La victoria de Petro puede ser insuficiente: es difícil que consiga los dos millones de votos que necesita para gobernar

Seguidores de Gustavo Petro celebran su victoria electoral.
Seguidores de Gustavo Petro celebran su victoria electoral.
Gervasio Sánchez
Seguidores de Gustavo Petro celebran su victoria electoral.
Seguidores de Gustavo Petro celebran su victoria electoral.
Gervasio Sánchez

Un exguerrillero ganó la primera vuelta de las elecciones colombianas aunque lo tiene muy difícil para convertirse en el primer presidente de izquierdas de Colombia. Integrante en su juventud de las filas del Movimiento 19 de abril, organización político-militar que se disolvió a finales de los ochenta, ex alcalde entre 2012 y 2015 de Bogotá, la capital colombiana, Gustavo Petro consiguió ocho millones y medio de votos y superó por doce puntos a su inmediato perseguidor, el populista Rodolfo Hernández, ex alcalde de Bucaramanga, que dio la gran sorpresa al superar en votos al derechista Federico Gutiérrez, el candidato continuista del llamado “uribismo”, corriente ideológica influida por el ex presidente Álvaro Uribe, otro de los grandes derrotados de las elecciones.

En menos de tres semanas, los colombianos acudirán de nuevo a las urnas para elegir a su próximo presidente en unos comicios muy reñidos en un país de gran tradición violenta y con un pasado repleto de asesinatos de candidatos liberales o de izquierda. Aunque la jornada electoral del domingo fue sorpresivamente una de las más tranquilas de la historia y, además, votó un 55% de los 39 millones de electores, un récord absoluto en Colombia.

El derrotado Federico Gutiérrez, que consiguió un 24% de los votos, anunció que “votaré por Rodolfo Hernández en la segunda vuelta aunque no participaré en su gobierno”. Durante la campaña electoral lo describió como “un falso mesías contra la corrupción investigado actualmente por la fiscalía”.

¿Un frente contra Petro?

Los cinco millones de votos conseguidos por Gutiérrez podrían sumarse a los seis millones de Hernández, dar la presidencia al candidato populista y cerrar de nuevo el camino a Petro en sus terceras elecciones presidenciales. En la actual situación política es difícil que el candidato izquierdista consiga los dos millones de votos que necesita para gobernar.

El ingeniero Hernández volvió a dirigirse a sus partidarios por las redes sociales, una estrategia que le ha dado un gran resultado y que le ha permitido multiplicar el número de votos en las dos últimas semanas sin participar en ningún debate electoral.

En apenas un mes sus partidarios se han cuadriplicado, un proceso parecido al que vivió el también Alberto Fujimori en 1990 cuando en apenas un mes pasó de un 3% de intención de voto a un 30% en la primera vuelta electoral con el escritor Mario Vargas Llosa y lo derrotó por goleada en la segunda vuelta.

Después de votar y proclamar que “hoy hacemos historia” Hernández se marchó a dormir. Tras conocer los resultados mandó un nuevo mensaje por las redes desde la cocina de su casa: “Perdió el país de la politiquería y corrupción”. La revista brasileña Veja tituló: “El Bolsonaro de Macondo (el lugar inventado por el escritor Gabriel García Márquez en la magistral Cien años de soledad) puede ganar las elecciones”. Otros lo llaman el Trump colombiano.

Sus asesores le han convencido de que huya de las entrevistas y los debates para evitar que su facilidad para la improvisación y salirse de las casillas le jueguen una mala pasada. No hace mucho admitió en público su admiración por Hitler. El sábado canceló a última hora una entrevista que tenía con este diario.

Petro se dirigió a sus partidarios y centenares de medios de comunicación con un claro mensaje: “Hoy es un día de triunfo porque hemos ganado, derrotado al “uribismo” y puesto fin a una era, pero la estrategia de la segunda vuelta empieza esta misma noche”. Pidió a todos sus votantes que utilicen el boca a boca para convencer a familiares, amigos, compañeros de trabajo de votar por su candidatura, consciente de que necesita una gran participación para conseguir el milagro de ser presidente.

"Nosotros queremos un cambio constructivo"

Petro se centró en criticar a su oponente y diferenció el cambio que ambos proponen: “Hay cambios que significan levantar una roca y dejarla caer al vacío. Son suicidios. Nosotros queremos un cambio constructivo que permita la llegada de una nueva era más próspera para todos los colombianos”, afirmó.

Aseguró que la Colombia de hoy sufre “más violencia, más corrupción, más hambre por culpa del gobierno saliente” y preguntó: “¿Vale la pena cerrar de nuevo el camino al progresismo?”. Recordó que Hernández, “mi contradictor”, está imputado en un proceso de corrupción e insistió que “la corrupción no se combate con frases de TikTok” sino “arriesgando la vida como llevamos haciendo desde hace años”.

Lanzó un mensaje de moderación al gran empresariado colombiano al que le recordó que “un país con estabilidad económica y justicia social es mucho mejor porque las empresas no pueden crecer si los ciudadanos se empobrecen”. Explicó que millones de colombianos ganan 3.000 pesos al día (0,75 euros), el precio de un litro de leche o doce veces menos de lo que cuesta un kilo de carne.

Los casi 900.000 votos de Sergio Fajardo, ex alcalde de Medellín, la segunda ciudad del país, que quedó cuarto con poco más de un 4%, son vitales para el Pacto Histórico, la coalición formada alrededor de Petro. Fajardo anunció que decidirá pronto si su coalición apoya a algunos de los dos candidatos. Aseguró que ya había hablado con Hernández pero ni Petro ni nadie de su coalición se habían puesto en contacto con él.

El escenario político actual asegura que el voto de la derecha, que ha gobernado Colombia en las dos últimas décadas, va a ir en masa a Hernández con el objetivo de impedir el triunfo de la izquierda como ya pasó en las elecciones presidenciales de 2018.

Petro, quizá, hubiera tenido más posibilidades de ganar la segunda vuelta si se hubiera enfrentado al “uribista” Rodríguez, muy perjudicado por el gobierno del actual presidente, el también “uribista” Iván Duque, que abandonará su puesto como uno de los presidentes más impopulares (más del 70% de desaprobación) tras años de estallidos sociales y protestas que paralizaron el país durante meses y la violencia inusitada de la policía que provocó la muerte de unos 40 manifestantes.

Hernández ya anunció como sería su toma de posesión prevista para el domingo 7 de agosto si gana las elecciones: “La vamos a hacer en el pueblo más pobre de Colombia, nos vamos a ahorrar esos 1.500 millones de pesos (350.000 euros) que se tiran estos politiqueros allá dando champaña y whisky. Los únicos que van son mi mamá, mi esposa, mis hijos y el presidente del Senado, que actúa como validador del acta de posesión, como un notario”, explicó en su estilo populista.

Su único gran problema: el próximo 21 de julio, dos semanas antes de la toma de posesión, dará inicio el juicio en su contra por su presunta responsabilidad en la adjudicación ilegal de un contrato de consultoría sobre el manejo de basuras por valor de unos 80.000 euros cuando era alcalde de Bucaramanga. El juez podría sentenciarlo a una pena de cárcel e impedir su toma de posesión.

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