Tomás Mateo: "Es posible compaginar el bienestar animal con las clases de iniciación a la equitación, pero no es lo habitual"

Tomás Mateo con uno de sus caballos.
Tomás Mateo con uno de sus caballos.
CEDIDA
Tomás Mateo con uno de sus caballos.

Tomás Mateo se define a sí mismo como "persona de caballos", algo que va más allá de ser jinete o profesor de equitación y que consiste en "querer conocer al caballo en profundidad". Lamenta este andaluz de habla apasionada algo que sin duda ha contribuido a que su podcast sea uno de los más populares e interesantes dedicados al mundo ecuestre, que en muchos centros hípicos "se enseña a obtener un rendimiento del caballo, no a conocerlo en profundidad". Ahí está él para eso, como formador de aquellos que desean que su caballo esté en la mejor condición física y también feliz, porque para el responsable de Escuela de Equitación Online el bienestar animal es lo primero, así como contribuir a reducir el número de caballos que viven incomprendidos, mal gestionados, sufriendo e incluso muriendo por ello. 

¿Qué recomendarías a aquellos que quieren iniciarse en esta afición, ellos o sus hijos?Es el único deporte olímpico en el que hombres y mujeres compiten en igualdad de condiciones y que se hace con un animal. No hay otro que reúna estos dos elementos. Últimamente se ha puesto el foco de la sospecha en la competición de alto nivel, pero ahí no está el problema. Dónde si está el verdadero problema, al menos en España, es en los centros hípicos en los que se infla a clases a caballos a los que se les alimenta pobremente, se usa un equipamiento de mala calidad y se le exigen esfuerzos muy por encima de sus posibilidades. Lo ideal cuando empezamos es que se instaure que el caballo no se limita a ser una cosa que en un sitio al que mi papá o mi mamá me llevan una o dos veces en semana, me monto y me voy. El caballo es una forma de vida, no es la clase y punto, no es limitarse solo a montarlo, conviene que lo pasee pie a tierra, que lo lleve dónde haya un poquito de hierba, que empiece a empezar a crear una relación con ese animal. A partir de ahí buscaría un centro ecuestre donde se contemple la hípica de esa manera. No vayamos buscando tanto buscando el precio, sino que el caballo tenga verdadero protagonismo; un lugar en el que no se pase por encima de la salud del caballo. 

¿Cómo distinguir un sitio que cuide su salud, cuando eres un neófito?Podríamos entrar en detalles muy técnicos, pero la verdad es que es difícil para alguien nuevo en esto distinguir cómo tienen el dorso o los cascos un caballo o si sacude la cola de manera que te dice que no lo montes más. Recomendaría que, antes de meter al niño en un régimen de clases, pasen por allí dos o tres días, a diferentes horas, para respirar el ambiente, porque los detalles que sí puede percibir cualquier ser humano con un poco de empatía es si hay una dinámica de obligar al animal, de someterlo; si en lugar de ver unos caballos o unos ponis que ponen de su parte, hay que ir forzándolos continuamente. 

También podemos ver si no se va con prisa y se dedica tiempo a que el niño coja al pony después de las clases, que lo cepille o lo lleve a pasear. En resumen, si llegamos a un sitio donde todo es "dale fuerte, enséñale quién manda", mejor salir de ahí y acudir a otro más relajado en el que veamos que al caballo se le da sitio y no se le obliga continuamente a todo.

Que conserven ponis y caballos jubilados, sin montarse, ¿también puede ser un buen indicio?Claro. Otro punto importante es qué sucede con los caballos en una hípica una vez llegan a cierta edad. Si se les deja allí o se les busca un plan B con todas las garantías o si no se complican y llaman al matadero para que se los lleve a cambio de unos pocos cientos de euros. 

También si hay  una renovación continua porque lo que se hace es machacarlos, exprimirlos, y cuando ya no les pueden extraer ni una gotita más, van a por otros, y los tienen en una rueda continua. Mejor buscar el sitio en el que te puedan decir "este caballo  lleva aquí trabajando cinco  años, siete o doce. Lo que sea".  

¿Es posible compaginar bienestar animal con las clases de iniciación?Sí, sí se puede, aunque no sea lo común. No quiera decir que no se pueda, lo que pasa que efectivamente no es lo común.  El problema es que al caballo se le puede sacar mucho rendimiento económico, con la compraventa, las clases, las rutas... Y a mí no me parece mal que una persona tenga un caballo para sacarle ese rendimiento. Ahora bien, eso tiene que ser un win win como dicen los americanos. Vale, yo gano dinero, pero tiene que repercutir en bienestar y calidad de vida para el caballo.

​Cuando lo he planteado en el sector los hay que me han dicho "entonces sería carísimo". Claro, pues habrá que subir el precio. Estamos hablando de clases de equitación, no de un comedor social. Estamos hablando de un deporte que se hace con un animal. Esto no significa que sea elitista, pero que si cobro las clases de equitación a €15, para que me sea medianamente rentable voy a tener que inflar a clases a ese animal, que dentro de uno o dos años va a estar molido.

​​Yo ya no lo hago, pero hubo un tiempo que di clases presenciales. Primero hacía una pequeña prueba a la persona y si no la consideraba apta para montar, la tenía trabajando pie a tierra. Si físicamente no la veía con destreza, igualmente no la dejaba montar, porque el desequilibrarse repercute en molestias para el caballo. Pero no es lo más frecuente. Al final pasa lo de siempre, que nos dejamos llevar por el afán económico rápido.

Tomás Mateo
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Este tipo de clases también serán más satisfactorias para el alumno.Claro, las sensaciones que va a experimentar no tienen nada que ver. Esto no es una cuestión solo de principios y valores, que de eso venimos hablando hace un buen rato. Cuando yo empecé a montar, en el campo, tuve la suerte de hacerlo en un caballo que era una auténtica maravilla. Estaba fuerte como un roble y muy domado. Te montabas y era como si una especie de poderoso oso polar te estuviera cuidando, sabías que con él no te iba a pasar nada. Esa sensación no tiene precio y era lo que yo conocía. En cambio, cuando empecé a estudiar en Sevilla y a acudir a hípicas me encuentro que es el mismo animal, pero las sensaciones son totalmente contrapuestas. Caballos que tienes que ir todo el rato empujando, con el profesor diciéndote "dale más fuerte". Yo solo tenía 18 o 19 años, pero aquello no me cuadraba nada.

Una de las cosas que a mí quizás más me han enorgullecido es que muchas de las personas que han venido a dar clases conmigo me decían que nunca había tenido una sensación así, de no ir en un caballo al que le duela el cuerpo, que lo hace todo de buena gana. Cuando he montado a niños en un caballo, no han querido bajar. Y no porque entiendan de biomecánica, sino por las sensaciones que obtienen. Si nos engancha montar un caballo de esos que, pobrecitos, no están bien, imagínate con uno que está musculado, con confianza, que te dice a su manera "venga, pídeme, no te preocupes que estoy bien entrenado, bien preparado".

¿Puede tener el caballo consideración de animal de compañía?Pasó en el mundo del perro y progresivamente va llegando al caballo. Hay gente que si escucha eso de que un caballo puede ser un animal de compañía, le va a sonar a chino, pero no es para nada imposible. Hace poco hablaba con una pareja que, con la pandemia, se han ido a vivir a una zona del norte. Compraron un terrenito, van arreglando una casa y viven con su caballo, que lo montan pero también es parte de su familia. Yo mismo soy un ejemplo de eso. Y es cada vez más frecuente, tanto teniéndolo en casa como en un pupilaje. Pero tiene que ser un animal al que acudo a ver con regularidad, al que no solo monto, sino que también cuido. De hecho también están surgiendo en España casos de personas que ponen un caballo en su vida y no lo quieren montar ni hacer nada especial con él. Me parece un planteamiento perfecto, porque nos dice que vamos adquiriendo madurez como sociedad. 

¿Cómo ha ido cambiando el perfil del aficionado a los caballos?Para empezar es cada vez más femenino. Hace 30 o 40 años estaba muy militarizado, eso se fue abriendo y creciendo el porcentaje de mujeres. De hecho un perfil que entra mucho a trabajar conmigo es el de una mujer que de pequeña tuvo contacto con caballos y ahora que ya han criado a sus hijos, que están en una fase de su vida con más tiempo y cierto desahogo económico, se acercan de nuevo al caballo, van a una hípica, desarrollan un enganche bestial con cierto caballo y pasado un tiempo lo compran. Esto antes no pasaba y ya te digo que sobre todo son mujeres.

Entiendo que para esas personas, sus caballos tienen consideración de animal de compañía. Claro. Por ejemplo, me pasan fotos y vídeos de ese caballo que conocieron en la hípica y les digo, "oye, pues este caballo no está muy bien, te vas a tener que olvidar de montarlo unos meses y vamos a trabajar solo pie a tierra  y a cambiar su alimentación". Y no tienen ningún problema, te dicen que por su caballo, lo que haga falta. Llaman al veterinario, al herrador, al fisioterapeuta... Lo que haga falta y no escatiman, porque el caballo es su familia.

No es un vehículo que compras, vendes y alquilas, más parecido a una motocicleta.Claro, eso existe todavía mucho, por eso yo hago hincapié en los niños, en que no se les inculque continuamente el salir y el competir. Que competir no es malo, a mí la competición me gusta, lo malo es el enfoque que se hace en ciertos lugares de la competición, que desde pequeños les fomenten cambiar de caballo cada dos por tres, porque ese animal ya no te va bien, porque tienes que saltar más alto. De esa manera se construye que cuando tenga veintitantos, por educación e inercia, en cuanto ese caballo no da el rendimiento que quiere lo vende y compra otro. Hay personas que viven así toda la vida. Normal tu profesor, que debería ser tu máximo referente, es el primero dice "ese caballo ya no te sirve". Fíjate qué frase. Así estamos acabando con la empatía, con tener una relación en el largo plazo. En cambio, hay profesores que son todo lo contrario, que te dicen "pues no tendremos el mejor caballo, pero vamos a salir a competir, vamos a intentar que todo lo que esté en tu mano lo llevemos al máximo nivel". De esa manera se produce el crecimiento personal del alumno y también del caballo. Eso es preferible al profesor que lo que quiere es que lo haga el caballo todo y si no te da el suficiente rendimiento, buscamos otro mejor, que no nos vamos a engañar, sigue siendo el planteamiento mayoritario.

Todo deporte te puede transmitir unos valores, pero deberían ser unos valores correctos.Claro, todos conocemos casos de deportistas muy mediáticos que no son ningún ejemplo y otros, que son íntegros. Yo siempre lo comparo con las artes marciales, que es lo que yo he compaginado siempre con el caballo. He visto casos como el de un niño que tenía un sobrepeso considerable, le hacían bullying y vimos un crecimiento brutal para bien en todos los sentidos. Pero también hubo chicos a los que mi maestro tuvo que apartar, porque  estaban usando los conocimientos que obtenían para hacer daño a otros chavales. Un niño de 14 o 15 años con conocimientos de artes marciales, si no va bien amueblado de valores, se puede convertir en un chaval peligroso.

¿Qué recomendaría a esos aficionados que quieren dar el paso de comprar un primer caballo, para ellos o para sus hijos?​No es obligatorio tener caballo. La respuesta rápida y corta es que no lo compren. ¿Por qué comprar un caballo? La decisión de comprar puede ser muy rápida y si vas a una hípica con dinero fresco diciendo que quieres uno, casi que te lo llevas puesto. ¿Ahora bien, qué sucede a partir de ahí? Es un poco como esas campañas de concienciación que hay con los perros, "ten cuidado que el cachorro que regalan al niño en Navidad se hace mayor y al final nadie lo quiere sacar a la calle". Pues con el caballo, igual. El caballo tiene unas necesidades muy especiales y comprar un caballo sin conocerlas realmente es un gran error y hay personas que se arrepienten enormemente de haber dado ese paso, porque la compra de un caballo, si después se quiere cumplir con él en unos mínimos, requiere de unos elementos que no siempre vamos a encontrar fácilmente y cerca de casa. Hay personas que una vez son conscientes de esto, empiezan la búsqueda de una hípica en la que el caballo pueda estar medianamente bien, pero hay ciudades en España donde no es fácil y eso les amarga la vida. En mi escuela online tengo bastantes personas con ese perfil. Por eso el que quiera comprar un caballo, de entrada debería contar con una hípica en la que tengan asegurado que ese animal va a estar bien. Y estar bien no es que a un caballo que viva en un box o un minipaddock le pongan dos o tres raciones de comida al día. El bienestar de un caballo requiere de mucho más que eso: movimiento mínimo diario, exposición a la luz natural, socialización con otros caballos, dieta basada en forraje de calidad y otros elementos que de no tenerlos, minarán su salud y su ánimo.

También hay personas que llegados a ese punto de frustración por no encontrar un buen lugar para su caballo, dejan de montar. Pero el caballo sigue siendo parte de su familia. He conocido también casos en los que una madre toma las riendas porque el hijo o la hija deja de montar y se olvida del caballo y la madre dice "oye, este animal que hemos comprado hay que hacer algo con él, no se puede pasar el día ahí metido en su cuadra. Y a veces, más tarde, el chico o la chica retoman el contacto con el caballo. Pero en otros casos no, y directamente se van olvidando del caballo por el que pagaron 5.000 euros y que cuesta cada mes 450 o 500 euros, que es lo que vale el precio medio de un pupilaje en Madrid o en Barcelona. Al tercer mes que al caballo no se le monta, si alguien les ofrece 2.500 lo venden por no seguir perdiendo pasta. Esto pasa a menudo.

En otros casos, ese paso de comprar un caballo se da por adquirir un cierto estatus. El padre o la madre quieren entrar en una esfera social dónde hay una vinculación a cierto tipo de caballos y competición y buscan conseguirlo metiendo al hijo en determinado ambiente de hípica y competición. Todo eso suele salir mal​ para el caballo, ya que es usado como mero vehículo de las ambiciones humanas, y si estas se frustran o el hijo no termina de profesar amor a la hípica, el caballo termina siendo dejado de lado.

¿Cuándo recomienda entonces tener caballo?Cuando tengamos un sitio con las características habíamos comentado al principio, donde se donde el ambiente sea agradable y se le dé el protagonismo al caballo. Cuando ya tengan unos conocimientos mínimos, sepan que el caballo tiene que comer un cierto forraje; tiene que salir todos los días de su box o de su paddock y no lo podemos dejar aparcado de lunes a viernes e ir solo el fin de semana. Idealmente hay que acudir todos los días y el bien más escaso del que andamos los seres humanos del siglo XXI es el tiempo. Para mí el requisito indispensable es tener el tiempo suficiente como para ir por lo menos seis días en semana con el caballo. No necesariamente a montar, pero sí para atender ese animal como se merece, para darle sus paseítos y pasar tiempo juntos. Si la respuesta es que sí y además lo vamos a poder mantener por el tiempo estamos bien encaminados. Si la respuesta es que no, tiene muchos visos de salir mal.

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