Ya ni siquiera nos preguntamos por qué los coaches de La Voz visten siempre la misma ropa. Lo hemos interiorizado como normal, conocemos bien las reglas y hasta los trucos del juego. Ya es uno de los talent shows más longevos en nuestra tele. Ya sabemos, por tanto, que los jueces llevan idéntica vestimenta porque así luego la dirección del espectáculo puede montar el orden de las actuaciones a su gusto. Aunque sean grabaciones de jornadas de rodaje diferentes. De esta manera, el concurso maneja los tempos de la emoción e intenta no torcerse en repetitivo a pesar de que su mecánica sí lo es.

De hecho, el éxito del formato se sustenta en esa atrayente mecánica de La Voz: descubrir si los cantantes famosos giran su silla, o no, ante un nuevo talento. Premisa contundente, efectista y que además genera adición, pues el desfile de candidatos a cantantes va tan ligero que es fácil quedarse: "venga, una más, a ver si ahora se gira David Bisbal".

Sí, porque ahí sigue David Bisbal. Primero, en Telecinco. Después, en Antena 3. Es uno de los coaches más veteranos de La Voz en España. Ahora, en La Voz Kids de 2022. En esta ocasión, comparte edición con Aitana, Pablo López y Sebastián Yatra.

Operación Triunfo brilla en La Voz. Tres que quedaron segundos en el legendario OT como estrellas del talent show de las sillas giratorias. Operación Triunfo es una indudable cantera de artistas que desarrollan carrera a posteriori, de muchas y diversas maneras. Una victoria para Noemí Galera y su equipo de casting que, a la vez, recuerda que a menudo quedar segundo permite una libertad para coger impulso y brillar sin que te marquen el paso las expectativas más gigantes. Todo depende de cómo lo plantees. Quizá es el momento de empezar a desaprender esa mirada competitiva de la cultura del  'nunca secundary'. 

El fracaso que convirtió a 'Operación Triunfo' en un fenómeno de éxito

Y los cuatro cantantes funcionan. Bisbal, Aitana, López y Yatra controlan el lenguaje televisivo. Son fruto de la tele y da la sensación que se lo toman como un juego entre amigos. Aciertan con esta actitud. Al final, el espectador quiere conocer cómo son cuando se bajan del escenario. Esa es una baza de La Voz: un concurso en el que el protagonismo recae más en los jueces que en aquellos que son juzgados. Los concursantes van y vienen a tal velocidad que no hay prácticamente ni margen de tiempo para conocer sus nombres. Lo importante es la emoción que remueva su interpretación en los coaches.

La Voz es una gran proyector para los coaches y, estos cuatro, están sabiendo aprovechar tal oportunidad. Cuando eres jurado puedes elegir jugar o medir cada palabra para quedar bien con la audiencia. Si optas por la primera opción, caerás incluso mejor. Porque no crearás indiferencia.