La idea de Ribera de reducir la velocidad en las carreteras no es nueva: así fue el plan de Sebastián para toparla a 110 km/h

Un operario retira una pegatina que indica el límite de velocidad de 110 kilómetros por hora en la autovía que une Vitoria y Bilbao.
Un operario retira una pegatina que indica el límite de velocidad de 110 kilómetros por hora en la autovía que une Vitoria y Bilbao.
David Aguilar / EFE
Un operario retira una pegatina que indica el límite de velocidad de 110 kilómetros por hora en la autovía que une Vitoria y Bilbao.

Ni "acelerar un poco más" que pedía Estopa a finales de los 90 ni "pisar el acelerador" como sugería Sabina una década y media antes si se hace en sentido literal. Se acabó lo de correr sobre el asfalto. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, enumeró este lunes una serie de recomendaciones para frenar el consumo energético y, entre ellas, aparece la reducción de la velocidad en las carreteras españolas

La vicepresidenta tercera ha optado por esta sugerencia a los ciudadanos -junto con otras como bajar la calefacción el próximo invierno y disminuir el uso del coche- para hacer frente a la previsible escasez de energía y su consiguiente aumento de precio, agravados por la invasión de Rusia en Ucrania. Sin embargo, Ribera no es la primera en introducir una medida de este tipo para hacer frente al encarecimiento de petróleo y gas. El ministro de Industria del segundo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Miguel Sebastián, ya apostó por una medida similar. 

El Gobierno aprobó entonces un real decreto para modificar la Ley de Tráfico y reducir el límite genérico de velocidad en autopistas y autovías de 120 a 110 kilómetros por hora. Estuvo en vigor entre el 7 de marzo de 2011 y el 30 de junio de ese mismo año. En ese periodo, Fomento colocó pegatinas en más de 6.100 señales de tráfico para cubrir el máximo antiguo e indicar el nuevo.

Con este plan de choque preventivo para ahorrar energía ante la crisis en Libia, aprobado por el Consejo de Ministros el 25 de febrero de 2011, el Ejecutivo esperaba reducir el consumo de gasolina en un 15% y el de diésel en un 11%. En términos absolutos, confiaba en ahorrar 1.400 millones al año al rebajar el tope de velocidad en los 8.800 kilómetros de autovías y autopistas estatales.

No obstante, las críticas no se hicieron esperar, y hubo quien aseguró que sería mayor el gasto de cambiar la cifra en las señales que el ahorro. Finalmente, Fomento invirtió 250.000 euros en las pegatinas, según explicaron fuentes del Ministerio a 20minutos, aunque después tuvo que pagar 230.000 más, cuando decayó la medida y fue preciso fabricar nuevas pegatinas con el límite de 120 kilómetros por hora.

En cuanto al ahorro, el entonces vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo cifró en 450 millones de euros desde marzo (unos 1.400 si la medida se hubiera mantenido durante un año). El socialista hizo esta valoración en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros donde se devolvió el máximo a 120 km/h. 

Bajar la calefacción, subir el aire acondicionado

Decía Javi Cantero que, cuanto más aceleraba, "más calentito" se ponía. Y esa fue otro de los grandes aspectos en los que quiso actuar Sebastián: la temperatura. Ajustarla para reducir el gasto energético. En verano de ese mismo año, inspirado por costumbres japonesas, intentó implantar un mínimo de 25 grados del aire acondicionado en los recintos públicos, pero no lo consiguió.

En la misma línea se está moviendo ahora Ribera, que apuesta por reducir el consumo de calefacción este invierno para recortar gastos. La intención del Gobierno es aplicar inicialmente estas disposiciones en "la Administración General del Estado" y que lleguen al ciudadano como recomendaciones: "No estamos trabajando en legislación dura". Así, ha hablado de mejorar el aislamiento de los edificios y de un plan para optimizar los horarios, de modo que "se pueda apagar antes la calefacción". Se trata de una decisión que espera que sea extrapolable a las empresas.

Una medida de este tipo es la que ya han aplicado este año, ante el aumento del precio de la energía, las universidades de Zaragoza y Baleares: ambas terminaron la temporada de calefacción antes de lo previsto para ahorrar. Ahora bien, estos planteamientos no solo calan en España. Más allá de las fronteras nacionales, el primer ministro italiano, Mario Draghi, ya planteó a principios de abril la necesidad de elegir entre "paz y aire acondicionado", en referencia a la guerra en Ucrania y el coste de gas, petróleo y luz.

Por el momento, estas propuestas de la ministra, recogidas también por la Agencia Internacional de la Energía (AGE) e impulsadas ya por algunos países de la Unión Europea en los 70 durante la crisis del petróleo, no son más que recomendaciones. No obstante, si toca reducir el límite en las carreteras para ahorrar, habrá que quedarse con todo lo positivo, que ya lo cantaba Perlita de Huelva: "Precaución, amigo conductor, tu enemigo es la velocidad".

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