"No tan solo": la turbulenta vida de Felicitas, la esposa del virrey español y héroe de la independencia de EE UU Bernardo de Gálvez

El cuadro Por España y por el Rey, Gálvez en América (2015), de Augusto Ferrer-Dalmau
El cuadro Por España y por el Rey, Gálvez en América (2015), de Augusto Ferrer-Dalmau
AUGUSTO FERRER-DALMAU
El cuadro Por España y por el Rey, Gálvez en América (2015), de Augusto Ferrer-Dalmau

"Yo solo" fue el lema que concedió el rey Carlos III a Bernardo de Gálvez tras su valerosa actuación en la batalla de Pensacola y aquella frase mítica que envió a sus hombres junto a una bala de cañón:  "Esta es una de las balas que reparte el fuerte de la entrada. El que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante para quitarle el miedo". Aquellas palabras de heroísmo y épica se grabaron en el escudo de armas de Gálvez, personaje muy reconocido en el continente americano -es ciudadano honorífico y su retrato está en la sala de fundadores del Congreso de EE UU-, y, cada vez más, en España.

Pero lo cierto es que, seguramente, no estaba tan solo. Eso es lo que defiende Almudena de Arteaga, XX duquesa del Infantado y una de las autoras más reputadas y exitosas de la novela histórica española desde que publicara en 1997 La princesa de Éboli, en su última obra, La virreina criolla (HarperCollins Ibérica, 2022). En esta última ficción, Arteaga recrea la vida de Felicitas de Saint-Maxent, condesa de Gálvez, esposa del célebre virrey en segundas nupcias y personaje de vida agitada y a caballo entre varios mundos: Europa y América, el Antiguo y el Nuevo Régimen.

"No estaba tan solo, para nada", explica a 20minutos Arteaga, "Gálvez era un hombre hecho a sí mismo, como las anteriores generaciones de su familia, pero al llegar a la Luisiana, territorio hasta ese momento francés, tuvo el buen tino de casarse con Felicitas, hija de la familia más rica de Nueva Orleans, algo que le abrió muchas puertas". "Lo acompañó y lo ayudó, con sus contactos y su familia, en su gestión y su peripecia en la Guerra de Independencia de EE UU", asegura la escritora.

<p>También en Texas está este retrato del general, concretamente en el hotel Galveston. Los clientes del establecimiento se quejan de que el militar les sigue con una mirada fría y misteriosa y que siempre que intentan tomar una instantánea del cuadro esta sale borrosa.</p>
Retrato de Bernardo de Gálvez.
Pinterest

La duquesa del Infantado analiza la difícil situación de aquel territorio, que había pasado "de ser francés a español de la noche a la mañana". Nueva Orleans abría las puertas al río Misisipi, "que era una autopista de intercambio de mercancías, pero que en aquella época estaba lleno de escollos: los piratas y corsarios ingleses que atacaban desde el Caribe, tribus nativas muy peligrosas, los ingleses más al norte..." Aún así muchos habitantes de esa tierra no apostaron por los españoles, pero la familia de Felicitas, sí.

Arteaga novela la vida de esta mujer para dibujar una América en proceso de cambio y modernización. "Gálvez fue un modernizador y, con la ayuda de Felicitas y su familia, apostó por apoyar a EE UU en su independencia, algo que despertaba temor por si los virreinatos españoles seguían ese camino, como al final pasó", explica.

Ella realizó su tornaviaje, nació y vivió en América y regresó a España para acabar enterrada en Aranjuez

El perfil que traza esta escritora de esta "mujer olvidada" es de la una puramente americana -"aunque lo americano como tal no existía por entonces"-, ilustrada y viajera. "Ella realizó su tornaviaje, nació y vivió en América y regresó a España para acabar enterrada en Aranjuez", ilustra Arteaga, "vivió la experiencia contraria de la mayoría de los europeos, que por entonces cargaban los barcos hacia el nuevo mundo; ella viajó en dirección contraria".

"Marchó viuda a criar a sus hijos en España", asegura la novelista. Y aquí, como buena mujer ilustrada comenzó a organizar tertulias y encuentros a los que acudieron grandes personajes del momento, como Humboldt o Balmis -el de la famosa expedición de la vacuna de la viruela-. Pero también sufrió, por sus orígenes americanos y sus formas e ideas, que la autora tilda de "cierta progresía", los recelos de la aristocracia tradicional peninsular.

Y por esa mirada al mundo, ilustrada, acabó siendo acusada de afrancesada y condenada al exilio de Madrid. "Le quitaron a su único hijo y con sus tres hijas marchó a una pequeña casa en Valladolid; ella, acostumbrada a los climas caribeños y de Nueva Orleans acabó en esa ciudad fría y acabó enfermando", rememora.

Almudena de Arteaga, novelista y duquesa del Infantado
Almudena de Arteaga, novelista y duquesa del Infantado
CEDIDA POR HARPERCOLLINS IBÉRICA

Una visión luminosa de la América española

"Algo que dejo muy claro en la novela es que las posesiones españolas en América no eran colonias, como la de otros países europeos, sino virreinatos y eso convertía a sus ciudadanos en gentes tan españolas como alguien de Guadalajara o Toledo. Eran provincias", afirma tajante.

Arteaga habla de una América española rica y con un profundo mestizaje, que trata de romper con esa visión tenebrista y oscura que la autora asegura que es "la prolongación de la Leyenda Negra española". "Yo digo rotundamente que las tribus nativas del Norte fueron masacradas, sin duda, pero las de los territorios españoles corrieron una suerte distinta", asegura, "¿hubo atrocidades y opresiones? Claro, eran esos siglos. Había miseria, pobreza y violencia en todas partes, a nuestros ojos; si no, lee Los Miserables, que transcurre en París". "A los descendientes de los nativos de América del Norte hay que buscarlos con lupa, a los de la española, están", concluye.

La reforma de la Historia en Bachillerato es una aberración y una locura: están robando la identidad, que es lo que pasa cuando te quitan tu historia

La autora cree que la faceta "combativa" de sus novelas, que comparten muchos autores actuales españoles, de "contar nuestra historia y que no nos la cambien" y con su misión de "descubrir mujeres del pasado olvidadas por serlo".

La novelista afirma que las últimas reformas educativas y su aplicación sobre la Historia en Bachillerato le parecen "una aberración y una locura: están robando la identidad, que es lo que pasa cuando te quitan tu historia". Y en esa postura, se muestra orgullosa de que sus novelas puedan suponer una "gota de agua" que ayude a divulgar el pasado.

La virreina Criolla

La virreina criolla

  • Harper Collins Ibérica, 2022 | 312 páginas | 20,90 €
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