un dilema muy difícil de resolver: deben conseguir aplacar la inflación e intentar no dañar a la economía en el intento. El principal arma con la que cuentan son las subidas de los tipos de interés oficiales. Cuando los tipos suben, la economía se enfría y los precios acaban bajando. 

El problema es que la actividad puede frenarse tanto que se acabe desencadenando una recesión. Algo que resultaría especialmente problemático en un momento en el que muchos países todavía no se han recuperado del golpe sufrido por la pandemia.

La clave está en acertar calibrando las medidas, algo que no es nada sencillo. Aquí se plantean dos escenarios. En el primero, la inflación cesaría espontáneamente a medida que se resuelven los cuellos de botella y bajan los precios de las materias primas impulsados por la guerra. Esto es lo que en la jerga se conoce como un "aterrizaje suave". En el segundo, la inflación permanece alta durante más tiempo y obliga a los bancos centrales a tomar medidas más drásticas para controlar los precios. En este escenario, la economía se frenaría en seco, pudiendo llegarse incluso a una recesión. Es decir, un "aterrizaje duro". 

Todo parece indicar que la situación ahora mismo se parece más a la de un aterrizaje duro. "Si diseñar un aterrizaje suave ya fue difícil en el pasado, las condiciones de partida actuales lo convierten en todo un reto", sostiene el BIS. Además, recuerdan que "los costes a largo plazo de permitir que la inflación se afiance superan de lejos los costes a corto plazo para controlarla".

Medidas "dirigidas" y "temporales"

Los Gobiernos que pueden permitírselo están gastando miles de millones de euros de dinero público para tratar de mitigar el impacto de las subidas de precios que sufre la población. Desde el BIS, recomiendan que estas medidas sean "temporales" y "dirigidas", una petición que también comparte el Banco de España. Sin embargo, lo que están observando es que los gobiernos se decantan por medidas "no dirigidas", más costosas y más difíciles de revertir a la larga.

En un contexto en el que los bancos centrales están dejando de comprar deuda de los Estados, los ejecutivos tendrán cada vez más difícil encontrar quién les financie esos déficits presupuestarios que necesitan para pagar las ayudas.

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