Sin aspavientos, sin tremendismo, sin concesiones al tendido de sol, ni al de sombra, llevando el toro al caballo, dándole distancia, ligando las series, cambiando de mano, sin protestas ni desaires cuando sus compañeros de cartel le hacen quites maliciosos, renunciando a servirse del pico de la muleta, citando de frente, sin prodigar adornos ni recargar la suerte, toreando de oído como propugnaba Pepe Luis Dominguín, así ha hecho su faena electoral del domingo 19 de junio Juanma Moreno, que ha salido a hombros por la puerta grande de San Telmo.
Durante toda la campaña a izquierda y derecha, han querido invalidarle sin lograrlo. En los dos debates televisados estuvo solo sin más cercanía que la de Juan Marín, de Ciudadanos, que le había acompañado como vicepresidente suyo en toda la legislatura. Mientras, Macarena Olona de Vox, Inmaculada Nieto de Por Andalucía y Teresa Rodríguez de Adelante Andalucía confirmaban que los extremos se tocan y rivalizaban en prodigarle su acoso incesante. La pregunta obsesiva que le hacían era la de con quién gobernaría, que le lanzaban desde la sospecha descalificadora de que se asociaría con los ultras de Vox.
Ha evitado presentarse agarrado a las faldas de Isabel Díaz Ayuso ni a los pantalones de Alberto Núñez Feijóo
Se cerraron los colegios electorales, se abrieron las urnas, se contaron las papeletas sin trampas ni cartón y Juanma Moreno fue proclamado triunfador con holgura suficiente para gobernar en solitario. Sin descomponer la figura, sin presentarse como el Ecce Homo, sin mencionar una sola vez el caso de los ERE de los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán ha logrado llevar el agua a su molino. Ha evitado presentarse agarrado a las faldas de Isabel Díaz Ayuso ni a los pantalones de Alberto Núñez Feijóo.
Y, sobre todo, Moreno Bonilla ha roto el esquema del sanchismo que andaba empeñado en empujar al PP en brazos de Vox para anticipar extrapolando que cualquier victoria que obtuvieran los peperos significaría poner a España en manos de los ultras de Abascal. Siempre ha hecho falta una alternativa política fuera del extremismo, una derecha civilizada que decía Areilza, y a partir de la victoria de Juanma, empieza a vislumbrarse mejor su configuración.
El espacio de Yolanda empieza a resultar más bien Yolanda sin espacio
En cuanto a los aliados preferentes de Pedro Sánchez, han vuelto a caer en picado, una vez más, en cuanto llega el momento de comparecer en las urnas. El espacio de Yolanda empieza a resultar más bien Yolanda sin espacio. Nada va a ser igual a partir de ahora y las sesiones de control al Gobierno aportarán la prueba mientras llega el siempre aplazado debate sobre el estado de la nación por mucho que nos inunden la semana que viene con fotos de la cumbre de la OTAN. Atentos.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios