Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El miedo de 'Los miedos de...': por qué no ha funcionado el programa de Cuatro

Chelo García Cortés en 'Los miedos de...'
Chelo García Cortés en 'Los miedos de...'
Mediaset
Chelo García Cortés en 'Los miedos de...'

'Los miedos de...' es un docushow que ha emitido Cuatro y que va de famosos intentando perder sus miedos. Ya, para empezar, el nombre muy carismático no es. Como mucho, descriptivo. Tan descriptivo que ni siquiera tiene gancho.

El programa no ha funcionado. Ha pasado desapercibido y con datos de audiencia paupérrimos. De hecho, más que quitar temores a celebrities ha evidenciado los miedos de la propia televisión. Una televisión que siempre intenta buscar personajes reconocibles por pánico a que el espectador no conecte con el canal si no conoce al protagonista. Ahí surge el problema de que a este espacio no lo haya visto prácticamente nadie: primero se llama a la personalidad recurrente y, después, se busca el miedo. Cuando debería ser al revés.

Como consecuencia, el programa se siente forzado. La sobreactuación abunda, la historia identificable escasea. Aunque se intente. Son personas tan habituadas al medio televisivo que da la sensación de que están entregados al paripé. Aunque no sea así.

Porque la audiencia está acostumbrada a ver estos presentadores, periodistas o actores en vicisitudes más grandilocuentes. Y 'Los miedos de...' cuenta con una producción limitada. Visualmente el formato es pobre, con un grafismo digno de los años 2000 y con una entonación narrativa antigua.  Chelo García Cortés aterrada con la claustrofobia, Boris Izaguirre con el fuego y Loles León con hablar en inglés. Sí, miedo a hablar en inglés. Y no para durante todo el programa de chapurrear. Así que miedo, lo que se dice miedo... Ella es show y lo juega.

Sin embargo, el enfrentamiento con los miedos se ve por la tele descafeinado. Y el buen gag es el que no se queda a medio gas. Así este espacio de Cuatro, producido por Warner, evidencia que el género del docushow lo tiene cada vez más difícil. El espectador está tan resabiado de las trampas de la tele que ya no se cree cualquier cosa. Ya no basta con forzar situaciones, lo relevante es que la historia esté contada con la verdad suficiente. Y si falla la verdad, hay que tirar del humor. Pero en 'Los miedos de...': ni suficiente de lo uno, ni suficiente de lo otro. Se ha quedado en territorio de nadie.

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