Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Unión Europea, todos para uno

El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, en una imagen de archivo.
El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, en una imagen de archivo.
HUANG LING / EP
El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, en una imagen de archivo.

El lema de la UE es Unidos en la diversidad. No está mal, pero dudo mucho de que la diversidad sea en sí misma un factor de unidad. No lo es, ni en Europa ni en ningún sitio del mundo. La diversidad es un hecho con el que hay que convivir. Es algo enriquecedor, sin duda, pero no une necesariamente. Por eso creo que el lema de la UE debería expresar una voluntad política. Por ejemplo, la frase latina unus pro omnibus, omnes pro uno ("uno para todos, todos para uno") sería mucho más adecuada para describir hacia dónde queremos ir. Quien más popularizó ese lema fue el escritor francés Alejandro Dumas en Los tres mosqueteros. Quién no recuerda a esos espadachines blandiendo sus espadas y gritando "uno para todos, todos para uno". Pues bien, lo mismo deberían decirse los Veintisiete. Cuando un Estado miembro se encuentra en dificultades porque un tercer país intenta ejercer represalias de forma injustificada, rompiendo los tratados comerciales, la UE sale en su ayuda, mostrando el poder de la unión.

Como no puede enfrentarse militarmente con su vecino magrebí, atiza a España a cuenta del contencioso saharaui

Lo hemos visto con la pataleta argelina, cuyo Gobierno el jueves pasado suspendió el tratado de buena vecindad con España y emitió instrucciones para la que los bancos congelen el pago de las transacciones comerciales con nuestro país. Las pérdidas económicas para la industria española serían importantes. Todo ello como represalia por el apoyo de Pedro Sánchez a la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara. Al Ejecutivo español se le puede reprochar no haber previsto la reacción tan negativa del país norteafricano, e incluso de haber cedido al chantaje de Mohamed VI con la inmigración, pero la actitud recalcitrante de Argelia no tiene excusa. Como no puede enfrentarse militarmente con su vecino magrebí, atiza a España a cuenta del contencioso saharaui, por cierto, con el apoyo de Rusia. La Comisión Europea advirtió el viernes de que esas medidas podrían constituir un tratamiento discriminatorio que violarían el acuerdo de asociación de Argelia con la UE. El Gobierno del presidente Tebboune tuvo que dar marcha atrás.

Es pronto para afirmar que el conflicto se haya acabado sin consecuencias económicas negativas. El suministro del gas está garantizado, pero Argelia intentará subirnos los precios. No obstante, pertenecer a la UE supone esa ventaja. Cuando un conflicto bilateral traspasa los límites de lo razonable, el problema alcanza una dimensión europea. Ahora bien, tenemos un problema gravísimo en el flanco sur, con Marruecos y Argelia, enemigos irreconciliables, cuyos Gobiernos actúan de forma igualmente chantajista para que les demos la razón. Vienen tiempos extremadamente difíciles, y hacer efectivo el lema "uno para todos, todos para uno" nos puede sacar de bastantes aprietos. 

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