Del 'OTAN no, bases fuera' a la Cumbre de Madrid y la vuelta de la amenaza rusa: los 40 años de España en la Alianza Atlántica

Sede de la OTAN en Bruselas.
Sede de la OTAN en Bruselas.
XINHUA vía Europa Press
Sede de la OTAN en Bruselas.

"Sin desconocer que la incorporación de España a la OTAN está vinculada a otros condicionantes de nuestra política exterior, el Gobierno que aspiro a presidir reafirma su vocación atlántica y se propone iniciar las consultas con los grupos parlamentarios a fin de articular una mayoría, escoger el momento y definir las condiciones y modalidades en que España estaría dispuesta a participar en la Alianza". 

Estas palabras fueron pronunciadas en febrero de 1981 por el entonces candidato a la Presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo. Fue en su discurso de investidura en el Congreso, en pleno debate político por la inminente entrada de España en la OTAN. Con la oposición del PSOE, que enarboló el discurso archirepetido de 'OTAN no, bases fuera', Calvo-Sotelo lo tenía muy claro: nuestro país tenía que avanzar, integrarse en organizaciones internacionales y volver al mundo tras cuatro décadas de casi aislacionismo por la dictadura franquista. En el horizonte estaba la OTAN, pero también la UE, en la que España entraría cinco años después.

Ser miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte suponía también, aparte de adquirir visibilidad como país, optar por uno de los bandos de la Guerra Fría. Una vez más, Calvo-Sotelo fue tajante: "No toleraremos que terceros países, concretamente la Unión Soviética, se arroguen el derecho de vetar la entrada de España en la OTAN, ni aceptamos, por tanto, las doctrinas de la congelación en sus actuales dimensiones de las alianzas existentes, ni la doctrina de que nuestra soberana voluntad de acción en este campo suponga un gesto agresivo susceptible de quebrar el equilibrio de fuerzas en Europa".

Calvo-Sotelo apenas estuvo un año y diez meses en el Gobierno, el tiempo suficiente para culminar el proceso de entrada en la Alianza Altántica. El 2 de diciembre de 1981, España comunicó su intención formal de adhesión y el 30 de mayo de 1982 nuestro país se convirtió en el Estado miembro número 16. Este lunes se cumplen 40 años, un hito que, para Moncloa, supuso un antes y un después para el posicionamiento de España en el mundo y también, cómo no, para las Fuerzas Armadas. 

La conmemoración de las cuatro décadas tendrá su punto álgido a finales de junio, cuando Madrid acogerá la Cumbre de la Alianza, una de las más importantes que se recuerdan por el complejo contexto internacional a causa de la guerra en Ucrania, que ha llevado a una más que posible ampliación de la OTAN (Finlandia y Suecia ya han firmado su candidatura) y a la promesa de España de que irá incrementando el gasto en Defensa hasta alcanzar de aquí a 2030 el 2% del PIB.

Un antes y un después

En 1982, España era una democracia que aún daba sus primeros pasos y, por tanto, sus Fuerzas Armadas aún mantenían la vieja estructura y concepción heredadas del franquismo. Entrar en la OTAN supuso para ellas caminar hacia una madurez de la que ahora son bandera y gracias a la cual participan activamente en todas las misiones de la Alianza. 

"Para las Fuerzas Armadas españolas, la entrada en la OTAN fue un punto de inflexión. Hacia fuera porque se ve qué son capaces de ser y hacia dentro porque nos dimos cuenta de nuestras posibilidades", señalan desde Moncloa, que considera que en estos 40 años España ha consolidado su imagen de "aliado comprometido". Así, de hecho, lo destaca la actual ministra de Defensa, Margarita Robles, cada vez que tiene ocasión de poner en valor el papel de España en la Alianza.

Lejos quedan los días en los que el PSOE se oponía frontalmente a la entrada en la OTAN. Del 'OTAN no, bases fuera', el Gobierno de Felipe González pasó a abrir un proceso de reflexión sobre esta adhesión, suspendiendo las conversaciones sobre la integración militar de España, a convocar un referéndum en 1986 para escuchar a la sociedad. El resultado, por poco (52,54%), resultó favorable a la integración y a partir de ese momento España inició su participación en todos los comités, grupos de trabajo, agencias, presupuestos y planeamiento de la defensa. 

Los sucesivos gobiernos socialistas de González no volvieron a cuestionar la pertenencia de España a la OTAN. Y en diciembre de 1995, un exministro del PSOE que también había dicho 'no' a la entrada en la organización, Javier Solana, se convirtió en el primer y hasta ahora único secretario general español de la Alianza.

125.000 militares en 22 misiones

En estos 40 años, el papel de España en la organización ha ido de menos a más. Dando pasos en el plano político, se fue integrando poco a poco en misiones internacionales, primero más enfocadas a la contribución humanitaria y después con operaciones más complejas: las primeras en los Balcanes en los años noventa, también los grupos navales permanentes, pasando por la de Afganistán -la misión más exigente y peligrosa para las Fuerzas Armadas, según coinciden en apuntar todos los militares a los que se pregunta- hasta las actuales en Irak para contener el terrorismo, en Turquía con una batería de misiles para hacer frente a posibles ataques desde Siria o la Policía Aérea del Báltico para proteger el espacio aéreo de estos países del flanco este de Europa frente a la amenaza de Rusia.

En total, 22 misiones en las que han participado aproximadamente 125.000 militares, de los que 119 han perdido la vida. A día de hoy, más de 1.300 uniformados están desplegados en misiones bajo bandera de la OTAN, sobre todo en ese flanco este tan inestable actualmente por la guerra en Ucrania. Cazas, buques de guerra, blindados, carros de combate y artillería con sello español están repartidos en Letonia, Lituania y en el Mediterráneo oriental. Todas fuerzas de disuasión ante el desafío ruso.

La Alianza Atlántica también tiene presencia en España a través de las unidades permanentes que están instaladas en distintas partes del territorio nacional: el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad en Bétera (Valencia), el Cuartel General Marítimo de Alta Disponibilidad en en Rota (Cádiz), el Centro de Operaciones Aéreas Combinadas (CAOC) de la base de Torrejón (Madrid) o el Centro de Excelencia contra Artefactos Explosivos Improvisados (C-IED).

El reto del presupuesto

Las misiones, las unidades permanentes son defendidas por España como parte de una aportación fundamental que hacen los países a la OTAN. Sin embargo, en los últimos años planea sobre los aliados una exigencia aún mayor: la contribución económica. España es actualmente el segundo país de la organización por la cola en inversión en Defensa, con un 1,03% del PIB. 

Estados Unidos presiona a los aliados para que vayan incrementando su aportación económica de forma que todos los países contribuyan a la organización en la medida de sus posibilidades. En la Cumbre de Gales de 2014, los Estados miembros se comprometieron a ir subiendo su presupuesto, si bien es cierto que desde entonces no se han advertido grandes diferencias. No ha sido hasta este año, con Rusia invadiendo Ucrania, cuando los Estados han empezado a plantearlo. El Gobierno de Pedro Sánchez quiere llevar a la Cumbre de Madrid del 29 y 30 de junio el compromiso de llegar al 2% en 2030.

Una Cumbre sin precedentes

Pero además, esta Cumbre es importante porque la Alianza Atlántica tiene que actualizar su Concepto Estratégico, la hoja de ruta con los desafíos, retos y amenazas que marcará los destinos de la organización para los próximos diez años. El último Concepto Estratégico data de la reunión de Lisboa de 2010.

Para la Cumbre de Madrid, que se celebrará en Ifema, España está echando el resto. Como ya publicó 20minutos, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha previsto un presupuesto de 35,5 millones de euros "para la cesión temporal de espacios y prestación de servicios y suministros". Esto incluye, entre otras cosas, el alquiler de espacios, la construcción y amueblado de las salas, los servicios de comunicación y audiovisuales, instalación del circuito cerrado de televisión desde el que seguir las comparecencias de los asistentes, la cartelería, el catering, limpieza, personal de apoyo, transporte y servicios de seguridad y emergencia.

Todo esto sin contar con el amplio dispositivo de seguridad que exige una cita así. No en vano, participan medio centenar de países -la OTAN está formada por 30 Estados, pero también se invita a países aliados de la organización-, cada uno con su delegación. Así, en Madrid estarán esos días 50 jefes de Estado y de Gobierno como el norteamericano Joe Biden o los primeros ministros de Reino Unido, Alemania o Italia. Ucrania es uno de los países externos que han sido invitados.

En esta Cumbre, España quiere hacer valer su posición de nación comprometida con la seguridad para que la Alianza haga una referencia específica a las "amenazas del sur", las que proceden del Sahel -terrorismo yihadista, tráfico de armas y de seres humanos...- y que preocupan especialmente a los países del sur de Europa. Es decir, que la OTAN no sólo mire al este con Ucrania y Rusia, sino a un flanco que, para España, es vital para su seguridad.

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