Francisco Aranda Diputado por Barcelona y miembro de la Diputación Permanente en el Congreso
OPINIÓN

La fortaleza del diálogo

Fachada del Congreso de los Diputados.
Fachada del Congreso de los Diputados.
Europa Press
Fachada del Congreso de los Diputados.

Esta semana en el Congreso de los Diputados he podido ver aprobadas, una en Pleno y otra en Comisión, dos importantes leyes en las que he trabajado las últimas semanas.

Se trata, por un lado, de la ley de transacciones financieras, donde incluimos, en un pacto alcanzado entre el Grupo Parlamentario Socialista y el Pdcat, una reforma muy importante del Código penal, para tratar la multirreincidencia y dar respuesta a una problemática que tiene una especial incidencia en grandes áreas urbanas, comerciales y turísticas. Una reforma requerida por un gran número de alcaldes y alcaldesas, y por el mundo económico.

La reforma en sí y el acuerdo que hay detrás responden a dos de las principales cualidades que hemos de tener los legisladores.

En primer lugar, la escucha constante y activa de la ciudadanía, de las instituciones, de los agentes sociales y económicos, en definitiva, escuchar para tomarle el pulso a lo que sucede más allá de las puertas que custodian los leones.

En segundo lugar, el pacto, la negociación y el acuerdo. Como legisladores creo que está en nuestra actividad intentar transaccionar, escuchar los posicionamientos de otros y encontrar puntos de encuentro. Y en mis tres años de diputado es una divisa que he tenido por bandera.

En la tramitación de la Ley Concursal, que se aprobó en la Comisión de Justicia, de la que soy portavoz de mi grupo en el Congreso, ha seguido el mismo camino: la búsqueda del acuerdo más amplio posible, la escucha, la transacción, el saber que no siempre puedes tener el 100 % de tus preferencias, porque es preferible que más de 1 tengan quizás un 80 %.

Saber que un pacto fuerte es aquel que se sustenta en la construcción de acuerdos. Saber que el puente del entendimiento está forjado con materiales como la palabra, la transacción, la lealtad y la honradez. Incluso para decir que no, incluso para discrepar.

Saber que te has vaciado y hasta el último segundo has trabajado por meter una palabra que para otro era importante, teniendo en la cabeza todo el mapa de la ley y sus diferentes implicaciones y sus propios límites.

En palabras que dije en mi intervención ante la Comisión de Justicia, no creo que pactar sea una debilidad, al contrario, creo que la política tiene algo de grandeza cuando se alcanzan acuerdos (y más aun cuando estos se alcanzan con formaciones de diferente signo político).

Creo sinceramente que estamos aquí para eso, para trasladar a la ciudadanía que sus representantes trabajan sin descanso para honrar esta profesión y el servicio público que representa. Que hay espacio para la política sin estridencias. Que hay un espacio para transitar que nos hace a todos mejores.

Por eso también me dirigí a sus señorías en la comisión como compañeros. Porque, aliados o adversarios, todos somos compañeros en el afán de legislar lo mejor posible. Porque, a un lado o a otro, lo único que no cabe, lo único que hay que excluir es la mentira, el insulto, la descalificación o los malos modos. Eso es lo que ha de suscitar el rechazo global y colectivo de cuantos nos dedicamos a esto y, con más razón, de aquellos que ocupamos un escaño en la sede de la soberanía popular.

Nuestro ejemplo y nuestro comportamiento es lo que conformará en quienes nos ven una imagen u otra de sus legisladores. Por eso, pese a las discrepancias políticas, siempre buscaré un resquicio para ampliar una posición, y, por eso, por el mismo motivo, por respeto a mi manera de entender la política y por respeto al asiento que ocupo, siempre denunciaré a aquellos que pervierten la política y que hacen de la política un lugar donde el odio, el enfrentamiento o la mentira están entre sus prioridades.

Me dijeron, para criticar nuestra voluntad de dialogar, que era un síntoma de debilidad.

Yo creo que es justo lo contrario.

La fortaleza política reside en la mirada amplia, en la generosidad, en el trabajo serio, en saber que un buen acuerdo es preferible a una sonora discrepancia. La fortaleza política reside en tus convicciones y en tu trabajo.

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